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Experiencia abierta:
feedback e integración

Por Fiorella Tálamo, Diego Murphy y Laura Scotti

El área de educación del museo cuenta con programas dirigidos a niños, adolescentes y a adultos, que incluyen desde los recorridos a las exposiciones abiertas al público general, hasta propuestas para público con discapacidad, adultos mayores y grupos universitarios. que se fueron construyendo a través de los años. Los dos programas iniciales en MALBA fueron el programa escolar y las visitas regulares y, como programa educativo para adultos, el primero que surgió fue Experiencia abierta, destinado a personas ciegas y con disminución visual. El museo abrió en 2001 y las primeras experiencias se realizaron hacia el segundo semestre del 2002, aproximadamente.

En este momento, MALBA fue pionero e innovador con respecto a la implementación de estas propuestas, y lo sigue siendo hoy en día al experimentar con proyectos para públicos nuevos como adolescentes o primera infancia.

Se tomó la decisión de iniciar por las personas ciegas y disminuidas visuales dado que había otras experiencias en museos de la Ciudad de Buenos Aires (como talleres o visitas), pero éstas no eran parte de un programa, sino que se relacionaban solo con la accesibilidad. Entonces se empezaron a hacer intercambios con esos museos, a fin de ver cómo eran esas experiencias y también qué ofrecían otras instituciones especializadas, como la biblioteca para las personas ciegas y diferentes asociaciones. En un momento, se llegó a intercambiar con gente de la ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles), de Madrid, España, para profundizar en qué se estaba trabajando, cuáles eran las adaptaciones, qué era lo que primaba, qué era lo que se entendía respecto a la accesibilidad. También se realizaron algunas experiencias y se continuó con la capacitación para personas ciegas, para que dieran su feedback acerca de qué recursos serían los más útiles para ellos.

Experiencia abierta 

En ese sentido, cada programa se fue ajustando y mutando desde que comenzó. Por ejemplo, el programa Experiencia abierta al principio solo transcurría en la biblioteca del museo, y no en las salas de exhibición. Se pensó inicialmente en tener un material didáctico similar a réplicas de algunas obras, y realizar la experiencia a partir de una percepción táctil y de una narrativa acerca de la biografía del artista o la producción de esa obra, según una concepción más tradicional. Después, a partir del intercambio con esos grupos y de lo que se fue discutiendo al interior del equipo, se fue definiendo qué era lo que se quería ofrecer como aquello queal público le servía más, qué le resultaba más significativo. De allí surgió que las mismas personas ciegas o disminuidas visuales decían que reducir la experiencia a un espacio cerrado como la biblioteca, donde todo se centraba en el tacto de una escultura, por ejemplo, limitante.

Se siguieron haciendo pruebas piloto, hasta que se empezó a combinar la experiencia en parte en la biblioteca y en parte en las salas. En las salas se empezó a trabajar con la descripción de obras, en la dirección de una visita y un programa educativo más universal, con otros estímulos, incorporando los distintos sentidos dentro de un abanico mucho más amplio. La mayoría de las personas, además, no nacen ciegas, sino que en muchos casos pierden la visión —por algún motivo como enfermedad o accidente— cuando ya son adultos, con lo cual se pueden realizar descripciones de las obras. Muchos conocen los colores, tienen un montón de memoria del mundo que hace que uno no necesariamente se tenga que centrar en la percepción táctil. Entonces se empezó a trabajar en una visita que apelara a diferentes recursos, como por ejemplo el olor, la música, la experiencia en sala, la descripción del espacio del museo, las temperaturas acerca de los espacios y los materiales; así se fue enriqueciendo mucho más la experiencia de visita.

Lo que hizo esta nueva modalidad fue correr el eje hacia lo narrativo, ya sea del contexto, ya sea en la exhibición de obras o el intercambio con el mismo grupo. Muchas veces las personas ciegas no tienen ganas de tocar, no quieren que éste sea el único recurso. El feedback fue lo que nos permitió hacer el quiebre con la concepción estereotipada de reducir todo al tacto.

Cada programa hoy en día tiene una metodología bastante similar, porque a partir de estos pilares se fue trabajando en hacer una experiencia que sea posible para la diversidad de públicos, más allá de que cuando vienen grupos nucleados dentro de instituciones, sea de adultos mayores, de personas ciegas o con discapacidad intelectual. Se intenta que si en una visita regular, abierta al público, se suma una persona ciega o con discapacidad, se pueda integrar a esa experiencia. No va a ser lo mismo que dentro del programa, porque es una experiencia especializada y para un grupo que viene nucleado por medio de una institución.

Experiencia abierta

Cada público tiene sus características y sus dinámicas. El poder trabajar con distintos grupos y programas tan amplios, permite ver cómo se vinculan. Es muy frecuente que cuando una persona con discapacidad —una persona ciega, una persona sorda— participa de una visita abierta al público general, esa situación queda desatendida.. En este caso, al tener la experiencia de estos programas, se puede ofrecer lo contrario: evidenciar la situación y generar las condiciones para integrar a las personas. También es frecuente que la misma persona con discapacidad, acostumbrada a que se le excluya, se autoexcluya: se quedan atrás, no preguntan; es ahí que se intenta revertir esa situación e invitarlos a que se acerquen.

Como resultado de la capacitación vinculada al abordaje de la discapacidad, se toma la decisión de centrarse en el paradigma de la diferencia, que tiene que ver con no trabajar con el diagnóstico o la concepción médica de la discapacidad como algo que hay que suplir, reponer o rehabilitar, sino concebir a todas las personas en su diversidad. En el equipo se debate constantemente el término “discapacidad”, porque en realidad las personas que se entienden como “convencionales” también tienen limitaciones o modos de funcionar distintos. Desde un inicio estuvo la idea de trabajar lo que se llama apoyos, un plan de acción que implica trabajar en conjunto con las personas, justamente para brindar un entorno accesible, para generar las condiciones que la persona necesita para tener esa experiencia, cualquiera sea su condición.

Fiorella Tálamo, Diego Murphy y Laura Scotti forman parte del equipo de educación de MALBA.

Experiencia abierta
Visitas para ciegos y disminuidos visuales, con acompañantes,
a partir de los 19 años.
Actividad gratuita con reserva previa.
Duración: 60 minutos aproximadamente.
Cupo máximo: 12 personas.
Horarios y consultas 

 

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