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Programación mayo 2017

CICLO

Lovecraft al cine

Programador invitado: Manuel Pose

Durante todo el mes

Durante todo mayo, MALBA Cine dedica un ciclo a una serie de películas influenciadas por el escritor H. P. Lovecraft (1890-1937). Se verán adaptaciones, tributos y homenajes al creador y maestro del horror cósmico. Films inspirados en el universo lovecraftiano donde residen toda clase de seres abominables: demonios, engendros, vampiros, brujas, muertos vivos e incluso seres mitológicos extraterrestres, en especial, los Primigenios (Great Old Ones) y los Antiguos o Primordiales (Old Ones - Elder things). Deidades monstruosas, tecnológicamente avanzadas, que fueron los primeros en colonizar la Tierra y esperan regresar para apoderarse de ella nuevamente. El más conocido y admirado es el Gran Cthulhu.

En ese cosmos, también habitan los humanos, que por más pequeños e insignificantes que sean, son protagonistas y narradores. Por lo general están sujetos a un destino inexorable, a veces por culpa de la sangre heredada. Suelen ser solitarios y muy curiosos, rasgos que los acercan a la locura al descubrir algo que escapa de toda su lógica, sumiéndolos en un estado de vacilación y a la imposibilidad de discernir entre lo real y lo fantástico. Una falta de respuestas a una realidad que se desvanece a cada paso, debido a la totalidad del frío e indiferente cosmos, y por supuesto a los seres y objetos fantásticos que lo habitan. Uno de esos objetos, la puerta o portal entre los humanos y estos seres, es el mágico Necronomicón, también conocido como "el libro de los Muertos".

Los humanos que se crucen en su camino con alguna de estas malditas criaturas conocerán el horror, la locura y la muerte. La lucha es su única esperanza, ya que no solo se ve amenazada su existencia sino también la de toda su civilización.

Películas

Más allá de la tumba (The Devil Commands, EUA-1941) de Edward Dmytryk, c/Boris Karloff, Amanda Duff, Richard Fiske, Anne Revere. 65’.

Julian Blair, reconocido doctor, tiene en sus manos un nuevo experimento que hará cambiar la ciencia. Se trata de una maquina capaz de grabar los impulsos del cerebro humano para  conocer los verdaderos pensamientos de la persona. Luego de perder a su esposa en un trágico accidente automovilístico, Blair decide utilizar su creación y sus esfuerzos en volver a contactar a su mujer fallecida. El film está basado en la novela de William Sloane, títulada The Edge of Running Water (1939). Sloane (1906 - 1974), fue un escritor norteamericano de ciencia ficción y fantasía con ciertos condimentos terroríficos. Al igual que Lovecraft, es originario de Nueva Inglaterra, y varios de sus relatos transcurren en la misma región.

Uno de los puntos en común del film con H. P. Lovecraft, es precisamente la obsesión del protagonista con la búsqueda del conocimiento prohibido o desconocido, en este caso, la de un hombre de ciencia que trata de comunicarse con su esposa muerta. Como suele suceder en los relatos de Lovecraft, el protagonista es incapaz de escapar de las consecuencias de su descubrimiento, por ende, su cordura peligra y el desenlace puede ser fatal.  La película comparte temas y características con el horror lovecraftiano, y principalmente la caracterización de su protagonista, un ser solitario y aislado en búsqueda de los secretos que el hombre no está destinado a conocer. 

La historia de Más allá de la tumba, nos recuerda a ciertos relatos de Lovecraft, en especial, a Aire frío (Cool Air, 1928) y Herbert West: reanimador (Herbert West–Reanimator, 1922). A su vez, es notable la relación con Frankenstein (1818), la obra emblemática de Mary Shelley. Texto de Manuel Pose.

El planeta prohibido (Forbidden Planet, EUA-1956) de Fred MacLeod Wilcox, c/Walter Pidgeon, Anne Francis, Leslie Nielsen, Warren Stevens, Jack Kelly. 98’.

Obra maestra de la ciencia ficción que narra la historia de la expedición del Crucero de los Planetas Unidos C-57-D al planeta Altair IV y el descubrimiento de una civilización extraterrestre milenaria. La trama de El planeta desconocido es una interesante mezcla de dos importantes obras literarias trasladadas a la era espacial. Por un lado, adapta libremente La tempestad (The Tempest) de William Shakespeare, principalmente la caracterización de sus protagonistas, y, por el otro, toma las bases de la novela de Lovecraft En las montañas de la locura (At the Mountains of Madness).

En el film se descubre una raza superior al humano conocida como los Krell. Una civilización millones de años más adelantada que el hombre, tanto ética como tecnológicamente, que existió mucho antes que este y que pereció debido a sus avances científicos. El paralelismo existente con En las montañas de la locura es notable. En su novela, Lovecraft narra el viaje de una expedición científica a la Antártida, la cual descubre una ciudad con los restos de una civilización extraterrestre denominada los Primordiales o Antiguos. Allí, conocen su historia, su auge y su caída. 

La historia de los Krell es muy similar a la de los Primordiales. Ambas civilizaciones fenecen debido a la creación de seres esclavos que utilizaban para las labores más arduas. En los dos casos, estos entes se rebelan ante sus amos y terminan derrocando y destruyendo por completo a sus creadores. Inclusive, en los dos relatos se habla que las dos civilizaciones tuvieron que descender a las profundidades, los Primordiales descendieron al océano y los Krell a los fondos de Altair IV. Los Primordiales son derrotados por los Shoggoths  y los Krell por los monstruos Id. Dos máquinas de guerra o piezas de ingeniería bélica que representan el exceso de poder de una supuesta sociedad “perfecta”. Texto de Manuel Pose.

La bestia de otro planeta (20 Million Miles to Earth, EUA, 1957) de Nathan Juran, c/William Hopper, Joan Taylor, Frank Puglia, John Zaremba, Thomas Browne Henry. 82’.

La primera de las colaboraciones entre Ray Harryhausen y el director Nathan Juran, quien antes había sido director de arte de películas como Qué verde era mi valle y Winchester ‘73, fue filmada en Roma por la sola razón de que Harryhausen quería irse de vacaciones a ese país. Pero tanto sus locaciones como la simpatía de sus personajes lugareños (hay mucho acento ridículo y estereotipo pero todo es más bien amable) terminan jugándole a favor.

La película arranca con una nave espacial que llega de Venus y aterriza en el mar y un grupo de pescadores del pueblito de Sperlonga que logran rescatar a dos de sus tripulantes. Un niño también encuentra una cápsula metálica que contiene una especie de embrión, y decide esconderla para vendérsela a un zoólogo. Pronto ese embrión terminará convirtiéndose en el monstruo de la película, una criatura adorablemente harryhauseniana que al comienzo vemos en versión miniatura pero que irá creciendo y creciendo sin dejar de ser tierna en ningún momento. De hecho, lo único amenazante de esta criatura es su tamaño; el resto de lo que hace es por miedo, o porque lo provocan.

Y, sí, por supuesto que todo es derivativo de King Kong, pero esto es algo más bien esperable en una película de estas características, y lo importante es que Harryhausen logra dotar a su bicho venusiano de una entrañabilidad pocas veces vista, que hace que su desenlace en pleno Coliseo romano sea aún más desgarrador. Hasta los sonidos que emite el pobre Ymir, que se reducen a quejidos y gritos agudos, nos dejan en claro que esta pobre semi-lagartija no la está pasando nada bien. Texto de Juan Pablo Martínez.

Una cita con el Diablo (Night of the Demon, Reino Unido- 1958) de Jacques Tourneur, c/Dana Andrews, Peggy Cummins, Niall McGinnis. 83’.

Dirigida por el “artesano” franco-estadounidense Jacques Tourneur (quien obtuvo un reconocimiento tardío por su labor, erudito en cuestiones de géneros), Una cita con el Diablo es una incursión magnífica en el campo del terror paranormal y nos lleva a sospechar que existe una magia oculta capaz de estremecer a nuestro nihilismo. La película está basada en la novela de M. R. James  “El maleficio de las runas” y trata sobre el Dr. John Holden (Dana Andrews) quien llega a Londres para investigar la muerte de un colega bajo la luz del pensamiento racional y deductivo. Poco a poco encuentra escenarios y personajes sombríos o excéntricos que lo llevan a un estado irracional de consternación y confusión. La mano que teje parte elemental del mundo mágico y le advierte el peligro que corre es la del Dr. Julian Karswell (Niall MacGinnis). El film trabaja sobre la ambigüedad de una insoslayable realidad humana y universal: la creencia y la no creencia en lo sobrenatural.

Lovecraft dijo acerca de M. R. James en el ensayo “El horror sobrenatural en la literatura“: Es evidente que el doctor James tiene un conocimiento inteligente y científico de los nervios y sentimientos humanos; y sabe cómo distribuir afirmaciones, imaginería y sutil sugestión para asegurarse los mejores resultados con sus lectores. Es un artista en la composición de incidentes más que en la creación de atmósfera, y ataca las emociones en forma intelectual y no directamente”.

El film contiene composiciones oscuras, espacios asolados, epifanías, maldiciones y embrujos como motor de desarrollo de las situaciones, humor crudo, personajes académicos, fenómenos sobrenaturales, un demonio bestial como criatura nocturna, bosques, el uso constante de niebla, ambientes ominosos, esoterismo, el uso de elementos arcaicos y, por sobre todas las cosas, un final diabólico. Todo eso se conjuga en un film lovecraftiano por excelencia. Texto de María Victoria Martín.

Muere, monstruo, muere (Die, Monster, Die!, Reino Unido/EUA, 1965) de Daniel Haller, c/Boris Karloff, Nick Adams, Freda Jackson, Suzan Farmer, Patrick Magee. 80’.

“Die Monster die!” suena como una forma capicúa de gritar en alemán: ¡Los monstruos los! Sin embargo, la película poco y nada tiene que ver con ese idioma. La elección del título resulta un tanto extraña si se tiene en cuenta que, durante el rodaje, la película se llamaba “The House at the End of the World” (La mansión al final del mundo). Dicho título le hubiera sentado seguramente mejor ya que la acción transcurre, como es un rasgo típico del gótico de terror, dentro de una mansión oscura, repleta de pasadizos, escaleras y cuadros que conectan a las oscuras generaciones pasadas con las presentes.

Si bien “Die, Monster, Die!” está basada en un cuento de H. P. Lovecraft, “The Colour Out of Space” (El color que cayó del cielo), las referencias que hace el director, Daniel Haller, a dicho cuento son mínimas. Entre ellas se encuentran la ubicación espacial, la ciudad inventada por Lovecraft -Arkham-, el terreno baldío y contaminado producto del impacto de un meteorito en la zona, del cual apenas se hace mención en la película, y las consecuencias generadas por él: la mutación, la monstruosidad. Una película de corta duración que transforma la esencia del cuento de Lovecraft, la lucha ya de por sí perdida del individuo contra una fuerza alienígena superior, en la acción heroica y romántica de un científico estadounidense que rescata a su novia de la ruina y de las garras de un monstruo fluorescente. Texto de César Diego Rexach.

El sonido de la muerte (España, 1966) de José Antonio Nieves Conde, c/Arturo Fernández, Soledad Miranda, James Philbrook, José Bódalo, Ingrid Pitt, Lola Gaos. 92’.

Un grupo de exploradores se encuentra en la búsqueda de un antiguo tesoro ubicado en una caverna en las montañas Griegas. Por accidente, hallan dos huevos prehistóricos y de uno de ellos surge una criatura invisible que solo conocemos a través de su horrísono grito. Quienes se acerquen a ella padecerán las terribles consecuencias. 

El sonido de la muerte es una película de terror, con elementos de ciencia ficción, de muy bajo presupuesto, que, gracias a su creatividad, hoy en día es considerada de culto. Toda una rareza dentro de la filmografía de su director José Antonio Nieves Conde ya que durante su carrera ha filmado dramas y comedias. A su vez, es una de las primeras películas españolas en incursionar en el género del terror fantástico o como es llamado en España el Fantaterror.

El film, evoca al popular cine de monstruos de los años ´50 como también a la literatura pulp, producida durante el primer tercio del siglo XX. El sonido de la muerte tiene muchas semejanzas con otras dos películas de este ciclo: El planeta prohibido (Forbidden Planet, 1956) y El enigma de otro mundo (The Thing from Another World, 1951). Las tres películas tienen en común la idea y forma de la novela de Lovecraft En las montañas de la locura (At the Mountains of Madness, escrita en 1931 y publicada en 1936). Las tres juegan con la premisa del despertar de una entidad procedente de la historia oscura y no conocida del planeta Tierra. Una existencia, de origen desconocido, que antecede a los seres humanos y que pobló la Tierra o forma parte del cosmos desde hace millones de años atrás. Incluso, en El planeta prohibido también hay un ser monstruoso invisible que acecha a los personajes. Como diría Lovecraft: ¡era lo innombrable! Texto de Manuel Pose.

El cuarto cerrado (The Shuttered Room, Reino Unido, 1967) de David Greene, c/Gig Young, Carol Lynley, Oliver Reed, Flora Robson. 99’.

Uno de los temas recurrentes en la obra de Lovecraft es el del conflicto y el encuentro entre lo Otro y lo Mismo. En este caso, la protagonista de El cuarto cerrado no solamente lleva inscripta la otredad en sí misma, sino que la presiente, sin haberla visto nunca, y corre a su encuentro con una mezcla de sensaciones magistralmente combinadas: la ansiedad, el misterio y el horror pasan a través de ella tan equilibradamente, que el desenlace es necesario y sorprendente a la vez.

El poder del cine para jugar con el tiempo y el espacio, mientras le va agregando humor y hasta tomas de karate a una historia oscura, acompañándola de una banda sonora brillante, hacen que, por una vez al menos, la película sí tenga algo que decirle al libro. Texto de Ignacio Sorá.

Altar de sangre (Curse of the Crimson Altar / The Crimson Cult, Reino Unido, 1968) de Vernon Sewell, c/Christopher Lee, Boris Karloff, Barbara Steele, Mark Eden. 87’.

Una ambientación gótica, una mansión enorme y oscura alegrada sólo por la celebración de una fiesta con características de orgía, reflejo del ambiente de los años sesenta y la locura de un hombre que pretende continuar con los ritos  satánicos de una bruja -familiar suyo-, son el marco referencial en el que transcurre la película.

Durante la pre producción, la película había llevado el nombre de "Dreams in a Witch House" haciendo clara referencia al cuento de H. P. Lovecraft “The Dreams in the Witch House” (Los sueños en la casa de la bruja) en el cual se basa. Más allá de las innumerables diferencias que cualquier fanático del escritor nacido de Providence pudiera encontrar, la película -mezcla de ensoñación, locura y placer- deja de lado toda explicación científica y, si fuere el caso, mítica de los hechos narrados acercando un culto satánico remoto a algo más parecido al culto sexual de la época en que fue realizado el film. Texto de César Diego Rexach.

El horror de Dunwich (The Dunwich Horror, EUA, 1970) de Daniel Haller, c/Sandra Dee, Dean Stockwell, Ed Begley, Sam Jaffe. 90’.

El horror de Dunwich cuenta la historia de Wilbur Whateley (Dean Stockwell) y su plan siniestro para invocar a los Antiguos (Old Ones), criaturas extraterrestres que esperan su vuelta a la Tierra para apoderarse nuevamente de ella. Para lograr su cometido, Wilbur necesita desesperadamente el libro Necronomicón y el sacrificio de una virgen como Nancy Wagner (Sandra Dee). Mientras tanto, el doctor Henry Armitage (Ed Begley) hará lo imposible por detenerlo.

Adaptar fielmente a Lovecraft es prácticamente imposible. A pesar de todo, el film logra armar un original homenaje del relato con los condimentos estéticos propios de su época. Evidentemente, los elementos del horror cósmico se hacen presentes ya que El horror de Dunwich (The Dunwich Horror, 1929) es un exponente central de los Mitos de Cthulhu.

A diferencia del relato, en la película existe un personaje femenino con peso narrativo, algo inusual e incluso inexistente en las historias de Lovecraft. No hablamos de Lavinia Whateley, uno de los pocos personajes femeninos lovecraftianos, sino de Nancy Wagner, central en la trama junto a Wilbur Whateley y Henry Armitage. El que sí está y no podía faltar es el dios lovecraftiano Yog-Sothoth, conocido y admirado como Cthulhu y llave que abre la puerta de nuestro mundo con el de los Antiguos. Tanto en el relato como en la película es parafraseado en los pasajes del Necronomicón.

Esta fue la segunda película de Daniel Haller basada en un relato de Lovecraft después de Muere, monstruo, muere, basada libremente en El color que cayó del cielo (The Colour Out of Space, 1927). Antes había trabajado como director de arte en varios films de Roger Corman y en Dunwich vuelve a demostrar su estética popera lisérgica. Corman y los productores James H. Nicholson y Samuel Z. Arkoff y Roger Corman, habían sido los primeros en llevar explícitamente a Lovecraft al cine en El palacio encantado (The Haunted Palace, 1963) adaptación de la novela corta El caso de Charles Dexter Ward (The Case of Charles Dexter Ward, escrito en 1927), la obra literaria cuyo autor nunca pudo ver publicada durante sus años de vida. Texto de Manuel Pose.

Las cintas de Norliss (The Norliss Tapes, EUA, 1973) de Dan Curtis, c/Roy Thinnes, Don Porter, Angie Dickinson, Claude Akins, Michele Carey, Vonetta McGee. 72’.

El excéntrico escritor David Norliss ha encontrado material para su nueva novela. Antes de escribir nada documenta sus hallazgos en varios cassettes y luego desaparece misteriosamente. Una parte de su horrorosa historia es revelada por Sanford, su manager y una suerte de espectador pasivo, cuando se pone a escuchar las cintas.

El director Dan Curtis es, sin lugar a dudas, un maestro del terror. Películas como Sombras en la oscuridad (House of Dark Shadows, 1970), The Night Strangler (1973), Trilogía del terror (Trilogy of Terror, 1975) y Pesadilla diabólica (Burnt Offerings, 1976) tienen su lugar en la historia del género. La carrera de Curtis siempre estuvo más ligada a la televisión que al cine: ha trabajado para todas las grandes cadenas mediáticas norteamericanas. Las cintas de Norliss es su segunda película como director y se propuso como el piloto de una serie que no prosperó.

Cerca de Lovecraft, la historia es contada en flashback y primera persona por Norliss a través de su voz en off. Los acontecimientos ya han ocurrido pero su relato transmite incertidumbre y ansiedad sobre los hechos, como si hubiera varias voces que conviven y crean la narración. Existe una simbiosis entre espectador y protagonista, que observa e interactúa. Norliss es, además, un personaje lovecraftiano:  es un escritor convertido en detective en busca de un ser de otra dimensión.  Durante su indagación, Norliss traspasa los límites de la realidad y comprende que existe algo más allá de la lógica humana, algo que hará peligrar su cordura y por supuesto su vida. Ese “algo” es un muerto vivo o vampiro que acecha a sus seres queridos y que responde a un demonio conocido como Sargoth, una entidad supernatural, semejante a un dios. Un espécimen arcaico que espera en las sombras su vuelta a la Tierra. No es casual que Las cintas de Norliss siga la línea de relatos como La llamada de Cthulhu (The Call of Cthulhu, 1928) y El horror de Dunwich (The Dunwich Horror, 1929). Texto de Manuel Pose.

La última ola (The Last Wave, Australia, 1977) de Peter Weir, c/Richard Chamberlain, Olivia Hammett, David Gulpilil, Frederick Parslow, Vivean Gray. 106’.

En algún punto, la realidad deja de ser simple y se convierte en una dialéctica veloz y agobiante entre extremos: vigilia y sueño, blancos y negros, la vida burguesa y el inframundo. Cada uno de ellos parece tener idéntica fuerza, convirtiendo a la vida en un laberinto. Esta realidad binaria se resuelve en dos preguntas simultáneas: ¿Cuál es el terreno firme para determinar dónde se está y quién se es realmente? ¿Cuál es el evento final que corta la carrera entre esos mundos que se retroalimentan y parecen tironearse hasta el infinito?

El hilo que conecta esos extremos es, para Lovecraft, lo monstruoso. Weir lleva esa realidad al cine sumando elementos de suspenso y horror pero sin caer en ningún género, aprovechando la magia del cine para crear lluvias sin nubes, objetos fuera de lugar, apariciones... Haciendo equilibrio entre lo absurdo, lo irreal, lo frívolo y lo más abyecto de la realidad, La última ola genera una atmósfera única, tan rica y compleja que no se agota en un argumento, sino que es el soporte de imágenes y escenas que se otorgan realidad a sí mismas. Texto de Ignacio Sorá.

Suspiria (Italia, 1977) de Dario Argento, c/Jessica Harper, Stefania Casini, Joan Bennett, Alida Valli, Flavio Bucci, Udo Kier. 82’.

El lujo siempre motiva los crímenes más inverosímiles. En Suspiria, el lujo está presente en la potencia de los decorados que eligió Argento y también en la espectacularidad de los homicidios. El asesino parece regodearse con la forma en que mata a sus víctimas. El crimen es artístico y así como las escenas derrochan una sana artificialidad, ésta se acentúa más con la música pre ochentosa de The Goblins.

Suspiria trabaja con materiales diversos: la monumentalidad, el expresionismo y la teatralidad se suman a la inserción abrupta de la historia del Aquelarre sobre el final, logrando un pastiche que obedece a las condiciones de toda obra posmoderna. Es por eso que si en un principio parece ser una película policial, el espectador comprueba más tarde que se trata de una película fiel al estilo Argento, autor por excelencia, donde la forma es lo que importa y la historia es sólo una excusa que funciona como disparador de lo que vendrá. Texto de Nicolás Pose.

La fortaleza maldita (The Keep, EUA/ Reino Unido, 1983) de Michael Mann, c/Scott Glenn, Ian McKellen, Alberta Watson, Jürgen Prochnow, Gabriel Byrne. 95’.

La angustia y la frustración religiosa de un joven Lovecraft trajo a la luz el maravilloso universo macabro, onírico y “bíblico” de “Los mitos de Cthulhu”, obra literaria que influenció a Paul Wilson a escribir La fortaleza y luego esta adaptación de la mano del entonces “niño prodigio” de Hollywood, Michael Mann. Una representación caótica y sobrenatural que incluye a  soldados nazis al mando de un oficial de las SS, un anciano (profesor) con manejo de lenguas arcaicas, una extraña fortaleza cuyos muros protegen desde el interior, y no tanto del exterior, y dos presencias extrañas: una con forma humana y poderes paranormales y otro de naturaleza inespecífica, una clase de semidiós gigante azul, patrón de esa fortaleza y quien parece dictar sus intenciones extrañamente bondadosas en el (ya) anciano profesor Ian McKellen. El resultado es un compendio de efectos especiales ochenteros de lo más embrollados, con una banda sonora sintetizada en teclados a cargo de Tangerine Dream. Tiene un clima muy particular, una atmosfera de agobio y tensión, en la que la oscuridad y las sombras juegan un papel muy importante. Una oscuridad lovecraftiana, impenetrable, densa, incierta, como lo son también la mayoría de los personajes y los momentos de acción del film. Texto de María Victoria Martín.

Re-Animator (EUA, 1985) de Stuart Gordon, c/Jeffrey Combs, Bruce Abbott, Barbara Crampton, Robert Sampson, David Gale. 86’.

El doctor Herbert West (interpretado por Jeffrey Combs) es capaz de revivir a los muertos gracias a un suero muy particular, con resultados nefastos y terroríficos. Lo acompaña Dan Cain (Bruce Abbott), un estudiante ejemplar de la Universidad de Medicina de Miskatonic, ubicada en Arkham. Este personaje es similar a la primera persona que narra en el relato de Lovecraft.

Stuart Gordon es un gran admirador de la obra de H. P. Lovecraft y es quien más veces lo ha llevado a la pantalla. Comenzó con esta adaptación libre del relato Herbert West: reanimador (Herbert West–Reanimator, 1922) y siguió con From Beyond (1986) en el cual toma tópicos del cuento Desde el más allá (From Beyond, escrito en 1920 y publicado en 1934). En 1995, dirige Castle Freak, película que rinde homenaje al emblemático cuento de Lovecraft conocido como El intruso (The Outsider, escrito en 1921 y publicado en 1926). En el 2001 adapta libremente el cuento Dagón (Dagon, 1919) junto con la novela La sombra sobre Innsmouth (The Shadow over Innsmouth, 1936) para el film Dagon, en honor al dios-pez y a sus “Profundos”. Por último, fue convocado por Mick Garris para la serie Masters of Horror (2005–2007) para dirigir Dreams in the Witch-House, sobre el cuento Los sueños en la casa de la bruja (The Dreams in the Witch House, 1933).

Así como existió el Círculo de Lovecraft en la literatura, en el cine podemos decir que Gordon junto a Brian Yuzna, Jeffrey Combs y el guionista Dennis Paoli, entre otros, integran el círculo de Lovecraft cinematográfico. Jeffrey Combs, el actor fetiche de Gordon, incluso llegó a encárnalo en el film Necronomicon (1993). Brian Yuzna, quien estuvo al lado de Gordon en varias de sus películas, es todo un referente del cine lovecraftiano, tanto en la producción como en la dirección. Texto de Manuel Pose.

From Beyond (EUA, 1986) de Stuart Gordon, c/Jeffrey Combs, Barbara Crampton, Ken Foree, Ted Sorel, Carolyn Purdy-Gordon. 85’.

The Resonator, la creación colectiva de los científicos Crawford Tillinghast y Edward Pretorius, es una máquina que tiene el poder de expandir la glándula pineal de la mente con el propósito de conocer nuevas dimensiones de sensorialidad. Claro que el experimento pronto se les descontrola y fuerzas desconocidas comienzan a afectar a todos lo que prueban su accionar. Placeres desconocidos, una excitación permanente, el deseo de alcanzar un sentido extra (¡el tercer ojo!) y la extraña presencia del sadomasoquismo son tan solo algunas de las ideas que el combo Yuzna/Gordon exploran junto a su actor fetiche Jeffrey Combs, repitiendo los logros de Re-Animator (1985). Practicando una particular tendencia al exceso, una mezcla de comedia y body-horror que alcanza grandes niveles climáticos, From Beyond toma del escritor la idea de que todo un mundo oculto nos rodea y es solo cuestión de que una puerta se abra para que la locura se desate. Texto de Lucas Granero.

Aliens (EUA/Reino Unido, 1986) de James Cameron, c/Sigourney Weaver, Carrie Hehn, Michael, Biehn, Lance Henriksen, Paul Reiser, Bill Paxton. 137’.

En esta secuela dirigida por James Cameron, Ellen Ripley es rescatada por la corporación Weyland-Yutani luego del incidente Nostromo, ocurrido casi sesenta años antes. Los ejecutivos de la corporación, luego de conversar con Ripley, no solo dudan de la existencia de vida alienígena en LV-426 sino que además le informan que el planeta ha sido colonizado. Sin embargo, la súbita pérdida de todo contacto con sus habitantes supone la situación perfecta para que Ripley vuelva a LV-426, recupere su licencia de vuelo revocada y corrobore la veracidad de su historia.

En  febrero de 1934 H. P. Lovecraft escribe una carta a J. V. Shea donde le cuenta que, a los seis años, había soñado con unas “alimañas descarnadas” que lo tomaban por el estómago con sus dientes y lo llevaban volando a un vacío gris para después soltarlo sobre unos picos montañosos afilados. “Las alimañas eran unos seres negros, flacos, gomosos, con cuernos, colas espinosas, alas de murciélago y sin rostro de ningún género”, le comentaba a su amigo.

Décadas más tarde, H. R. Giger, declarado fanático de Lovecraft, creó su criatura más famosa amalgamando, de modo único, los sueños del escritor con la textura de un Doré. Curiosamente, el director James Cameron no pidió ayuda a Giger en la realización de Aliens, quien utilizó al mítico Stan Winston para la creación de la “Reina Alien”. De todos modos, Giger volvería nuevamente a generar ideas y conceptos para la tercera película de la saga dirigida por David Fincher. Texto de Bruno Ezequiel Serassio.

Noche alucinante (Evil Dead II, EUA, 1987) de Sam Raimi, c/Bruce Campbell, Sarah Berry, Dan Hicks, Kassie DePaiva, Ted Raimi. 85’.

Ash y su pareja Linda deciden pasar un fin de semana juntos en una cabaña abandonada ubicada en el bosque. Allí reside el Necronomicon Ex-Mortis, un libro maldito arcaico capaz de invocar mundos maléficos del más allá, también conocido como "el Libro de los Muertos". La usual infortuna de Ash, los lleva a toparse con sus pasajes, los cuales harán despertar a un demonio milenario que solo Ash podrá combatir.

Una de las principales tramas de la trilogía de Evil Dead es justamente el libro inventado por Lovecraft, el “Necronomicón”, en las películas llamado  Necronomicon Ex-Mortis o Naturum Demonto. Noche alucinante es un claro exponente en cine del horror cósmico y sigue la línea de los famosos Mitos de Cthulhu. En el film no están los Antiguos (Old Ones) pero están los Oscuros (Dark ones). Circulan criaturas bizarras de todos los tipos, conocidas como Deadites, todas ellas lideradas por el demonio supremo Kandarian. Por cierto, tanto las criaturas como el demonio Kandarian poseen rasgos lovecraftianos. Es importante destacar a los cuatro maestros de los efectos especiales: Howard Berger, Mark Shostrom, Robert Kurtzman y Greg Nicotero.

Noche alucinante es una obra maestra, no solo del género de terror sino también de la historia del cine. Visualmente es única en su especie, cuenta con técnicas cinematográficas jamás vistas con anterioridad y fue una de las primeras películas en introducir el surrealismo gore, con agregados de slapstick que superan todo sentido común. Teniendo en cuenta que Lovecraft admiraba las películas de Charles Chaplin, no sería arriesgado suponer que estaría muy orgulloso de este film. Texto de Manuel Pose.

El ejército de las tinieblas (Army of Darkness, EUA-1992) de Sam Raimi, c/Bruce Campbell, Embeth Davidtz, Marcus Gilbert, Ian Abercrombie. 81’.

En la tercera entrega de la saga Evil Dead, Sam Raimi vuelve a usar al Necronomicon ex Mortis creado por H.P. Lovecraft para enviar a su protagonista Ashley “Ash” Williams a la Inglaterra del siglo XIV. Allí, el Ejército de las Tinieblas despierta por culpa de Ash, quien luego tendrá que rescatar a un pueblo inglés, batallar contra su propio yo maligno y regresar a su época.

Raimi cierra su trilogía modificando aspectos de base en el género de la saga, mientras los noventas comienzan a surgir plenamente en un tono más dedicado a la fantasía que al terror.

Si bien para la mayoría de los fanáticos es la película más pobre de la trilogía por culpa de esa decisión, también es incuestionable la mano firme del director para generar contenido fresco para un estilo de cine que se estaba volviendo seco y podrido (como el ejército del film), y de paso cerrar una de las más icónicas obras de culto conocidas. Como escribió el loco Alhazred alguna vez en el famoso libro demoníaco que mueve los hilos de la trama Evil Dead: “Maldita la tierra donde los pensamientos muertos viven reencarnados en una existencia nueva y singular, y maldita el alma que no habita ningún cuerpo”. Texto de Bruno Ezequiel Serassio.

Stargate (EUA, 1994) de Roland Emmerich, c/Kurt Russell, James Spader, Viveca Lidfors, Jaye Davidson. 119’.

El primero de los disparates a grandísima escala del alemán Roland Emmerich, quien venía de un par de pequeñas grandes películas como Soldado universal, Moon 44 y la extrañísima Joey, haciendo contacto, imagina un viaje cósmico de unos militares comandados por Kurt Russell con corte cepillo + un hombre de ciencia con anteojos y pelo imposible interpretado por James Spader mediante la puerta del título. Y de paso perpetúa aquella teoría conspirativa que reza que las pirámides egipcias fueron construidas por extraterrestres, en este caso comandados por Ra, que aquí no se trata de un dios sino un villano muy logrado interpretado a pura androginia por Jaye Davidson, aquella inolvidable Dil de El juego de las lágrimas, y cuyos secuaces, que portan unas máscaras egipcias de animales con luces en los ojos, resultan altamente aterradores. De hecho, los mejores momentos de la película suceden cada vez que aparecen estos villanos y la película se acerca al cine de terror.

El universo paralelo al que llegan nuestros héroes -la escena del viaje en sí, una especie de protector de pantalla gone wild, es un momento de gran belleza visual- es casi un émulo del Egipto circa la construcción de las pirámides y, en efecto, los recibe una pirámide idéntica a las de Giza. Allí vive un pueblo primitivo que terminará fascinado por las armas de estos muchachos, con las que harán la revolución.

Este sci-fi cósmico -encantadoramente fechado- dio lugar a una infinidad de adaptaciones en forma de series de TV, la más famosa de las cuales estuvo protagonizada nada menos que por Richard Dean Anderson, alias McGyver, además de una buena cantidad de libros. Uno de ellos imagina un cruce entre el universo stargateano y el señor Howard Phillips Lovecraft, quien aparece como personaje y cuya presencia no debería sorprendernos en lo más mínimo. Texto de Juan Pablo Martínez.

The Relic (EUA, 1997) de Peter Hyams, c/Penelope Ann Miller, Tom Sizemore, Linda Hunt, James Whitmore, Clayton Rohner. 110’.

El Museo de Historia Natural de Chicago es el escenario de esta olvidada película de terror de los 90's, una pequeña joya perdida dentro de la avalancha inflacionaria del género que llegó después de Scream, en 1996. En su secuencia inicial, que tiene aires similares a los de la introducción de El Exorcista, se puede ver el origen mítico que desencadena lo monstruoso. Hay una tribu, hay un ritual, y conocemos a través de una reliquia la representación de una deidad diabólica. Pero el horror comienza -al igual que en muchos referentes del terror clásico- cuando lo sagrado es empaquetado y llevado a la civilización, a lo moderno, a las frías vitrinas de los museos. La lucha contra este monstruo, que ha dejado de ser mera representación para volverse carne, será entonces llevada a cabo por un grupo heterogéneo de científicos, funcionarios estatales, inversores privados y un detective supersticioso. El universo lovecraftiano se hace sentir, la abominación en cuestión es una unión de especies combinadas con una esencia original que puede solamente remitir a lo desconocido, a algo que había antes, inabarcable y temible. Y la consecuencia es clara: el museo se convierte en el escenario de un ajuste de cuentas mitológico, que en el cine de terror puede ser a veces traducido en carnicería bestial y, en este caso, con algunas decapitaciones incluidas. Texto de Mariano Morita.

Alien resurrección (Alien: Resurrection, EUA, 1997) de Jean-Pierre Jeunet, c/Sigourney Weaver, Winona Ryder, Dominique Pinon, Ron Perlman, Dan Hedaya. 109’.

Entre la serie de monstruos más recordados, Alien y Depredador son los que más material han proporcionado a la cultura popular, desde el cine hacia los cómics más impensados.  Los dos son extraterrestres y aciertan en sus respectivas ubicaciones: el aislamiento del humano. El Depredador caza sus trofeos en una selva; Alien, en la soledad del espacio. No hay escapatoria y la única posibilidad es el enfrentamiento.

Si en la saga de Alien, las primeras tres mantenían la seriedad correspondiente para determinarlas como películas de una ciencia ficción “seria”, la cuarta, con el estilo de Jeunet, le agrega exceso, humor y  parodia que contribuyen al efecto kitsch. El mismo monstruo, parodiado, con cara de niño abandonado, ruega por amor materno en una escena que derrocha exceso y humor negro. Semblante con una mezcla mitad humano y monstruoso, el último Alien demuestra vergüenza frente a Ripley, su progenitora, a la que acaricia y llena de baba. Por suerte no derrama lágrimas porque el exceso hubiera sido demasiado. Texto de Nicolás Pose.

El enigma de otro mundo (The Thing from Another World, EUA-1951) de Christian Nyby, c/Kenneth Tobey, Margaret Sheridan, Robert Cornthwaite. 87’.

El de El enigma de otro mundo es un caso similar al de Poltergeist: así como en la película de 1982 aparece Tobe Hooper como director aunque se nota mucho la influencia de su guionista y productor Steven Spielberg, su guionista y productor, en la de 1951 todo apunta a Howard Hawks, quien produjo la película y estuvo a cargo de las reescrituras del guion junto a Ben Hecht. En ambos casos hay algunos actores que afirman que el director fue uno y otros, que fue el otro y tal vez nunca sepamos la verdad. Pero en todo caso es evidente que El enigma… es una película tremendamente hawksiana, con ese grupo de personajes atrapado en una base del Polo Norte tratando de derrotar (o investigar, dependiendo de quién se trate) a una criatura extraterrestre que encontraron bajo el hielo. Pero, sea de quien fuere, lo importante es que el film es una obra maestra descomunal, con un uso extraordinario del espacio reducido en el que transcurre, y repleta de ideas brillantes de puesta en escena, trabajada principalmente en elegantes planos largos tanto en tamaño como en duración.

Si bien el punto de partida remite bastante a En las montañas de la locura de Lovecraft, la película está basada en Who Goes There?, una novela corta de  John W. Campbell bajo el seudónimo de Don A. Stuart, y difiere tanto de ambas obras literarias como de la segunda adaptación de la novela de Campbell por John Carpenter en el hecho de que transcurre en el Ártico en lugar de la Antártida. De hecho, la adaptación a cargo de Bill Lancaster para la película de Carpenter es bastante más fiel al libro de Campbell que la versión de Hawks, principalmente en lo que refiere a la naturaleza del extraterrestre en cuestión. Texto de Juan Pablo Martínez.

Cloverfield (EUA-2008) de Matt Reeves, c/Lizzy Caplan, Jessica Lucas, T.J. Miller, Michael Stahl-David. 85’.

Cloverfield llegó en plena fiebre Lost, y fue el salto al ciine de la productora de J. J. Abrams, Bad Robot. Bueno, no lo fue estrictamente, ya que la primera producción cinematográfica de Bad Robot fue Joy Ride de John Dahl, una película tan injustamente olvidada como su director, pero sí llegó en un punto altísimo de popularidad de la serie (se estrenó unos días antes del comienzo de la cuarta temporada, o sea, un tiempo después del “Not Penny’s boat” y de los flashbacks que resultaron ser flashforwards). Dirigida por Matt Reeves (quien había co-creado Felicity junto a Abrams y luego dirigiría la sorprendente remake de Let the Right One In y las aún más sorprendentes segunda y tercera entregas del reboot de El planeta de los simios) y escrita por Drew Goddard (veterano de Buffy, guionista de Lost y futuro co-guionista y director de La cabaña del terror), la película, que se filmó en absoluto secreto, terminó siendo una de las mejores monster movies de los últimos años.

Exprimiendo y sacando el mejor provecho posible del subgénero del found footage, la película narra el espectacular ataque de un monstruo que se lleva puesta toda Manhattan desde la mirada amateur de un veinteañero que estaba filmando un video durante la despedida de su mejor amigo, a punto de irse a vivir a Japón. El primer acierto de la película es crear unos personajes cuyo destino nos importa de verdad, y hace un muy buen recurso del hecho de que lo que se está registrando lo sea sobre una grabación anterior, por lo cual cada tanto vemos algunas escenas supuestamente filmadas unos días antes que nos dan más información acerca de los personajes. Pero lo mejor de la película está en la manera en que registra toda esta catástrofe, en cómo decide mostrar (o no) al monstruo en cuestión (de diseño simple y low-budget, pero bellísimo). Y en el camino nos deja varias secuencias (el ataque de los monstruitos en los túneles del subte, la escena en que los personajes van a buscar a una amiga a un edificio inclinado) que son pura tensión. Texto de Juan Pablo Martínez.

Arrástrame al infierno (Drag Me to Hell, EUA, 2009) de Sam Raimi, c/Alison Lohman, Justin Long, Lorna Raver, Dileep Rao, David Paymer. 99’.

Las películas de terror han ido cambiando con el tiempo. En un primer momento el objetivo era producir miedo. Así, cuando aparecía Bela Lugosi encarnando al conde Drácula la gente temblaba en los cines. Lo mismo se puede decir de clásicos que trataban de generar una sensación de inquietud y pavor en los espectadores, como El resplandor, El exorcista, Alien, Halloween y otras. El género a mediados de los 80 comenzó a renovarse y fue agregando humor y parodia. Si el dramaturgo Pirandello había adoptado el término grotesco para hacerlo suyo y entregarle a sus obras esa mezcla de comicidad y tragedia, podríamos decir algo similar de Sam Raimi, el director de Arrástrame al infierno, película que no escapa al estilo del director, que conjuga a la perfección el terror con la comedia negra.

La culpa es de un botón. Esta es la premisa para que aparezca el demonio. Una escena que conjuga el terror con la comicidad y define el tono de la película, es la del estacionamiento donde la protagonista se enfrenta a una vieja que le había ido a pedir ayuda para no ser desalojada por el impago de la hipoteca. De allí en más, nadie como Raimi para manejar los tiempos entre ambos condimentos, acertando una vez más y desarrollando una película que formalmente continúa la original estética de Evil Dead. Texto de Nicolás Pose.

La cabaña del terror (The Cabin in the Woods, EUA, 2012) de Drew Goddard, c/Kristen Connolly, Chris Hemsworth, Anna Hutchison, Fran Kranz. 95’.

La típica película de terror: cinco universitarios en una cabaña en medio del bosque. Están los personajes estereotipados, las señales que desoyen (como el redneck que les sugiere que del lugar al que van no van a volver), el sótano al que no habría que haber bajado y hasta la frase maldita, en latín, encontrada en un diario siniestro, que hubiera convenido no leer en voz alta. Pero todos esos clichés aparecen subrayados y enrarecidos. Y a la vez hay un relato paralelo, que transcurre en un centro de control bajo tierra cuyo fin desconocemos, desde donde dos operarios (Richard Jenkins y Bradley Whitford, que con un par de chistes hacen que la película valga la pena) monitorean a los universitarios. Sabemos que los manipulan para que actúen según los estereotipos que les tocan, y que todo es una puesta en escena (“El show más grande del mundo”, se dice en algún momento). Pero no sabemos para qué. Lo mejor de la película es cómo dosifica las pistas, así que conviene no adelantar mucho. Solo que La cabaña del terror toma todos los tópicos del cine de terror de los últimos cuarenta años y los agrupa bajo la mitología de Lovecraft y sus Antiguos. El resultado es una película fresca, bastante original, que a la vez que parodia el género y la industria del entretenimiento, plantea con humor que la humanidad está condenada. Texto de Tomás Downey.

 

CINECLUB NÚCLEO

Bette Davis x 3

Jueves 11, 18 y 25 a las 19:00

En el tradicional espacio de Cineclub Núcleo, se verán a lo largo de tres jueves los films: Cuando el amor florece (EE. UU., 1945), de Irving Rapper; Mujer marcada (EE. UU., 1937), de Lloyd Bacon y La carta (EE. UU., 1940), de William Wyler.

ESTRENO

Pinamar 

De Federico Godfrid

Argentina, 2016

Sábados a las 20:00

Pinamar fuera de temporada. Pablo y Miguel vuelven para tirar las cenizas de su madre y vender el departamento familiar. De personalidades muy distintas, mientras Pablo solo piensa en terminar todo cuanto antes, Miguel no tiene apuro, cree que lo más importante es despedirse y eso requiere tiempo. Allí los recibe Laura, una bella joven pinamarense, amiga de Miguel desde la infancia. Producto de un mal entendido entre la agente inmobiliaria y Miguel, la venta se demora un día más. Pablo se prepara para una estadía deprimente, pasar la noche en Pinamar después de tantos años de su última visita. Está furioso con su hermano que, pese a las circunstancias, solo piensa en pasarla bien. El humor cambia cuando entre música, tragos y juego se reencuentran con Laura. Ella despierta el deseo de los hermanos convirtiendo lo que parecía un viaje en torno a la muerte en una aventura que los conecta con el recuerdo de aquellos veranos. La lucha por conquistarla les permite redescubrir su relación y compartir el duelo por lo que ya no volverá. Abriéndoles paso a la vida adulta, Pinamar les demostrará que los finales son siempre el inicio de algo nuevo.

 

 

ESTRENO

Los ganadores

De Néstor Frenkel

Argentina, 2016. 78’

Sábados a las 22:00

A partir de la observación de un mundo de premios amateurs a artistas y comunicadores, Los ganadores se propone reflexionar acerca del éxito y la felicidad.

“El exitismo de la sociedad actual se expresa en un fenómeno cada vez más expansivo: las entregas de premios. Pareciera que ganar un premio ya no es algo tan inusual porque hay muchas personas e instituciones que disfrutan y negocian con la jerarquía o el fetiche que acompaña a las premiaciones. A partir de una investigación sobre la liturgia de las entregas de premios y de quienes resultan triunfadores, este documental se propone retratar los entretelones, la fabricación y los efectos de esos momentos de emoción que parecen ser únicos pero que en realidad, como revela Los ganadores, son una suerte de producción seriada. Néstor Frenkel continúa la saga de documentales que se internan en una realidad mínima, manteniendo siempre un alto nivel de perplejidad que permite tanto el apunte sociológico como el humor, reuniendo lo profundo con lo desopilante, a veces conjugado con lo sublime, incluso en el mismo encuadre. Y ahora el microscopio a la ceremonia de ganadores transforma ese mundo en un enorme sainete”. Diego Trerotola (Catálogo. 31va. Edición Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, 2016).

Palabras del Director

Hace  algunos años hice un documental sobre un hombre que coleccionaba muchísimas cosas, pero lo que más me llamó la atención era que también coleccionaba premios.  A partir de este dato, fui descubriendo un mundo de premios amateurs del que no tenía noticias. Una red informal conformada por gente de todo el país que, sin una entidad que las nuclee, organizan, participan, premian y son premiados por sus emprendimientos artísticos o periodísticos en una especie de  juego o fiesta entre amigos. Al observar los hilos que sostienen estas endebles estructuras, uno no puede dejar de preguntarse cuánto de inocencia y autoengaño, cuánto de egocentrismo y cinismo hay en cada uno de los que participan de estas ceremonias. Pero la propuesta de este documental consiste simplemente en acercarse a este mundo de fantasía donde la realidad se mezcla con la ficción. Un mundo construido entre todos Los Ganadores, en muda complicidad, para intentar ser un poco más felices, al menos por un rato.

Los ganadores se propone como un ejemplo de cine antropológico y sociológico, una pintura de una realidad desconocida u olvidada, y un retrato humano a través de la conversación, intentando generar alguna reflexión acerca del éxito y la felicidad.

 

 

CONTINÚA

Las lindas

De Melisa Liebenthal 

Viernes a las 20:00

¿Por qué es tan importante ser linda? ¿Por qué me confunden con un hombre? ¿Por qué importa tanto la mirada de los otros? Desde su experiencia personal, Melisa se pregunta acerca de la construcción del género femenino en una cultura que adora las imágenes. Melisa tiene cinco amigas de la infancia a las que entrevista. Desde atrás de cámara habla con ellas sobre sus experiencias de la niñez y la adolescencia ahondando en las distintas implicancias que tuvo el hecho de ser mujer a lo largo de sus vidas. Estos relatos contados en la intimidad y directamente a la cámara son contrapuestos alternadamente con la experiencia de Melisa, (re)construida a partir de imágenes de su archivo personal, fotos del álbum familiar y videos caseros, junto a una narración en voice over. Esta interrelación de experiencias funciona como campo para pensar, con humor y candidez, sobre la construcción de los géneros e intentar desnaturalizar sus mandatos y prohibiciones, especialmente aquellos vinculados a la imagen. ¿Por qué tengo que sonreír? ¿Por qué tengo que salir linda en las fotos? ¿Por qué me confunden con un hombre? ¿Por qué importa tanto la mirada del otro?

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Cuatreros

De Albertina Carri

Sábados a las 18:00

Voy tras los pasos de Isidro Velázquez, el último gauchillo alzado de la Argentina y, como la búsqueda del tiempo perdido siempre es errática, ¿voy realmente tras los pasos de ese fugitivo de la justicia burguesa? ¿O es que voy tras mis pasos, tras mi herencia? Viajo a Chaco, a Cuba, busco una película desaparecida, busco en archivos fílmicos cuerpos en movimiento que me devuelvan algo de lo que se fue muy temprano. ¿Qué busco? Busco películas, también una familia, una de vivos, una de muertos; busco una revolución, sus cuerpos, algo de justicia; busco a mi madre y a mi padre desaparecidos, sus restos, sus nombres, lo que dejaron en mí. Hago un western con mi propia vida. Busco una voz, la mía, a través del ruido y la furia que dejaron esas vidas arrancadas por aquella justicia burguesa.

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No va llegar

De Segundo Bercetche, Cristián Costantini y Tomi Lebrero

Domingos a las 18:00

No va llegar es una "horse movie", protagonizada por el bandoneonista y cantante Tomi Lebrero. A pesar del desaliento de su madre, Tomi se larga a la aventura junto a sus dos caballos y un potro que va domando en el camino, desde Dolores, en la Provincia de Buenos Aires, hasta los Valles Calchaquíes de Salta. Lejos de la figura clásica del gaucho, el documental retrata a personajes bastante excéntricos, como un cantor fanático de Perón que le da consejos para escribir canciones a otro que hace denuncias con altoparlantes mientras conduce "El móvil de Los indignados" de Quilino, Córdoba. También es central la figura de "El Joven" Eligio Gómez, un guitarrero de Santiago del Estero, que se suma al viaje como un Sancho Panza en bicicleta.

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Lea y Mira dejan su huella 
De Poli Martínez Kaplun 

Domingos a las 20:00

Mira Kniaziew de Stuptnik A 15538 y Lea Zajac de Novera 33502 son sobrevivientes de Auschwitz-Birkenau, el más grande de los campos de concentración y exterminio construido por el régimen de la Alemania Nazi. Luego de una infancia feliz en Polonia, su tierra natal, y una adolescencia truncada por su detención en   el campo de concentración, ambas lograron sobrevivir y partieron a la Argentina donde desarrollan sus vidas sin olvidar. Estas dos mujeres, unidas por una entrañable amistad, tienen la decisión, la fuerza y la voluntad de recordar y transmitir uno de los hechos más crueles del siglo XX.

 

MALBA Cine | mayo 2017

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