Para finales de la década de 1940, Diego Rivera no sólo era el fundador más reconocido de la Escuela Mexicana de Pintura y el artista mexicano de mayor fama internacional, sino que se le consideraba un auténtico héroe nacional en el terreno de la cultura. Por ello, en el homenaje oficial que se le prodigó en el Museo de Artes Plásticas del Palacio de Bellas Artes se expuso su obra pictórica en estrecha asociación con el discurso nacionalista. Fernando Gamboa, museógrafo de la exposición y director del Departamento de Artes Plásticas del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), echó mano de argumentos esencialistas del nacionalismo posrevolucionario, en los que creía firmemente, para exponer su interpretación del papel de la pintura de Rivera en la cultura nacional. ... Seguir leyendo