15.01.2018

La oración femenina

Por Carlos Gamerro
Virginia Woolf

En el capítulo IV de Una habitación propia, Virginia Woolf afirma que la mujer que, a comienzos del siglo XIX, se disponía a escribir, descubría que “no había una oración general disponible para ella. (…) La oración habitual a comienzos del siglo XIX rezaba, quizás, más o menos así: ‘La grandeza de sus obras era un argumento no para detenerse, sino para seguir adelante. No había para ellos mayor satisfacción que el ejercicio de su arte y la incesante generación de verdad y belleza. El éxito induce al esfuerzo: el hábito ayuda al éxito’. Esta es una oración masculina; tras ella están Johnson, Gibbon y los demás. No es una oración adecuada para ser usada por mujeres. Charlotte Brontë, con sus espléndidas dotes para la prosa, tropezó y cayó con esa torpe arma en sus manos. George Eliot cometió atrocidades (…) Jane Austen la miró, se rió y desarrolló una oración perfectamente natural y bien formada, adecuada a su uso propio, y nunca se apartó de ella”.1

Virginia Woolf, según estas palabras, descubre algo femenino no solamente en los temas, en la sensibilidad, en el mundo representado, sino también en la elección de las palabras, la estructura sintáctica, la andadura rítmica, la longitud, la puntuación de las frases: es decir en lo que se conoce como los rasgos ‘puramente formales’. ... Seguir leyendo