19:00
Cine
Rosita, de Verónica Chen Lola es una madre joven con tres hijos y una situación económica apremiante. Su padre, que viene a reparar su larga ausencia, le ofrece casa y ayuda. Lola deja a sus hijos al cuidado de su padre, pero al volver, descubre que ha desaparecido, llevándose consigo a su hija Rosita.
21:00
Prisioneros de la tierra, de Mario Soffici Desde su estreno Prisioneros de la tierra fue celebrada como un hito dentro de la historia del cine argentino, y con los años pasó a ser una referencia ineludible dentro de la tradición social y política del cine nacional y latinoamericano.
23:00
Los tallos amargos, de Fernando Ayala En el lenguaje general del film, como en los detalles, Ayala suele mostrar la competencia de un narrador que tan raras veces se ve en el cine argentino: la mirada silenciosa de un personaje, la dosificación del primer plano, el retroceso alarmado y conjunto de la cámara y del actor Carlos Cores ante los otros tres personajes que quizás descubran de pronto el crimen cometido.
18:00
Por la razón o por la fuerza, de Verónica Chen ¿Cómo convive el centollero con una frontera política en conflicto en su rutina de pescador? Un documental que muestra la vida cotidiana del Canal de Beagle, una frontera conflictiva que estuvo a punto de entrar en guerra durante la última dictadura militar.
20:00
Agua, de Verónica Chen Dos nadadores, uno casi al final de su carrera y el otro tratando de comenzarla, se buscan sí mismos y cruzan sus historias en el vado de un río. Para los personajes de esta película el agua es mucho más que la materia en la que nadan: es el espacio donde probar el cuerpo en relación inescindible con la mente, es decir, a ellos mismos en todo lo que son.
22:00
Un oso rojo, de Adrián Caetano Un oso rojo (Argentina, 2002) de Adrián Caetano, c/Julio Chávez, Soledad Villamil, Luis Machin, Agostina Lage, Enrique Liporace, René Lavand. 94’.
El tiempo perdido, de María Álvarez Un grupo de personas se reúne desde hace dieciocho años, en un bar de Buenos Aires, a leer una y otra vez el mismo libro: En busca del tiempo perdido de Marcel Proust. Atravesando sus recuerdos y emociones, con gran sentido del humor, el grupo le da a la novela un significado nuevo y personal.
24:00
Pajarito Gómez, de Rodolfo Kuhn Todos los recursos formales del film están puestos en función de la sátira, que empieza con el joven cantante y el negocio que lo sostiene, pero se extiende hacia los medios masivos de comunicación: las revistas, las fotonovelas, la radio y sobre todo la TV, medio que Kuhn conocía a fondo y sobre el que ironizaba desde su primer film.
Herbaria, de Leandro Listorti Como una excursión al quehacer de la preservación botánica y fílmica, Herbaria explora en sus procesos invisibles las derivaciones artísticas y políticas que las conectan.
Viaje sentimental, de Verónica Chen En su Viaje sentimental, Chen mira hacia atrás como si sintiera que va envejeciendo, pero sabiendo que aun es joven; y donde la sucesión “casi” absoluta de fotografías fijas –para no delatar el sorprendente final– le restituyesen experiencias que han dejado una marca temporal.
Mujer conejo, de Verónica Chen El film se construye desde una serie de convenciones de géneros populares el thriller político, el terror, la ciencia-ficción y hasta el melodrama-, de los que Chen se apropia para terminar transformándolos en otra cosa, más personal.
La tara, de Amparo Aguilar A partir del hallazgo de la banda sonora de Tararira, la única película surrealista argentina filmada en 1936, perdida desde entonces, y protagonizada por sus tíos bisabuelos, los hermanos Aguilar se disponen a desenmarañar la historia familiar en cruce con los grandes eventos políticos del siglo XX.
Vagón fumador, de Verónica Chen Vagón fumador se instala en una parcela del mundo homosexual en la medida en que éste le ofrece un campo de batalla propicio para el amor imposible de una muchacha recién salida de la adolescencia, que se adivina burguesa, en ruptura con su medio, enamorada con la entrega total, imprudente, de un primer amor.
Dar la cara, de José Martínez Suárez A través de tres personajes que se reintegran a la vida cotidiana tras terminar la conscripción, Viñas y Martínez Suárez construyeron un complejo entramado social en el que están representadas las tensiones universitarias, la decadencia del cine industrial y la venalidad del deporte profesional.
Presentación de libro Metrópolis, de Fernando Martín Peña La historia del emblemático film de Fritz Lang y de su recuperación en Buenos Aires es el tema de este libro, que será presentado por Elvio E. Gandolfo. Participarán además Julián Goldstein (editor) y Paula Félix-Didier (directora del Museo del Cine "Pablo Ducrós Hicken" y co-responsable del hallazgo).
Mujeres que trabajan, de Manuel Romero Romero descubre fílmicamente Buenos Aires como lo ha hecho con París René Clair y Yasujiro Ozu con Tokio.
La ciénaga, de Lucrecia Martel (Argentina-2000) de Lucrecia Martel, c/Graciela Borges, Mercedes Morán, Martín Adjemián, Leonora Balcarce, Silvia Baylé, Sofía Bertolotto. 103’.
La escalera caracol, de Robert Siodmak Uno de los primeros y más tremendos asesinos seriales de la historia del cine apareció en este film. Su objetivo son, como queda claro en una impresionante escena inicial, las muchachas que padecen algún defecto físico.
El ocaso de una vida, de Billy Wilder “Señor DeMille, estoy lista para mi primer plano”, clama una afectada Norma Desmond (Gloria Swanson) desde su escalera de mármol en la última escena, sin entender que el telón bajó para ella.
Los paranoicos, de Gabriel Medina Cuenta la historia de Gauna (Daniel Hendler), un joven que escribe pero nunca tuvo el coraje de enseñar su obra. Un hombre que en la intimidad expone una personalidad que parece censurar en su escasa vida social.
El acto en cuestión, de Alejandro Agresti Historia del mago Miguel Quiroga que roba un libro de un desconocido y se hace muy famoso.
Historias extraordinarias, de Mariano Llinás Un paisaje de hoteles, de oficinas aletargadas, de estaciones de servicio, de rutas atestadas de camiones, de caminos de tierra solitarios y vacíos. En ese cosmos preciso y detallado, el film acomete tres historias paralelas.
Yo, la peor de todas, de María Luis Bemberg Inspirada en el ensayo “Las Trampas de la Fe” de Octavio Paz, esta historia narra los últimos años de la célebre y bellísima Juana Inés de Cruz, conocida en Méjico como la Décima Musa, que se encierra a los veinte años en un convento para poder estudiar.
La antena, de Esteban Sapir Una fábula sobre padres e hijos narrada con un sentido del humor estoico y bastante marciano, y con un sistema estético propio, en el que las palabras se integran gráficamente a la acción y, eventualmente, la protagonizan.
La parte del león, de Adolfo Aristarain La parte del león (Argentina-1978) de Adolfo Aristarain, c/Julio De Grazia, Fernanda Mistral, Julio Chávez, Ulises Dumont, Arturo Maly, Luisina Brando, Beba Bidart. 85’.
P3ND3J5S, de Raúl Perrone Un musical hipnótico, con fantasmas, jóvenes skaters, una cumbiópera en tres actos y un epílogo. Un ballet de caras, de miradas, de deseo, de amor, de drama, de tragedia y de disparos.
El camino hacia la muerte del «Viejo» Reales, de Gerardo Vallejo La ópera prima de Gerardo Vallejo desarrolla la historia de la familia Reales, que el director había introducido ya en un cortometraje previo, Las cosas ciertas, realizado en el marco de la Escuela Documental de Santa Fe.
El exilio de Gardel, de Fernando Solanas Un grupo de exiliados argentinos montan en París un número musical para “curar” su nostalgia tanguera.
Tiro de gracia, de Ricardo Becher Una joven pareja deambula por la noche de la ciudad de Buenos Aires mostrando sus símbolos, sus personajes y secretos.
No abras nunca esa puerta, de Carlos Hugo Christensen Esta fue una de dos películas de Christensen basadas en relatos de William Irish. Se divide en dos episodios, ALGUIEN AL TELÉFONO y EL PÁJARO CANTOR VUELVE AL HOGAR, que implican muy diferentes planteos.
Silvia Prieto, de Martín Rejtman El día de su cumpleaños número veintisiete, Silvia Prieto decide cambiar de vida. Consigue trabajo de moza en un bar, se compra un canario y deja de fumar marihuana.
El gabinete del Dr. Caligari, de Robert Wiene + Música en vivo Esta es la mayor obra del expresionismo alemán en el cine. Caligari, un siniestro doctor, maneja mental y físicamente a las personas más allá de sus voluntades, una alusión al estado autoritario alemán que que acaba de ser derrotado en la guerra mundial.
Película sorpresa (Cineclub Nocturna) .
La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel Una mujer, en una distracción mientras conduce, atropella algo. Al cabo de unos días le cuenta a su marido que ha matado a alguien en la carretera.
Metrópolis con música en vivo, de Fritz Lang Un clásico fundacional en su versión definitiva, restaurada en Alemania a partir del hallazgo en Buenos Aires de una copia integral. Se verá con música en vivo compuesta e interpretada por la National Film Chamber Orchestra que coordina Fernando Kabusacki.
Apenas un delincuente, de Hugo Fregonese Un oficinista decide “salvarse” quedándose con el dinero de los sueldos de la empresa para disfrutarlo a la salida de la cárcel, pero el sufrimiento de su familia y la desconfianza que le tiene a su hermano le harán planear una fuga.
La tregua, de Sergio Renán La tregua hace honor a su nombre en lo que se refiere a las imágenes que brinda sobre la homosexualidad masculina. Por un lado está Jaime, el hijo gay del protagonista, que es triste, melancólico y atormentado. Pero, por el otro lado, está Santini, el verdadero héroe de la película.
Pizza, birra, faso, de B. Stagnaro y A. Caetano Este film demostró de manera irrefutable la existencia de una nueva generación que era capaz de lograr lo que ya no lograban sus mayores: un film enteramente verosímil, representativo de una generación joven
Invasión, de Hugo Santiago La invasión está llegando por Aire, Mar y Tierra, nos superan en cantidad y en calidad de armamentos, la derrota es inminente. No podemos hacer otra cosa que salir a luchar y si es necesario, morir defendiendo nuestro suelo.
Muro de tinieblas, de Curtis Bernhardt Muchos de los protagonistas del cine negro son héroes de guerra que regresan con alguna herida física, mental o emocional que condiciona su reinserción en la "normalidad social” de la posguerra. Aquí el soldado traumatizado es Robert Taylor, cuyo cerebro confundido no puede reconstruir si fue testigo de un crimen violento o si directamente lo cometió.
Mientras la ciudad duerme, de John Huston La meticulosa planificación de un atraco a una joyería, por parte de una banda de delincuentes, le sirve a Huston para ofrecer un relato lleno de intensidad, amén de un realista e insuperable estudio de los personajes y sus motivaciones.
La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock Vale la pena revisitar esta película, cercana a la sociedad, la misantropía tierna, la crueldad realista, construida además como una memorable obra de teatro de múltiples escenarios.
La dama fantasma, de Robert Siodmak Este es el primero de una extraordinaria serie de policiales negros de Siodmak, en este caso bajo la tutela de la productora Joan Harrison, quien venía de trabajar varios años con Alfred Hitchcock.
El rostro de la medusa, de Melisa Liebenthal De un momento a otro, la cara de Marina cambió. Como en una pesadilla kafkiana, un día alrededor de sus treinta años su rostro dejó de ser lo que era. ¿Quién es Marina ahora? A través de su historia, la película se sumerge en una indagación sobre el significado del rostro, núcleo de nuestra identidad y de cómo nos encontramos con los otros, ya sean humanos o no humanos.
Pánico, de Edward Dmytryk Pánico es la crónica brutal y minuciosa de un femicida, un francotirador certero que pone a las mujeres en el blanco de su rifle.
Cuéntame tu vida, de Alfred Hitchcock Este es un film atípico en la filmografía de Hitchcock y sus devotos están lejos de considerarlo entre sus preferidos. Contiene, sin embargo, algunas de las imágenes más sugestivas de toda su obra y fue pionero en varios sentidos.
Sin conciencia, de Bretaigne Windust Bogart interpreta a un fiscal que procura desbaratar una organización nacional de asesinos a sueldo. Producida de manera independiente por Milton Sperling, la película es uno de los ejemplos más violentos de todo el ciclo noir y además sorprende por el vigor de su estructura narrativa.
Dillinger, de Max Nosseck Tierney domina literalmente el film y en su momento lo transformó en uno de los más influyentes del film noir, en compañía de un elenco perfecto en el que se destacan también el gángster perpetuo Marc Lawrence y el genial Elisha Cook, Jr.
La viuda negra, de Nunnally Johnson Un productor de Broadway contrata a una escritora. Cuando ella aparece muerta en su apartamento, todas las sospechas recaen sobre él.
Adiós, muñeca, de Dick Richards La novela de Chandler había sido adaptada en 1942 (como The Falcon Takes Over) y en 1944 (como Murder, My Sweet), pero en 1975 apareció sorpresivamente esta tercera versión que puede considerarse definitiva.
Devoción de mujer, de John Sturges Durante la década de 1950 el noir abandonó poco a poco las sombras opresivas de la noche y llevó sus intrigas ominosas a plena luz del día, al mismo tiempo que el suspenso y la tensión, basados en acción concreta, comenzaron a ganarle terreno a la sugestión de los climas casi abstractos de muchos films de los cuarenta.
La casa nº 322, de Richard Quine Un asalto sangriento, una rubia irresistible, un policía con pocos escrúpulos. Estos ingredientes clásicos del género son barajados con mano maestra en este noir donde importan mucho las apariencias, porque todos los personajes vigilan o son vigilados.
Envuelto en las sombras, de Henry Hathaway Un detective privado, que casi vive en la miseria, descubre un día que lo están siguiendo. Tras acorralar a su perseguidor, averigua que actúa a las órdenes de un antiguo socio con el que acabó enemistado. Poco después se ve envuelto en un calculado plan de asesinato.
Amor que mata, de Robert Siodmak Un hombre tímido se enamora pero no consigue librarse de su hermana, que es posesiva hasta la patología. Este film excelente y poco conocido tiene un pequeño misterio: fue la primera producción de Joan Harrison, que se desempeñó como secretaria y productora asociada de Hitchcock durante varios años.
Martes trágico, de Hugo Fregonese Este film es una verdadera sorpresa, no sólo porque contiene una de las más extremas interpretaciones de Edward G. Robinson, sino porque se trata de un policial sin concesiones que Fregonese narra con gran economía de textos y abundancia de suspenso y acción dramática.
Festín diabólico, de Alfred Hitchcock La soga es recordada por la decisión de Hitchcock de filmarla de manera que pareciera un único plano continuo. Como tal pretensión era imposible técnicamente en ese momento, Hitchcock disimuló los cortes en cada momento oportuno.
Pánico en las calles, de Elia Kazan Elia Kazan diagrama una narración en el cruce inquietante entre el claroscuro y la visión pesadillesca del expresionismo y el realismo callejero que la posguerra le adosó al cine negro, con profundidad de campo, filmación en locaciones y tendencia a tomas largas al borde del plano secuencia.
La noche del cazador, de Charles Laughton Única y maravillosa obra del gran actor que fue Charles Laughton, su relativo fracaso inicial (comprensible por su profunda originalidad expresiva), no hizo más que aumentar el impacto para las generaciones anteriores.
Pasiones de fuego, de Anthony Mann La voz en off de la protagonista, sobre una ominosa queja de Theremin, indica desde el comienzo que el punto de vista de este film será femenino, decisión poco usual en el noir pero muy importante para el tono de este film.
Arrostrando la muerte, de Robert Florey El tema es puro noir: veterano de guerra con amnesia trata de recuperar su pasado y se mete en una maraña que lo convierte en víctima simultánea del hampa y de la policía.
El camino del pecado, de Ken Hughes Una trama paralela de secretos ocultos y una historia policial que termina por apoderarse del film, cuya franqueza temática fue objetada por la censura de varios países en el momento de su estreno.
Siniestra obsesión, de Jules Dassin Harry Fabian trabaja a comisión como gancho de un club, pero es ambicioso y sueña con hacerse independiente. Para conseguirlo no dudará en embaucar al campeón del mundo de lucha greco-romana para que se enfrente a su hijo Kristo, que controla la lucha en Londres.
Entre rejas, de Jules Dassin “Nada está bien. Nunca lo estuvo, ni nunca lo estará. Mientras no estemos fuera”. Manifiesta Joe Collins a sus compañeros de celda. La acción de Entre rejas transcurre en la penitenciaría Westgate, donde los reclusos viven hacinados y son torturados por los guardas.
Alma en la sombra, de Richard Fleischer Cuando Jim Fletcher sale del estado de coma, descubre que será llevado ante un Tribunal Militar para ser sometido a un consejo de guerra por haber traicionado a sus compañeros en un campo de concentración japonés durante la Segunda Guerra Mundial.
Los condenados no lloran, de Vincent Sherman En un mundo dominado por los hombres, Ethel Whitehead aprende que para sobrevivir sólo hay un camino: ser seductora y, a la vez, poseer un fuerte carácter. Es así como Ethel decide escalar puestos en la sociedad a través de relaciones interesadas con el sexo opuesto.
El rata, de Sam Fuller Al final de su jornada laboral, un carterista descubre que ha robado sin querer un microfilm misterioso, que resulta estar vinculado con siniestros espías comunistas.
El beso mortal, de Robert Aldrich Una rubia que corre descalza y desesperada se cruza con el convertible muy veloz de Mike Hammer. A partir de ahí, todo es original: desde el mensaje que deja la rubia en la mano de Hammer (“Recuérdame”) hasta el final literal y totalmente explosivo.
El cartero llama dos veces, de Tay Garnett Durante la Gran Depresión de los años 30, Frank Chambers (John Garfield), un hombre que vaga sin rumbo, empieza a trabajar en un bar de carretera, regentado por un hombre mayor y por Cora (Lana Turner), su joven, bella e infeliz esposa.
Acorralado, de Edward Dmytryk Con una secuencia inicial de un realismo que podría pertenecer a una película europea de posguerra, Edward Dmytryk se ubica con Acorralado entre los más conscientes creadores de un film noir que amplifica su visión trastornada gracias a los efectos del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Pasaporte a la muerte, de John Farrow La gran idea del film es hacer que el héroe resulte ser una estrella de cine de acción, personaje genial a cargo de Vincent Price. Casi todo el film fue dirigido por Farrow (padre de Mia) pero hay algunas zonas, como el final, con abundante cámara en mano cuando aún era una rareza en Hollywood, que quedaron a cargo del gran Richard Fleischer.
El hombre que supo perder, de Stuart Heisler Una película bisagra entre el cine de gángsters y el film noir, con escenas crudas de violencia física y algunos papeles secundarios antológicos, como el matón interpretado por William Bendix.
La rubia satánica, de Jack Bernhard El título original menciona a una “rubia gélida” pero, por una vez, su título de estreno en castellano es mucho mejor. La protagonista no se detiene ante nada ni nadie para satisfacer sus caprichos y, aunque le falta inteligencia, le sobra maldad.
Se acerca la noche, de Jacques Tourneur Un hombre inocente se convierte en fugitivo de la justicia mientras trata de reconstruir los hechos que le implicaron en un asesinato y un robo que no cometió.
Huracán de pasiones, de John Huston El veterano de guerra Frank McCloud arriba a Cayo Largo, para visitar al padre y a la viuda de un compañero caído en combate, los cuales regentan el hotel Largo, donde Frank se hospedará. Pero su estancia se verá afectada, ya que en el hotel se aloja también un grupo de gánsteres
Muerte en un beso, de Nicholas Ray Humphrey Bogart, verdadera leyenda de la historia del cine, encarna a Dix Steele, un famoso guionista de Hollywood que desde hace tiempo no logra escribir un éxito y que de pronto se convierte en el único sospechoso de un crimen.
Bullitt, de Peter Yates McQueen recibe la misión de custodiar a un testigo, pero algo le huele mal y tiene razón: en poco tiempo estalla a su alrededor una compleja trama de corrupción que le exige proceder con una autonomía que no tiene.
Los sobornados, de Fritz Lang Una de las obras más importantes del director, que comienza con la investigación de un policía sobre el suicidio de un compañero, pero se transforma en una historia de venganza.
Morir matando, de Jean-Pierre Melville Las leyendas –epigramas de resonancia míticas- que aparecen al comienzo de las películas de Melville funcionan como textos sagrados apócrifos: sentencias en la que las palabras parece revestirse a través de las escritura de una pureza que la oralidad no tiene, para revelarse finalmente tan ambigua como aquella.
Malou, de Jeanine Meerapfel La joven Hannah procura comprender su presente -y sobre todo su presente sentimental- indagando sobre su madre, Malou, una mujer que en el pasado ha sacrificado la posibilidad de una vida independiente para acompañar al hombre amado.
La amiga, de Jeanine Meerapfel Bayer realizó la investigación e integró el equipo de guionistas de este film, que se cuenta entre los muy pocos del período en tematizar las variables responsabilidades de la sociedad civil durante la dictadura. El tema se desarrolla a partir de la amistad entre dos mujeres que viven el régimen militar de modos muy distintos.
Metrópolis, de Fritz Lang Un clásico fundacional en su versión definitiva, restaurada en Alemania a partir del hallazgo en Buenos Aires de una copia integral. Se verá con música en vivo compuesta e interpretada por la National Film Chamber Orchestra que coordina Fernando Kabusacki.
Trenque Lauquen, de Laura Citarella Una mujer desaparece. Dos hombres salen en su busca: ambos la aman. ¿Por qué se fue? Cada uno de ellos tiene su propia sospecha, y la oculta al otro que misteriosamente nunca llega a ser su rival. Ninguno tiene razón pero ¿alguien la tiene?