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Eduardo F. Costantini fue distinguido por la Fundación Arco

21 de febrero, 2017
Para su difusión

ARCOmadrid 2017

Eduardo F. Costantini fue distinguido por la Fundación Arco por su labor en la difusión del arte latinoamericano.
Como parte del reconocimiento, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, junto con el Ministerio de Cultura de Argentina, presentan la exposición “Una mirada a la Colección Costantini”, curada por la académica Estrella de Diego. Por primera vez podrá verse Baile en Tehuantepec de Diego Rivera, obra récord para el arte latinoamericano.

En una ceremonia especial en el auditorio de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, hoy la Fundación ARCO otorgó el Premio “A” al Coleccionismo a Eduardo Costantini por su labor en la difusión del arte latinoamericano y especialmente por la creación de MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, institución que fundó en septiembre de 2001, a partir de la donación de más de doscientas veinte obras –de prestigio internacional- de los principales artistas modernos y contemporáneos de América Latina.

Como parte de este reconocimiento, se inauguró hoy por la mañana Una mirada a la Colección Costantini, curada por la crítica de arte y académica Estrella de Diego, quien seleccionó trece piezas de los artistas argentinos Lucio Fontana, León Ferrari, Xul Solar, Víctor Grippo, Lidy Prati, Yente y las fotógrafas Grete Stern y Annemarie Heinrich.

El Director de la Real Academia, Fernando de Terán, dio la bienvenida y agradeció especialmente la posibilidad de exhibir en sus salas del siglo XVIII esta selección de piezas únicas del arte argentino y el privilegio de presentar por primera vez en Madrid la pintura de Diego Rivera, Baile en Tehuantepec, en diálogo con los maestros españoles.

Por su parte, Eduardo F. Costantini agradeció muy emocionado el reconocimiento y el esfuerzo de las diferentes instituciones españolas en plantear un diálogo con el arte argentino. También repasó el camino recorrido con su colección, que se presentó por primera vez en Madrid en 1999 en la Fundación La Caixa, cuando MALBA era aún un proyecto. Y hoy, luego de quince años, se ha transformado en una institución que es referente en la región, con una Colección pública que sigue creciendo.

En representación del Ministerio del Cultura, Ivan Petrella, Secretario de Integración Federal y Cooperación Internacional, destacó el aporte el museo a la escena cultural de nuestro país. Y finalmente Estrella de Diego, curadora de la exhibición presentó la selección de piezas y explicó: “En la pequeña selección que hice de la Colección Costantini intenté que se reflejaran los gustos de Eduardo, que estuvieran exhibidos algunos de sus artistas fetiches argentinos. La colección Costantini es única, hoy sería imposible formar una colección de este calado. Simplemente, porque los cuadros que tiene no salen fácilmente al mercado, no se encuentran más disponibles”, concluye la curadora.

Por primera vez puede verse en el contexto de la Colección Costantini la pintura de Diego Rivera, Baile en Tehuantepec (1928), la obra más importante del maestro mexicano en una colección privada y uno de los lienzos más grandes que pintó el artista durante su vida. Se trata de la última gran adquisición de Eduardo Costantini, que en mayo de 2016 marcó la cifra récord del arte latinoamericano por un valor de 15.750.000 de dólares. Se exhibió por vez primera en el MoMA en 1930 y en 1950 fue presentado en la XXV Bienal de Venecia. Estrella de Diego no duda al afirmar que “No hay tantos Riveras contundentes que no sean murales. Esta es una obra excepcional”.

Desde 1995 Baile en Tehuantepec pertenecía a una colección privada de Nueva York y estaba fuera de exhibición. Entre 1962 y 1995 la obra perteneció a la colección IBM Galería de Ciencia y Arte. Fue rematada en Sotheby´s en mayo de 1995, junto con Autorretrato con chango y loro (1942) de la artista Frida Kahlo, comprada también por Eduardo Costantini en esa misma subasta y hoy uno de los emblemas de la colección de MALBA. Tras estar fuera de exhibición en América Latina desde hace más de treinta años, la pieza se muestra ahora en Madrid y luego viajará al Palacio de Bellas Artes de México DF y en noviembre llegará a MALBA.

Los otros premiados por la Fundación ARCO, además de Eduardo F. Costantini, han sido Eduardo Hochschild (Perú), Fundación EDP (Portugal), Galila Barzilai-Hollander (Bélgica), Helga de Alvear e Isabel (España) y Agustín Coppel (México), reconociendo el valor artístico de los fondos de coleccionistas e instituciones, así como su labor en el apoyo a la difusión del arte contemporáneo.


La Colección Costantini visita la Academia

En palabras de Estrella de Diego: “La colección de Eduardo Costantini, que llega de visita, delinea el transcurso con ese entusiasmo infinito que permite a las obras contar la Historia y las historias; entusiasmo renovado para el cual cada nueva pieza adquirida es el tesoro más valioso, pues a través de ella es preciso volver a narrar el relato completo, aprender de las resignificaciones de unas piezas que han estado allí desde muy pronto. Es la cualidad más sobresaliente de la colección: la voluntad temprana y decisiva de su propietario por escoger obras especiales y descubrirlas en su valor antes que el resto de las miradas”, explica la curadora.

El encuentro entre la Colección Costantini y el acervo de la Academia se ejemplifica bien en el cuadro de Diego Rivera, Baile en Tehuantepec, pintado en 1928. Próximo a los maestros del Siglo de Oro español de la Academia, cerca de las pinturas de José de Ribera y Alonso Cano, el colorido cuadro de Diego Rivera habla del juego de ese Barroco español que se engalana y se hace exceso al cruzar el Atlántico y acaba por rebosarse en los muralistas. Baile en Tehuantepec muestra una escena de baile sandunga, con seis bailarines en indumentaria de vivos colores y bordados tradicionales. Pintado en la etapa de realismo social del maestro mexicano, se aparta del interés anterior de Rivera por las vanguardias europeas para reivindicar a la cultura de México y su identidad nacional.

No está solo este “nuevo antiguo maestro” en la visita de la colección académica. En otra sala del museo, cerca de los artistas de los siglos XIX y el XX de la Academia, Xul Solar, inventor de lenguajes y modos de ver el mundo, propicia un breve paseo por una pequeña historia del arte en Argentina a partir de un selecto elenco de obras de la colección Costantini. Desde tres acuarelas de Xul Solar, hasta una pieza escultórica de Víctor Grippo –fluctuando entre la ironía y lo poético-, pasando por Concetto spaziale, de 1962, obra de Lucio Fontana, el inventor de la herida en el lienzo y autor de una propuesta teórica esencial como el Manifiesto Blanco de 1946 –“Color, sonido, movimiento”-, esta breve historia del arte en Argentina trata de convocar a algunos de sus protagonistas.

Es el caso de Lidy Prati, una de las fundadoras de la Asociación Arte Concreto-Invención y próxima a la revista Arturo –artista, diseñadora, crítica de arte, amiga de Max Bill- que en su óleo delicadísimo de 1951 desvela muchas de las aspiraciones del grupo. Y es también el caso de otra artista argentina de origen judío, tal vez menos conocida, Yente, quien para muchos es la primera mujer en el país que empieza a trabajar con formas abstractas tan tempranamente como finales de la década de 1930.

Un precioso León Ferrari de 1962 –trazo preciosista, escritura de verso-, completa el paseo en la compañía de dos fotógrafas excepcionales que realizaron su trabajo en Argentina durante los años 40 y 50 del siglo XX: Annemarie Heinrich –retratista de las estrellas, rompedora, paisajista- y Grete Stern –Bauhaus y resistente, fotógrafa de realidades inesperadas-.

En relación a la exposición, Estrella de Diego comenta: “En esta breve historia, cada pieza de la colección Costantini propone un relato en el tiempo y el espacio y propicia a la vez un diálogo con otras piezas de la Academia, desbordando paredes y límites, invitando al espectador a buscar los ecos de Xul Solar en los equívocos de Arcimboldo; a la elegante escultura de Grippo en los vaciados clásicos; al autorretrato de Annemarie Heinrich en una plática sostenida con Goya mientras aprovecha la luz de la ventana para avanzar en su cuadro… Conversación, pues, privilegiada de dos colecciones que se encuentran y se reconocen en cierta urgencia para hallarse y empezar un diálogo, tal vez porque los ‘antiguos’ y los ‘nuevos maestros’, tan cerca –y de eso sabe mucho la colección de la Academia, por su misma idiosincrasia-, hablan con frecuencia unos lenguajes que permiten al espectador formularse las viejas preguntas para obtener respuestas diferentes”. 


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