14.09.2018

Walter Benjamin: materialismo y teología

Por Mariana Dimópulos

El Renacimiento imaginó una tripartición del pasado en historia de la naturaleza, historia del mundo e historia divina; hoy se habla de una historia cósmica, de una historia de la Tierra y una historia de la vida humana que se reparten diversamente, a diferencia del esquema renacentista, su prioridad una sobre las otras. Puestos a pensar la tarea actual sobre el saber del pasado, sus teóricos encuentran diversas fases: la reunión de documentos, las explicaciones, la exposición. Toda narrativa de la historia tiene un modo de exponerse, un modo de explicar, y unos datos en los que basarse, del testimonio oral al documento del archivo. También supone una idea del historiador y de su relación con el propio presente –en su nombre más genérico, esta relación fue llamada modernidad. A lo largo de su obra, todos estos problemas fueron pensados por Walter Benjamin, desde sus ensayos de juventud, pasando por el libro dedicado al Barroco, hasta el Libro de los pasajes, cuyo corolario teórico, las “Tesis sobre el concepto de Historia”, abren con la imagen del muñeco materialista unido por unos hilos al enano de la teología. Muchos, priorizando al primero, quisieron anular esta convivencia. Pero un acceso unívoco desde el materialismo se convierte en una trampa, al igual que el inverso, desde una supuesta creencia, pertenencia, teología. Se trata más bien de reconversiones. Quien quiera hacer de la obra de Benjamin exclusivamente una filosofía de la historia, o una teoría crítica del arte, o una rehabilitación de la mística más o menos teológica, habrá quedado fuera del carrusel. Solo en reconversiones son transitables, una cosa a la luz de la otra. Incluidos su compromiso político temprano y su intento de reformulación del materialismo histórico, donde conviven modelos renacentistas e iluministas con la urgencia revolucionaria del presente.
 Entendido como horizonte de expectativa, todo futuro puede volverse promesa de redención; entendido como espacio de experiencia, todo pasado puede volverse tradición (que es el otro nombre de la ley divina). Y también todo triunfo del materialismo histórico, sea hacia delante o hacia atrás, puede verse bajo el amparo de los saberes obrantes de lo teológico. Esto no deja de comportar graves riesgos. Pero el pensamiento de Benjamin nunca los evadió. Para esto desarrolló esa lenta dialéctica, que casi es mutua determinación de opuestos. Solo en esta lentitud forma imágenes como la del enigmático jugador de ajedrez, que no solo lega su estampa, sino el modo específico, raro, del movimiento en que hace sus jugadas maestras.

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Fragmento extraído del prólogo al libro Carrusel Benjamin, Buenos Aires: Eterna Cadencia Editora, 2017.

El curso Walter Benjamin: la cultura bajo crítica, a cargo de Mariana Dimópulos, tendrá lugar los lunes 24 de septiembre, 1, 8, 22 y 29 de octubre de 18:30 a 20:30. 

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