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Un conflicto entre tribus rivales en el Congo requiere la intervención de las autoridades británicas en la zona. En su argumento y ambiente, el film reproduce los tópicos de la literatura juvenil de esa época y en ese sentido es un tipo de ficción que hoy ya no existe. Pero a pesar de ello tiene un par de valores adicionales, no del todo previstos. Por un lado, las cámaras de Korda se fueron realmente al África y registraron allí buena parte del extraordinario material antropológico del film. Por el otro, la presencia del inmenso Paul Robeson, que interpreta a un atorrante que de carambola llega a ser jefe de los suyos y luego debe merecerlo. Aunque era estadounidense, Robeson encontró muchas más oportunidades para trabajar en el cine en Gran Bretaña que en su país, no sólo a causa del racismo sino también del anticomunismo. Parece que Hitchcock estuvo cinco minutos involucrado en la producción de este film y ahora eso basta para que su nombre figure “como codirector no acreditado” en la IMDB.