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Programación diciembre 2011

CICLO

Estar en el misterio

Durante todo el mes

 

Todo lo que “no se puede comprender o explicar” es un misterio y el cine está lleno de ellos. A veces son sólo misterios aparentes, que ceden ante una indagación, y otras veces se mantienen insondables, secretos y tenazmente irracionales. malba.cine dedica todo el mes de diciembre a revisar films sobre misterios de muy distinto tipo, pergeñados por realizadores como Dario Argento, Peter Brook, Luis Buñuel, John Carpenter, Carlos Hugo Christensen, Carl T. Dreyer, Jean Epstein, Jerzy Kawalerowicz, David Lynch, Roman Polanski, Eric Rohmer, Jacques Tourneur y Peter Weir, entre varios otros.

 

Un perro andaluz (Un chien andalou, Francia-1929) de Luis Buñuel, c/Pierre Batcheff, Simone Mareuil.16’.

El film surrealista más célebre de todos los tiempos es una sucesión de imágenes inquietantes, presuntamente oníricas de Buñuel y Salvador Dalí, unidas de tal manera que evocan la misteriosa lógica narrativa de los sueños. Se verá en doble programa con La caída de la casa Usher, con acompañamiento de música en vivo.

 

La caída de la casa Usher (La chute de la maison Usher, Francia-1928) de Jean Epstein, c/Jean Debucourt, Marguerite Gance, Charles Lamy, Fournez-Goffard. 50’, aprox.
A través de múltiples sobreimpresiones, travellings inverosímiles y diversas velocidades de rodaje, Epstein describe el misterio progresivo que afecta el entorno de Roderick Usher, la obsesión que lo lleva trasladar literalmente el alma de un ser vivo a un cuadro y, eventualmente, el tormento que supone para él la perturbación de sus sentidos y la certeza de que su mujer ha sido enterrada viva. En la historia del cine, esta versión libre del relato homónimo de Poe, que además incorpora elementos narrativos de otros cuentos del autor, permanece como el ejemplo paradigmático del llamado “impresionismo” cinematográfico francés. Se verá con música en vivo compuesta e interpretada por la National Film Chamber Orchestra, que coordina Fernando Kabusacki.

 

Vampyr (Vampyr – Der Traum des Allan Grey, Alemania / Francia-1932) de Carl T. Dreyer, c/Julian West, Maurice Schutz, Rena Mandel, Sybille Schmitz. 75’.
De las muchas miradas sobre el vampirismo que ha dado la historia del cine, Vampyr debe ser la más misteriosa, en el sentido más riguroso del término. Se supone que está inspirada en textos de Sheridan Le Fanu, pero su relación con ellos es la misma que podría tener con algunos relatos de Lovecraft o de Edgar Allan Poe. El carácter de fantasía onírica que Dreyer quiso para su film fue logrado en parte por la escenografía de Hermann Warm y la fotografía de Rudolph Maté (que ya habían colaborado con el realizador en La pasión de Juana de Arco). Pero también por la música de Wolfgang Séller, adelantada a su tiempo en materia de sugestión sonora, y por el hecho de que se trata de una obra que recupera la riqueza atmosférica y la libertad expresiva del último cine mudo.

 

El misterio del tercer piso (Stranger on the Third Floor, EUA-1940) de Boris Ingster, c/Peter Lorre, John McGuire, Margaret Tallichet, Charles Waldron, Elisa Cook, Jr. 64’.

Un joven contribuye a condenar a un sospechoso de homicidio, pero poco después él mismo es acusado de un crimen que no cometió y su novia se verá obligada a resolver el misterio. Se considera a esta película inmediata antecesora del film noir, que oficialmente comenzó poco después con El halcón maltés de John Huston. Tiene una de las escenas de pesadilla más francamente expresionistas de la historia del cine y una participación breve pero inolvidable de Peter Lorre como el loco de la bufanda.

 

La marca de la pantera (Cat People, EUA-1942) de Jacques Tourneur, c/Simone Simon, Kent Smith, Tom Conway, Jack Holt, Jane Randolph. 73’.

Una muchacha cree ser heredera de una maldición ancestral que la transformará en pantera si consuma su matrimonio. Obra maestra esencial del género fantástico y quizá el título más representativo del productor Val Lewton, que en todo su cine se especializó en borrar las fronteras entre lo real y lo imaginario. Su principal aliado en este caso fue el realizador Jacques Tourneur, maestro en el arte de dar cuerpo a lo abstracto mediante recursos de pura expresividad cinematográfica. 

 

En la noche del pasado (Random Harvest, EUA-1942) de Mervyn LeRoy, c/Ronald Colman, Greer Garson, Philip Dorn, Susan Peters, Henry Travers. 126’. Doblada al castellano.
LeRoy es autor de obras maestras todavía por descubrir como Mundos opuestos (East Side, West Side), Sombras de tormenta (Home Before Dark) y El diablo a las cuatro (The Devil at 4 O’Clock). Pero este melodrama sin cortapisas es un buen aperitivo para los platos más fuertes de este director de segunda línea, línea que constituye la grandeza de un cine. Porque no fueron los genios siempre impredecibles y erráticos los que hicieron la solidez del cine clásico norteamericano, sino la línea media; esa compuesta por Curtiz, Litvak, Negulesco y por este Mervyn Leroy, capaces de sacar un film de la guía de teléfonos aunque con un reparto más reducido de participantes. Texto de Ángel Faretta.

 

Tarzán y el desierto misterioso (Tarzan’s Desert Mystery, EUA-1943) de William Thiele, c/Johnny Weissmuller, Nancy Kelly, Johnny Sheffield, Otto Kruger, Joseph Sawyer. 70’.

En este film de la serie original, cuando Tarzán era aún interpretado por Johnny Weissmuller, el héroe visita territorios vagamente árabes para obtener un suero contra la malaria. En el camino practica su temprano sentido de la ecología (“Animales ser libres, como todos los seres”), combate bestias prehistóricas, enfrenta a los nazis y libra una batalla contra una araña gigante. Hoy en día se extrañan personajes totalmente analógicos como Tarzán, creados en una época en la que buena parte de la geografía del mundo era aún un misterio.

 

Safo – Historia de una pasión (Argentina, 1943) de Carlos Hugo Christensen, c/Mecha Ortiz, Roberto Escalada, Eduardo Cuitiño, Guillermo Battaglia, Mirtha Legrand, Nicolás Fregues. 98’.

El sexo siempre importa en el cine de Christensen, pero sobre todo en sus melodramas (donde tiende a ser representado como un misterio traumático), porque en ellos el realizador dio rienda suelta a sus fantasmas, que eran los de casi todo homosexual del período, obligado a la represión y a la apariencia. Hoy resulta sorprendente pensar que Safo (sobre Daudet) pudo ser confundida durante años con una historia de amor heterosexual, cuando casi nada de lo que ocurre en el film tiene el menor sentido (la recargada intencionalidad de los diálogos de la protagonista Mecha Ortiz, todo lo que se dice sobre su personaje, la risa que provocan sus relaciones con Roberto Escalada) a menos que Ortiz esté representando en realidad a un hombre o Escalada a una mujer.

 

Yo caminé con un zombie (I Walked with a Zombie, EUA-1943) de Jacques Tourneur, c/James Ellison, Frances Dee, Tom Conway, Edith Barrett. 69’.
Uno de los films emblemáticos del productor Val Lewton, que supo hacer milagros en la RKO de los ’40 trabajando siempre con presupuestos exiguos. El título impactante  oculta una versión libre de Jane Eyre, condimentada con rituales vudú, calypsos, amores desencontrados y la posible convivencia con muertos vivientes. Como en todo su cine, Tourneur logra un máximo de sugestión psicológica trabajando siempre sobre  lo abstracto, lo misterioso, lo innombrable. Se estrenó en el Río de la Plata con un título aún más curioso que el original: Yo dormí con un fantasma.

 

Bernadette (Song of Bernardette, EUA-1943) de Henry King, c/Jennifer Jones, Charles Bickford, Vincent Price, Lee J. Cobb, William Eythe, Gladys Cooper. 156’.

El principal misterio de este film es el de la fe y se despliega sobre una población francesa cuando una adolescente asegura que “una hermosa dama” se le aparece y le habla en el basurero de la ciudad. Hacía falta una sensibilidad como la de Henry King, realizador subestimado y clave entre la gran generación de directores norteamericanos que fueron formados por (y sucedieron a) David W. Griffith, para llevar este tema a un plano prioritariamente ético y espiritual. Jennifer Jones logró la actuación de su vida como eje de un elenco de notables.

 

Cuéntame tu vida (Spellbound, EUA-1945) de Alfred Hitchcock, c/Ingrid Bergman, Gregory Peck, Leo G. Carroll, Mickael Chekhov, John Emery. 111’.
Este es un film atípico en la filmografía de Hitchcock y sus devotos están lejos de considerarlo entre sus preferidos. Contiene, sin embargo, algunas de las imágenes más sugestivas de toda su obra y fue pionero en varios sentidos: introdujo de manera explícita el psicoanálisis por primera vez en una intriga de misterio y reflejó de manera temprana y original el estado anímico de la posguerra. En este sentido el film tiene un correlato en una película alemana de Georg W. Pabst titulada Misterios de un alma, hecha en 1925, que, de un modo similar, sintetizó en la primera posguerra el interés por las teorías de Freud y planteó un enigma -no policial sino intimista- cuya solución se encuentra en las imágenes surreales que sueña el protagonista. El film de Hitchcock también fue pionero en el uso que hizo el músico Miklos Rozsa del particular sonido del Theremin, abuelito de los instrumentos electrónicos. Su particular ulular se transformó en el perfecto equivalente sonoro de la sensación de extrañamiento e inestabilidad psíquica.

 

La dama del lago (Lady in the Lake, EUA-1946) de Robert Montgomery, c/Robert Montgomery, Audrey Totter, Lloyd Nolan, Tom Tully, Leon Ames. 103’. Doblada al castellano.

Este fue el más atípico film noir producido durante el apogeo del género y constituye un ejemplo extremo de intención experimental, sólo comparable a La soga de Hitchcock. Así como en ese film el director británico extremó las posibilidades del plano secuencia, en éste su realizador y protagonista Robert Montgomery decidió resolver la intriga (de Raymond Chandler) mediante el uso casi exclusivo de la imagen subjetiva, pensada como un equivalente cinematográfico de la prosa en primera persona.

 

Amo el misterio (The Unknown, EUA-1946) de Henry Levin, c/Jim Bannon, Barton Yarborough, Karen Morley, Jeff Donnell, Robert Scott, Robert Wilcox. 70’.

En un prólogo bastante atípico, una voz en off nos presenta a los principales personajes del drama y a la locación excluyente, una elegante mansión sureña, escenario de un amor trágico y de una muerte oculta. Esa voz en off corresponde a un personaje ya muerto (cuatro años antes de que el mismo recurso se hiciera célebre en Sunset Blvd.) y tras una elipsis de dos décadas comienza a revelarse la intriga. I Love a Mystery era el título de una popular serie radiofónica norteamericana, sobre la cual la empresa Columbia produjo algunos films como éste, de calidad bastante superior al promedio de la clase B del período.

 

El misterioso tío Sylas (Argentina, 1947) de Carlos Schlieper, c/Elisa Galvé, Francisco de Paula, Ricardo Galache, Homero Cárpena, María Santos, Elsa O'Connor. 82’.

Una joven heredera queda a merced de indecibles fuerzas hostiles en este extraño esfuerzo de Schlieper por acercarse a la literatura romántica. Una institutriz siniestra interpretada con entusiasmo diabólico por Elsa O’Connor, conductas inexplicables, muertes súbitas y un profundo tono de misterio dominan esta rareza, basada en Sheridan Le Fanu, uno de los autores fundacionales del mito del vampirismo por su célebre Carmilla. 

 

Como tú lo soñaste (Argentina, 1947) de Lucas Demare, c/Guillermo Battaglia, Enrique Chaico, Sebastián Chiola, José María Gutiérrez, Mirtha Legrand, Adolfo Linvel. 97’.
Un hombre recibe la noticia de que es padre de un niño, lo cual le sorprende mucho porque no recuerda haber conocido a la madre. Ese punto de partida intrigante deriva en un melodrama completamente inusual y por momentos casi expresionista, realizado con virtuosismo por Demare. Fue una de las últimas películas que hizo el núcleo fundador de la empresa Artistas Argentinos Asociados antes de dividirse a causa del peronismo.

 

Los verdes paraísos (Argentina, 1947) de Carlos Hugo Christensen, c/Guillermo Battaglia, Aída Luz, Carlos Thomson, Eduardo Cuitiño. 88’.
El tema procede de un cuento de Horacio Quiroga: un hombre atraviesa un extenso período de tiempo en estado inconsciente, durante el cual abandona la mediocridad de su existencia, se transforma es un escritor célebre y conquista a una joven hermosa. Al volver en sí, padece primero la incertidumbre lógica de su misteriosa amnesia y después comienza a sentirse, insólitamente, un usurpador de logros ajenos. Como en todos los films donde debió lidiar con tensiones emocionales desgarradoras y profundas, Christensen despliega la imaginación visual necesaria para volver aparente un drama que es personal y abstracto. Un prodigioso empleo de la luz, la preferencia por la expresividad de los rostros y la violencia con que se vuelven visibles los espectros interiores del protagonista, son algunos de los rasgos más destacados de esta obra mayor que merece revisarse.

 

Su única salida (Pursued, EUA-1947) de Raoul Walsh, c/Robert Mitchum, Teresa Wright, Judith Anderson, Dean Jagger, Harry Carey, Jr. 101’.
La muerte persigue durante décadas al protagonista de este film, a causa de un misterio trágico que le han ocultado. Finalmente llega a la verdad, pero sólo después de soportar varias tragedias, resistir en vano impulsos posiblemente incestuosos y padecer la furia vengadora de un hombre manco que parece vivir dedicado al odio. En tema y tono, esta obra maestra de Walsh está más cerca del policial negro que del western, sobre todo por la presencia de fuerzas tremendas que determinan el destino del protagonista por encima de cualquier decisión propia.

 

El crimen de Oribe (Argentina, 1950) c/Roberto Escalada, Carlos Thompson, Raúl de Lange, María Concepción César. 87’.
Basado en la novela corta de Adolfo Bioy Casares El perjurio de la nieve, el film desarrolla un clima de sugestión que se transforma en profundo misterio cuando una inesperada elipsis en el relato interrumpe su desarrollo y escamotea sucesos que sólo se revelarán al final. La segunda mitad reemplaza ese misterio con la descripción de otro aún mayor, de orden sobrenatural. El resultado oscila extrañamente entre lo fantástico y lo cotidiano, un tono similar al que lograron por ejemplo Oesterheld y Breccia en la historieta Sherlock Time. Torre Nilsson ideó y realizó este film en colaboración con su padre, Leopoldo Torres Ríos, tras desempeñarse como su asistente durante varios años.

 

La ventana indiscreta (Rear Window, EUA-1954) de Alfred Hitchcock, c/James Stewart, Grace Kelly, Wendell Corey, Thelma Ritter, Raymond Burr. 112’.
Un fotógrafo inmovilizado, una mujer hermosa, una ventana y un misterio. La combinación de estos elementos produjo un film ya legendario, que probablemente sea el más representativo del cine de Hitchcock. Analizada hasta el hartazgo, su puesta en escena es tan asombrosamente perfecta que casi nadie recuerda el cuento original de Cornell Wollrich (es decir William Irish, a quien Truffaut también adaptó) ni al pobre guionista John Michael Hayes. Sin importar todo lo que se ha escrito sobre el film, el hecho de que se la puede volver a ver infinitas veces es la mejor prueba de su vigencia.

 

El planeta prohibido (Forbidden Planet, EUA-1956) de Fred MacLeod Wilcox, c/Walter Pidgeon, Anne Francis, Leslie Nielsen, Warren Stevens, Jack Kelly. 98’.
Obra maestra absoluta, que algunos críticos consideran una adaptación de La tempestad de Shakespeare, en clave de ciencia-ficción. Un grupo de astronautas que llega al planeta en cuestión perturba su precaria armonía y desata la furia de un monstruo metafísico. Hay dos sociedades imaginarias en el film, una compuesta sólo por un padre, su hija y un robot, y otra extinta pero presente y ominosa en sus impresionantes reliquias y misteriosas maquinarias, que el film pone en escena con un virtuosismo jamás igualado en la historia del cine.

 

Una cita con el diablo (Curse of the Demon, Gran Bretaña-1958) de Jacques Tourneur, c/Dana Andrews, Peggy Cummins, Niall McGinnis. 83’.
Una adaptación que mejora y potencia el ya extraordinario relato original: El maleficio de las runas de M. R. James. Comienza con una secuencia de persecución, miedo y muerte rápida y violenta, luego crece lentamente, y culmina con una larga secuencia primero dentro de un tren y después sobre las vías, ejecutada con mano a la vez segura y aérea. Tan inclasificable como, en otro género, Bésame mortalmente de Robert Aldrich, muestra una vez más el talento excepcional de Tourneur. El cabezudo carnavalesco que agregaron los productores para representar al demonio es desopilante, pero la atmósfera creada por Tourneur es tan profunda que no acusa el impacto. Texto de Elvio E. Gandolfo.

 

El hombre que atravesaba las paredes (Ein Mann geht durch die Wand, Alemania Occidental-1959) de Ladislao Vajda, c/Heinz Rühmann, Rudolf Vogel, Hubert von Meyerinck, Peter Vogel, Nicole Courcel, Lina Carstens. 99'.
Se basa en un cuento de diez páginas escrito por el francés Marcel Aymé, sobre un hombre modesto que un día se descubre con la facultad misteriosa de atravesar todo obstáculo sólido. El actor cómico Heinz Rühmann da a la perfección el tipo del protagonista, un empleado administrativo de tercera categoría, enamorado de sus estampillas y de las frases de cortesía que su superior considera innecesarias e irritantes. Todos los elementos del cuento aparecen reproducidos en el film, ya sea literalmente (como la cabeza que se aparece al superior en la pared "a la manera de un trofeo de caza"), o enriquecidos por agregados que potencian su sentido. Como si todo esto fuera poco, la película se permite satirizar las tendencias más oscuras del pueblo alemán tanto en el personaje de Pickler (verdadera encarnación marcial) como en el deliberado recurso a los términos supermann y ubermensch, "superhombre" o "ser superior", cuyas resonancias políticas no hacía falta recordar en 1959. Se estrenó en Buenos Aires con el título El súperman rebelde.

 

Anatomía de un asesinato (Anatomy of a Murder, EUA-1959) de Otto Preminger, c/James Stewart, Lee Remick, Ben Gazzara, Arthur O'Connell, Eve Arden, Kathryn Grant, George C. Scott. 160’.
Preminger ya había desafiado a la autocensura de la industria tratando temas prohibidos en La luna es azul y El hombre del brazo de oro, y volvió a hacerlo en esta película, basada en un caso real y misterioso, en cuyas circunstancias se diluyen los límites nítidos entre el bien y el mal. Logró también uno de los mejores dramas judiciales jamás realizados, mediante una adaptación que logra suspenso evitando los lugares comunes, una puesta de rigurosa intención realista, un elenco irrepetible y la insólita decisión de encargar la banda sonora a Duke Ellington.

 

El pueblo de los malditos (Village of the Damned, Gran Bretaña-1960) de Wolf Rilla, c/George Sanders, Barbara Shelley, Martin Stephens, Michael Grynn. 77’.
Existen en la historia del cine realizadores con una obra mediocre y/o ignota que, vaya a saber por qué conjunción de circunstancias, consiguen a veces plasmar una película redonda que aparece totalmente al margen del resto de su filmografía. Es el caso de Wolf Rilla que, adaptando una novela de John Wyndham, logró un pequeño clásico narrando los extraños sucesos que se producen en un poblado cuando -luego de un misterioso ataque de sueño de todos sus habitantes- sus mujeres aparecen preñadas, dando luego a luz a una serie de infantes con extraños poderes. Un film que, con muy escasos elementos, consigue una atmósfera terrorífica y opresiva, con un final demoledor. Texto de Jorge García.

 

Moderato Cantabile (Ídem., Francia-1960) de Peter Brook, c/Jeanne Moreau, Jean-Paul Belmondo, Pascale de Boysson, Jean Deschamps. 95’.
Como ha escrito Tomás Eloy Martínez, este es “un verdadero film de escritor (si es que los hay), en el que se dan a fondo todos los datos que definen el universo de Duras: el artificio poético y a la vez la trivialidad del diálogo, la actitud de espera y falta de entrega mutua en los personajes, la omisión más que la presencia del sentimiento, la indeterminación de espacio y de tiempo, la ausencia de lo que se entiende por acción psicológica. (...) Lo que Brook domina por sobre todo es la dirección de actores: deja que Moreau lance su avasalladora sugestión, la nostalgia de su rostro hermosísimo; maneja como se debe el intelectualismo interpretativo de Belmondo, extrae el jugo a la ternura de Didier Haudepin. Es hábil también para elegir equipo técnico y un ejemplo es la presencia del iluminador Thirard, cuyos grises pesados, otoñales, son de una poesía que a veces encandila al propio Brook. Es el mismo tipo de luz que todo lector de Moderato... ha conferido a la historia mientras la imaginaba. También en eso el film es literario”.

 

Obras maestras del terror (Argentina, 1960) de Enrique Carreras, c/Narciso Ibáñez Menta, Lilian Valmar, Osvaldo Pacheco, Inés Moreno, Carlos Estrada, Narciso Ibáñez Serrador, Silvia Montanari. 115’.
Este es un film excepcional en varios sentidos. Lo es en la vastísima obra de Enrique Carreras, que en ninguna otra oportunidad puso tanto empeño formal como el que se advierte aquí. En el cine argentino resultó también excepcional la incursión en el género de horror gótico, al mejor estilo de las películas que la Universal había producido en la década del ’30 y apartándose deliberadamente del color y los golpes de efectos más explícitos que ensayaba por esos años la productora británica Hammer. Pero lo más curioso es, como han observado los historiadores Alejandra Portela y Raúl Manrupe, que al adaptar tres relatos de Edgar Allan Poe (El extraño caso del Sr. Valdemar, El tonel de amontillado y El corazón delator) Carreras y ambos Ibáñez se adelantaron apenas (y sin saberlo) a la serie de adaptaciones de Poe que dirigió Roger Corman en Estados Unidos.

 

El centroforward murió al amanecer (Argentina, 1961) de René Mugica, c/Luis Medina Castro, Didí Carli, Raúl Rossi. 80’.
El espíritu libertario de la obra de Agustín Cuzzani, surrealista a la criolla, fue trasladado al cine de manera ejemplar por Mugica. La acción se divide en dos partes sucesivas y complementarias: la primera de intención realista, rica en detalles descriptivos y humor costumbrista, y la segunda, abiertamente volcada al terreno del misterio y la alegoría. El tono y el tratamiento formal se modifican apropiadamente de un universo al otro, con un despliegue de imaginación visual atípico en el cine argentino de cualquier período. Fue la ópera prima de Mugica tras una vasta experiencia como actor y asistente, y representó a la Argentina en el Festival de Cannes de 1961

 

Juana de los Ángeles (Matka Joanna od aniolów, Polonia, 1961) de Jerzy Kawalerowicz, c/Lucyna Winnicka, Mieczyslaw Voit, Anna Ciepielewska, Maria Chwalibóg. 105'.
Según Foucault, “Las creencias religiosas preparan las conciencias a la aceptación de una especie de paisaje imaginario, un medio ilusorio favorable a todas las alucinaciones y todos los delirios”. En 1634, antes de todo diagnóstico científico, las monjas de Loudon, misteriosamente poseídas, hicieron del monasterio que habitaban su propio manicomio. El tema inspiró varias versiones cinematográficas, de las cuales la de Kawalerowicz destaca por su rigor formal y filosófico.

 

El círculo diabólico (Den onda cirkeln, Suecia-1967) de Arne Mattsson, c/Gunnel Lindblom, Erik Hell, Gio Petré, Mathias Henrikson, Marie-Louise Hakansson. 90’ aprox.

Son muchos los puntos de contacto de este film del sueco Arne Mattsson con el cine de Ingmar Bergman: una mujer (Gunnel Lindblom, que actuó con Bergman en La fuente de la doncella, El séptimo sello y El silencio) llega a un paraje aislado y se relaciona con un grupo de seres torturados. De esta relación irán surgiendo fantasmas del pasado que descubrirán una trama oculta (y circular). Mattsson (que en 1958 había dirigido en Argentina la seguramente más luminosa Primavera de la vida) demuestra ser un maestro a la hora de crear climas de un erotismo sombrío, por momentos tan enfermizo que incomoda. Texto de Fabio Manes.

 

Performance (Gran Bretaña-1970) de Donald Cammell y Nicolas Roeg, c/James Fox, Mick Jagger, Anita Pallenberg, Michele Breton, Ann Sidney, John Bindon, Stanley Meadows, Allan Cuthbertson, Anthony Morton. 105'.
Francis Bacon, William Burroughs y Jorge Luis Borges son parte del casting de referencias convocado por Cammell-Roeg para su laberinto psicodélico como la versión pionera más queer del lema “sexo, drogas y rock'n'roll”. Algo así como una película de gangsters homoeróticos virada a la orgía post Swinging London, donde Jagger rueda por la emancipación sexual junto a Pallenberg, Breton y Fox, un equilátero amoroso y eléctrico de transformaciones. En su momento, un crítico del New York Times habló de la “omnisexualidad” de Performance, y todavía da qué hablar. Texto de Diego Trerotola.

 

Solaris (Solyaris, URSS-1972) de Andrei Tarkovski, c/Natalya Bondarchuk, Donatas Banionis, Jüri Järvet, Vladislav Dvorzhetsky. 165’.
Algún adepto a la comparación fácil habló de “la respuesta soviética a 2001”. Otros, en cambio, dicen que es “una película que te cambia la vida”. Algo que suena exagerado hasta que llega la toma final. Basada en una gran novela del polaco Stanislas Lem, es una de las obras maestras del otro gran cineasta ruso de todos los tiempos (cronológicamente el primero es Eisenstein). De manera enloquecedora, el poder de su país le costeó a Tarkovski películas caras y arriesgadas y lo sometió después a presiones crueles, destructivas (como a Eisenstein). El planeta en forma de océano del título es demoledor sin saberlo: se limita a corporizar los deseos de quienes lo visitan, y los enloquece. El montaje, las actuaciones y la energía de los emociones son simplemente inexplicables en palabras: por una vez, para eso está el cine. Texto de Elvio Gandolfo

 

¿Qué...? (Che? / Quoi?, Italia / Francia / Alemania Federal, 1972) de Roman Polanski, c/Marcello Mastroianni, Sydne Rome, Hugh Griffith, Roman Polanski. 115’.
Alguien dijo que esta película era la versión de Polanski de Alicia en el país de las maravillas. La bella Sydne Rome pierde la ropa cinco minutos después de los títulos y poco después se sumerge en una casa habitada por toda clase de delirantes. En el momento de su estreno y tras los despliegues sangrientos de Macbeth (1971), este film misterioso fue recibido con estupefacción y cayó primero en manos de la censura y luego del desprecio. Algunos empecinados, con el tiempo, se atrevieron a decir que Polanski había hecho una comedia inscripta en la tradición de irreverencia que caracteriza al surrealismo. La mayoría, en cambio, sigue pensando que se trata de una pavada. Demás está decir que nos contamos entre los primeros.

 

Rojo profundo (Profondo rosso, Italia-1975) de Dario Argento, c/David Hemmings, Daria Nicolodi, Gabriele Lavia, Macha Méril, Eros Pagni. 126’.
Discípulo más o menos aventajado de Mario Bava, Argento es para algunos un renovador dentro del género de terror. El film –de trama tan rocambolesca como casi todas sus obras– es posiblemente su trabajo más elaborado desde lo visual, con encuadres alla Giorgio Di Chirico, y en el que mejor se integran los sucesivos golpes de efecto y las escenas marcadamente gore. Es para destacar la presencia de la entonces olvidada Clara Calamai, heroína de Obsesión, ópera prima de Luchino Visconti. Texto de Jorge García.

 

Picnic en las rocas colgantes (Picnic at Hanging Rock, Australia-1975) de Peter Weir, c/Rachel Roberts, Vivean Gray, Helen Morse, Kirsty Child, Jacki Weaver. 110’.
Un grupo de colegialas australianas van de paseo a una extraña formación rocosa, varios kilómetros fuera de la ciudad. Tres muchachas y una maestra desaparecen y el resto del film se dedica a explorar ese misterio, sugiriendo posibles explicaciones que nunca lo resuelven. Como después en La última ola, Weir utiliza el color, la textura y sonido con una maestría hipnótica, que vuelve tangible el misterio en términos puramente sensuales hasta lograr una experiencia que, como se ha escrito, anticipa el tono de ciertos films de David Lynch.

 

La marquesa de O... (La Marquise d’O… / Die Marquise von O..., Francia / Alemania-1976) c/Edith Clever, Bruno Ganz, Peter Lühr, Edda Seippel. 102’.
Rohmer retrocedió hasta el siglo XVIII para encontrar un equivalente de su personal estilo en la obra de Heinrich von Kleist, sobre una dama que, tras ser salvada de una agresión en medio de un episodio bélico, se encuentra misteriosamente embarazada. La intriga como tal importa menos que las consecuencias que ese hecho tienen sobre la mujer y su familia, y la dimensión moral de las decisiones que sucesivamente asumen todos los involucrados. Como en muchos de sus films, Rohmer construye su tema desde un aparente distanciamiento que luego resulta abolido en una de las culminaciones más genuinamente emocionantes de la Historia del Cine.

 

Existió otra humanidad (España-1977) de Julián Marcos. Largometraje documental con las voces de Fernando Rey y Francisco Rabal. 90’.

Curioso documental basado en obra homónima de J. J. Benítez, novelista conocido por su saga Caballo de Troya, y por ser una especie de Fabio Zerpa español. En este caso, las hipótesis sobre la existencia de una civilización extraterrestre previa a la nuestra se extraen de la libre interpretación de diversas reliquias arqueológicas, mayormente sudamericanas. Las teorías de Benítez han sido cuestionadas de varias maneras, pero a su favor, o mejor dicho, a favor de su modo de construir ficción, debe señalarse el espacio privilegiado que en las mismas otorga al misterio. No se trata tanto de creer en otros mundos sino, más bien, de no creer tanto en éste.

 

La última ola (The Last Wave, Australia-1977) de Peter Weir, c/Richard Chamberlain, Olivia Hammett, David Gulpilil, Frederick Parslow. 106’.
En la primera secuencia del film el sol brilla radiante sobre un pequeño poblado pero enormes piedras de granizo caen desde el cielo. Ese inicio establece el tono marcadamente misterioso de esta película, en la que los sueños premonitorios de un abogado lo llevan a investigar un crimen dentro de una comunidad de aborígenes australianos. Como siempre en Weir, el tema principal es el choque de culturas en un contexto alejado del realismo, aunque en este caso también aparece una mirada apocalíptica sobre el futuro.

 

Las angustias del Dr. Mel Brooks (High Anxiety, EUA-1977) de Mel Brooks, c/Mel Brooks, Madeline Kahn, Cloris Leachman, Harvey Korman, Dick Van Patten. 94’.
Un psiquiatra se hace cargo de un “Instituto para Personas Muy Muy Nerviosas” y pronto se encuentra acusado de un crimen que no cometió. Este debe ser uno de los films más cinéfilos de todos los tiempos, porque su eficacia depende, en buena medida, de la familiaridad del espectador con el cine de Alfred Hitchcock. La sátira es exhaustiva e incluye diversos lugares comunes argumentales, varias escenas célebres y hasta algunos de sus más característicos recursos formales. La escena que refiere a Los pájaros es, en sí misma, una obra maestra. Las angustias... es el absurdo titulo con el que se la estrenó en Argentina. En otros países circuló, de manera más civilizada, como Máxima ansiedad.

 

Suspiria (Ídem., Italia-1977) de Dario Argento, c/Jessica Harper, Stefania Casini, Joan Bennett, Alida Valli, Flavio Bucci, Udo Kier. 82’.
Una estudiante de ballet llega en medio de la noche y la tormenta a una academia de baile donde ocurren cosas misteriosas. Argento deja de lado toda pretensión argumental, y desencadena una avalancha de efectos de gran eficacia. Más que una serie de crímenes, o de conductas psicóticas, es un gran guignol a todo trapo, con una gran belleza en el uso del color y los encuadres, y música a todo volumen. Texto de Elvio Gandolfo.

 

Hasta la muerte (Till Death, EUA-1978) de Walter Stocker, c/Keith Atkinson, Belinda Balaski, Marshall Reed, Bert Freed. 80’. Doblada al castellano.

Una pareja de recién casados sufre un accidente en una noche oscura, quizá debido a una presencia sobrenatural. Lo que sucede después no debe revelarse, pero es sorprendente el grado de sugestión e intriga que el realizador obtiene con una evidente modestia de recursos (el film se rodó en 1974 pero no pudo terminarse hasta cuatro años después) y apenas dos actores importantes. La dama es Belinda Balaski, actriz recurrente del realizador Joe Dante. En Argentina el film sólo se conoció a través del recordado ciclo de TV Viaje a lo inesperado.

 

Noche de brujas (Halloween, EUA-1978) de John Carpenter, c/Donald Pleasence, Jamie Lee Curtis, Nancy Loomis, P. J. Soles, Charles Cyphers. 93’.
No se puede decir nada que ya no se haya dicho sobre este clásico del género, imitado hasta el hartazgo. Sólo recordar que ante todo es un film de misterio y suspenso, conducido con mano maestra, y que durante décadas fue la producción independiente más rentable de la historia del cine. Se exhibe en copia nueva, adquirida recientemente por la Filmoteca Buenos Aires en el exterior. 

 

Largo fin de semana (Long Week End, Australia-1978) de Colin Eggleston, c/John Hargreaves, Briony Behets, Mike McEwen, Roy Day, Michael Aitkens. 92’

Una pareja en crisis parte de camping y, una vez en medio de la impredecible naturaleza australiana, descubre que poco a poco el entorno les devuelve a su manera la violencia que se propinan mutuamente. Rara oportunidad de ver en fílmico este clásico olvidado del cine australiano, en una copia en 35mm. rescatada por el coleccionista Fabio Manes.

 

Asesinato por decreto (Murder by Decree, Canadá-1979) de Bob Clark, c/Christopher Plummer, James Mason, Donald Sutherland, John Gielgud. 124’.
Sherlock Holmes, el mejor detective del mundo, debe resolver el mayor misterio criminal de su tiempo, el del asesino conocido como Jack el Destripador, en este film muy poco visto que es una de las más sólidas aventuras cinematográficas del personaje. Plummer resulta ideal como Holmes, al frente de un elenco irrepetible que incluye también a Anthony Quayle y a la imposible Genevieve Bujold.

 

Encuentros con hombres notables (Meetings with Remarkable Men, Gran Bretaña-1979) de Peter Brook, c/Terence Stamp, Dragan Maksimovic, Mikica Dimitrijevic, Athol Fugard, Warren Mitchell. 110’.
Brook se basó en una parte de los escritos autobiográficos del místico ruso G. I. Gurdieff para reconstruir un temprano viaje al Medio Oriente en la búsqueda de antiguas tradiciones espirituales desconocidas en Occidente. Filmada en locaciones reales, la película se estructurada en una serie de episodios independientes y culmina con el registro de una danza sagrada, que fue coreografiada para el film por Jeanne de Salzmann, discípula y colaboradora de Gurdieff. El film nunca fue editado en DVD y se verá en copia de 16mm., adquirida por Fabio Manes.

 

Los miedos (Argentina, 1980) de Alejandro Doria, c/Tita Merello, Soledad Silveyra, Miguel Ángel Solá, Sandra Mihanovich. 99’.

En un cine argentino muy poco propenso a lo fantástico resulta interesante esta metáfora de Doria (sobre guión propio y de Cernadas Lamadrid), que recurre a la variable apocalíptica del género para trazar una alegoría sobre el clima opresivo que se vivía en  dictadura. Poco antes el director había ensayado una versión más realista sobre la misma idea, titulada La isla. 

 

Ciudadano bajo vigilancia (Garde a vue, Francia-1981) de Claude Miller, c/Lino Ventura, Michel Serrault, Romy Schneider, Guy Marchand. 86’.

Casi toda la acción transcurre durante una noche, en una comisaría, y se presenta como un duelo de voluntades entre un posible criminal y un detective, que procura descubrir sus misterios. Pronto el film se revela como un verdadero tour de force para sus dos inmensos protagonistas, Serrault apostando a la ambigüedad de gestos y frases, y Ventura atravesándolo con una de las miradas más agudas de la historia del cine. 

 

Wolfen (EUA, 1981) de Michael Wadleigh, c/Albert Finney, Diane Venora, Edward James Olmos, Gregory Hines, Tom Noonan, Tom Waits. 115’.
Un detective neoyorquino investiga un crimen violento que resulta demasiado horroroso para haber sido realizado por un hombre y demasiado inteligente para haber sido realizado por un animal. El resultado es un film de horror singular, que logra buena parte de su clima ominoso utilizando con maestría zonas de la ciudad que estaban a punto de ser demolidas. En su momento fue uno de los aportes más originales al género, pero quedó opacado por otros films más populares sobre licantropía (Un hombre lobo americano, Aullidos) y por una campaña publicitaria demasiado enigmática como para resultar atractiva. El director Wadleigh es un verdadero misterio en sí mismo: había realizado un único film previo con el que hizo historia (Woodstock) y nunca volvió al cine después. Lo cierto es que nadie sabe con certeza a qué se dedica en la actualidad. Algunos aseguran que vive abocado a tareas comunitarias y otros que maneja un colectivo en la ciudad de Akron, Ohio.

 

Hammett (EUA-1982) de Wim Wenders, c/Frederic Forrest, Peter Boyle, Marilu Henner, Roy Kinnear, Elisha Cook, Jr., R. G. Armstrong, Lydia Lei, David Patrick Kelly, Jack Nance, Royal Dano, Samuel Fuller. 97’.
La obra de Wim Wenders siempre tuvo influencias de la cultura norteamericana (y no solo del cine). A principios de los 70, Francis Ford Coppola lo convocó para dirigir esta película, basada en una novela de Joe Gores que proponía una versión ficcional del autor Dashiel Hammett, obligado a volver a su antiguo trabajo de detective para cumplir un último y misterioso trabajo. El sueño americano de Wenders pronto se transformó en pesadilla y la película terminó, montaje final incluido, en manos de Coppola. Ese mismo año Wenders dirigió El estado de las cosas, una respuesta directa a su experiencia y, también, una de sus mejores películas. Se estrenó en Argentina con el innecesario título Investigación en el barrio chino. Texto de Marcelo Alderete y Pablo Conde.

 

Tenebre (Tenebre, Italia-1982) de Dario Argento, c/Anthony Franciosa, Christian Borromeo, Mirella D’Angelo, Veronica Lario. 110’.
En la sección Terror de los videoclubes, no podían faltar clásicos como El pájaro de las plumas de cristal y El gato de las nueve colas. El giallo tuvo en Argentina, gracias a la época de oro del VHS, un apogeo tardío. La descripción de la caja de video no le hace justicia al barroquismo de esta película, ni la portada a la fotografía de Luciano Tovoli. Ya sabemos que con las películas de Argento quedarnos con la trama es un crimen, pero en este caso la caja decía así: "Un escritor de thrillers es enviado a Italia para promocionar a su editora. En Roma se encuentra mezclado en situaciones peligrosas, con su secretaria consigue encontrar los elementos necesarios para desentrañar homicidios inexplicables, guiado por su instinto llegando a vislumbrar el final de la trama”. Texto de Marcelo Alderete y Pablo Conde.

 

Identificación de una mujer (Identificazione di una donna, Italia / Francia-1982) de Michelangelo Antonioni, c/Tomas Milian, Daniela Silverio, Christine Boisson, Sandra Monteleoni. 128’.
Un director de cine llega a su casa y estallan todas las alarmas automáticas. Después de dos horas de película, vuelve a la misma casa y todo es silencio y armonía. Entretanto se libra de dos mujeres, visita Venecia como nadie, y al fin sabe qué hacer con su oficio. Supuestos errores se convierten en virtudes: Tomas Milian, héroe de películas menores, tiene una cara de dispéptico perfecta para alguien colgado entre dos o tres películas posibles. Una secuencia magistral de carretera con niebla es casi género de terror de altura. Un sobrino preguntón insiste con la ciencia ficción, encarnada a su vez en el raro bulto de un árbol. Antonioni pisa en puntas de pie probabilidades futuras (¡nostalgia de Hollywood!), pero el accidente cerebral que lo golpeó las clausuró. Además, este título de 1982 pronostica con lucidez el mundo urbano posterior a los 90, con sus irritaciones, insensateces y peligros. Texto de Elvio Gandolfo.

 

La zona muerta (The Dead Zone, EUA-1983) de David Cronenberg, c/Christopher Walken, Brooke Adams, Tom Skerritt, Herbert Lom. 103’.
Uno de los temas más adecuados a priori para los excesos de Cronenberg, termina por ser uno de sus títulos más serenos. Basado en una excelente novela de Stephen King, se acerca, más que al terror, al clásico tema del outsider con poderes que tantas veces ha presentado la ciencia ficción. Christopher Walken estructura una composición memorable como un telépata profético que va viendo destruida por su capacidad especial tanto su vida como su amor por una mujer. Ambigua y fascinante en los aspectos políticos del final. Texto de Elvio Gandolfo.

 

Carretera perdida (Lost Highway, EUA-1997) de David Lynch, c/Bill Pullman, Patricia Arquette, Balthazar Getty, Robert Loggia, Robert Blake. 135’.
David Lynch cuenta cómo fue el nacimiento de Carretera perdida: “Barry Gifford, escribió un libro llamado “Night People”. Dos personajes mencionan estar yendo por la carretera perdida; cuando leí esas palabras, perdida y carretera, algo me hizo soñar, y me sugirió posibilidades, le dije a Barry y él dijo: ‘Bueno, vamos a escribir algo’. Y, así comenzamos. Nos sentamos a intercambiar ideas que habíamos estado recopilando y a ninguno de los dos le gustaban las del otro. Nos quedamos en silencio, y luego le conté una idea que había tenido la última noche de rodaje de Fire Walk With Me, sobre unos vídeos y una pareja. A Barry le encantó, y cuando nos enfocamos en eso, aunque fuera un fragmento, se abrieron las puertas a otros fragmentos que se engancharon a esa idea, y así seguimos.”

 

The Ring – El círculo (Ringu, Japón-1998) de Hideo Nakata, c/Nanako Matsushima, Miki Nakatani, Yûko Takeuchi, Hitomi Satô. 96’.
La misteriosa muerte de varios adolescentes lleva a una periodista a descubrir una maldición espantosa. El film es infinitamente superior a las secuelas y copias que originó después, en parte gracias a una construcción narrativa clásica pero también a su prodigioso diseño sonoro. Su culminación podría interpretarse como una variación diabólica (y contemporánea) de La rosa púrpura del Cairo e incluye al primer espectro de la historia del cine que se dedica a hacer video-arte.

 

After Life (Wandafuru raifu, Japón-1998) de Hirokazu Kore-eda, c/Arata, Erika Oda, Susumu Terajima, Takashi Naito, Kyoko Kagawa. 118’.

El misterio de la vida después de la muerte fue abordado en muchos films, pero nunca con el vuelo que se permite aquí Kore-eda. En el catálogo del primer Bafici, que After Life ganó, se lee la siguiente reseña. “En alguna parte, en un paisaje absolutamente terrenal, y en el medio de un bosque perdido, hay un hogar donde trabajadores sociales ayudan a los recién muertos a sacarse sus memorias. El propósito es el de rastrear el último momento de plena felicidad en la vida que puedan llevar al cielo: ese momento se convertirá en su cielo personal. Aunque el propósito es difícil, es necesario, porque el que no lo logra es condenado al purgatorio”.

FILM DEL MES LXIX

Tata Cedrón, el regreso de Juancito Caminador, de Fernando Pérez

Jueves a las 20:00 y sábados a las 18:00

 

“Tata Cedrón, el regreso de Juancito Caminador” es un documental que relata el regreso de Juan “Tata” Cedrón, uno de los músicos más renovadores del tango, quien, por razones políticas, debió exiliarse en París. Tras vivir 30 años en Francia, editar más de 30 discos y recorrer todo el continente europeo con su música, Cedrón decide regresar a la Argentina en busca de lo que perdió, pero nunca olvidó.

La cámara lo acompaña en una búsqueda que va más allá del retorno físico a su ciudad: en este recorrido se entrelazan los relatos biográficos y musicales, y se presenta la historia de toda una generación de artistas con los que compartió momentos y proyectos.

 

Notas del director

Conocí al Tata Cedrón a partir de su música. Me gusta el tango, aunque no soy “tanguero”. No soy experto. Pero encontraba en el Tata una manera de cantar, de frasear, que me llamó mucho la atención. Lo mismo me ocurrió con la música del Cuarteto, sentía que estaba escuchando la música “de siempre”, pero tocada como nunca.

Posteriormente tuve la oportunidad de conocerlo y de hablar bastante con él. Me di cuenta de que esa manera tan personal de interpretar el tango, era una manera de entender la vida, de contar sus vivencias, era un modo de narrar.

El mayor desafío que encontré al realizar este documental fue elegir un recorte que me pareciera justo y al mismo tiempo narrativamente satisfactorio. Del mismo modo, crear un abordaje que pudiera contar la frescura, la cercanía, la sensibilidad y las vivencias de Cedrón.

La película no pretende un análisis crítico del personaje, ni busca descubrir si sus relatos son reales o no. En el mundo del Tata conviven cientos de personajes, de historias, de recuerdos, de melodías… Personajes que en su vida cotidiana son absolutamente reales y que tienen una presencia muy fuerte. En ese mundo nos metemos en el documental.

 

Ficha técnica

 

Dirección y guión  

Fernando Pérez

Productores ejecutivos

Juan Pablo Gugliotta - Nathalia Videla Peña

Director de producción 

Roxana Ramos

Jefa de producción 

Luciana Condito

Director de fotografía 

José María “Pigu” Gómez

Edición

Francisco Hernández

Sonido 

Sergio Korin

Asistentes de dirección

Fernanda Otero - Félix Burgos

Música original 

Juan “Tata” Cedrón

Intérpretes 

Cuarteto Cedrón

Argentina,  2011 – 86 min.  

ESTRENO

Aballay, el hombre sin miedo, de Fernando Spiner

Viernes a las 22:00

Aballay era un gaucho mal llevado, resentido, ladrón, asesino. Pero a veces la imagen que devuelve un espejo hace que una persona se replantee toda su vida. En el caso de Aballay, ese espejo fue la mirada de un niño. Luego de matar salvajemente a un hombre, la mirada aterrorizada del hijo de su víctima le dio conciencia de su salvajismo, de su falta de humanidad. Y ese golpe lo llenó de confusión, de horror por sí mismo.

En ese estado, Aballay oyó hablar de los estilitas. Gente que, para alejarse de la tierra en que ha pecado, y acercarse a Dios, decidía hacer una particular penitencia: subirse a una columna, y no volver a bajarse de ahí por el resto de su vida. En el campo argentino del 1900 no había columnas. Entonces Aballay decidió no volver a bajar de su caballo. Pasan los años. Aballay cumple su promesa. No toca el suelo. No vuelve a asesinar, ni a robar. Hace rigurosa su penitencia. La gente empieza a hablar de “El Pobre”, de “El hombre-caballo”, y su imagen empieza a tomar ribetes legendarios. Se convierte, ante la mirada de la gente, en una especie de santo.

Pero la mirada de ese niño no lo abandona, y él sabe que en cualquier momento lo va a buscar. Y lo va a encontrar.

 

Ficha técnica

Director
Fernando Spiner
Productor ejecutivo
Pablo Salomón
Guión
Fernando Spiner - Javier Diment - Santiago Hadida 
Basado en el cuento homónimo de Antonio Di Benedetto
Director de fotografía
Claudio Beiza 
Director asistente y segunda unidad 
Javier Diment

Directora de arte 
Sandra Iurcovich 
Edición
Alejandro Parysow
Música 
Gustavo Pomeranec 
Sonido
Sebastián González
Directora de producción
Laura Bruno 

Coproductores 
Eduardo Carneros y Javier Ibarretxe
Productor asociado 
Alejandro Piñeyro
Asistente de dirección
Gabriel Posniak 
Vestuario
Gabriela González 
Jefe de producción
Nicolás Martínez Zemborain
Casting
María Laura Berch
Cámara 
Miguel Caram
Boya Films S.A.

En coproducción con ARMONIKA Entertainment (Bilbao)

Universidad Nacional de Lomas de Zamora. En asociación con El Otro Yo

Películas V.

Con el apoyo del Gobierno de la Provincia de Tucumán

Elenco

Pablo Cedrón
Nazareno Casero
Claudio Rissi
Moro Anghileri
Luis Ziembrowski
Lautaro Delgado
Anibal Guiser
Fernando Spiner
Tobías Mitre

Con la participación especial de

Horacio Fontova y Gabriel Goity

Argentina,  2010 – 100 min.

 

ESTRENO

Verano Maldito

(Argentina, 2011) de Luis Ortega

 

Basada en la novela "Muerte en el estío" de Yukio Mishima, Verano Maldito relata el proceso hacia la demencia que transita Julieta, una madre que pierde a dos de sus hijos en un trágico accidente en el mar durante el verano. Lentamente, Julieta va incubando una sensación de paranoia, junto con la sospecha de que sus hijos no murieron. El delirio se acentúa y destruye su matrimonio, al tiempo que encadena acciones cada vez más extremas. La locura de Julieta la lleva a transitar el camino de regreso al escenario donde se produjo la tragedia frente al mar.

 

Luis Ortega nació el 12 de julio de 1980, en Buenos Aires, Argentina. Cuando tenía tres años su familia se mudó a los EE.UU., donde vivió hasta 1990.  La familia regresó a la Argentina para vivir en Tucumán. Volvió a Buenos Aires a la edad de quince años, y en ese momento comenzó a interesarse en el cine y el teatro. Estudió filosofía y literatura, pero terminó en la escuela de cine, donde sólo asistió 6 meses. En 1999 comenzó a escribir el guión de Caja Negra. El rodaje independiente comenzó a principios de febrero del 2000 y se estrenó en Buenos Aires en 2002. A principios de 2003 los organizadores del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata lo convocaron para filmar el corto de apertura. En abril del 2004 Luis Ortega comenzó a filmar Monobloc, su segundo largometraje.

En 2006 filmó El Negro Luz y Fer (aún inédita), una película para la televisión, utilizando gente de la calle como actores. Y en el 2008 filmó su tercer trabajo, Los santos sucios, que se estrenó en el Festival de Toronto 2009, fruto de su primera colaboración junto a Alejandro Urdapilleta, que dio como resultado un homenaje a Jacobo Fijman (1898-1970). Verano maldito fue su segunda participación como co-guionista junto a Urdapilleta, en una versión libre de un relato del escritor y dramaturgo japonés, Yukio Mishima (1925 - 1970). En 2011 finalizó la filmación de Dromómanos, su segundo proyecto completamente independiente, que hoy se encuentra en etapa de post producción, y comenzó la escritura de Lulú.

 

Ficha técnica

Producción

Costa Films S.A./Aleph Media S.A.

Director

Luis Ortega

Guionistas

Luis Ortega y Alejandro Urdapilleta

Director de fotografía

Diego Poler

Dirección de arte

Sebastián Roses

Vestuario

Verónica Schliemann

Dirección de sonido

Rodrigo Merolla y Jesica Suárez

Asistente de dirección

Martín Bustos

Jefes de producción

Leandro Borrel y Paula Massa 

Música

Leandro Chiappe

Montaje

César Custodio

 

Argentina, 2011 – 73´

 

 

CONTINÚA

El estudiante   

(Argentina, 2011), de Santiago Mitre

Viernes y sábados a las 20:00

 

A primera vista, esta es una historia de iniciación: Roque, un joven del interior, viene a Buenos Aires a estudiar en la universidad y cuando parece que sólo le interesa conocer chicas empieza a vincularse con la política y a ascender como dirigente estudiantil. A través de Roque, la película empieza a desplegar un relato vibrante que se concentra en el punto de vista único de su protagonista y luego va abriéndose en distintas direcciones: las relaciones utilitarias, la oscilación pendular entre la ética y la traición, la política como cuestión generacional, el afán del ascenso veloz de la juventud, la mirada sobre un futuro que reproduzca un pasado rancio y corrupto o que imagine un futuro diferente. Santiago Mitre no sólo ha hecho una película que mira el mundo universitario –espacio poco frecuentado por el cine argentino, a excepción, quizás, de Dar la cara–, sino que ha puesto a la universidad como un espejo que refracta tensiones sociales, que es capaz de dibujar una trama de una lucidez y una infatigable pulsión por narrar la Argentina. Si alguna vez el llamado “nuevo cine argentino” fue definido como apolítico, El estudiante es la más brutal y brillante refutación de esa falacia: no sólo es nueva, sino indispensable.

 

Ficha técnica

Guión y Dirección

Santiago Mitre

Productores

Agustina Llambi Campbell, Santiago Mitre y Fernando Brom

Producción ejecutiva

Agustina Llambi Campbell

Fernando Brom

Fotografía

Gustavo Biazzi

Soledad Rodriguez

Federico Cantini

Alejo Maglio

Arte

Micaela Saiegh

Diseño de Producción

Laura Citarella

Música

Los Natas

Diseño de Vestuario

Marisa Urruti

Vestuario

Carolina Sosa Loyola

Sonido

Santiago Fumagalli

Edición

Delfina Castagnino

Asistencia de Dirección

Laura Citarella

Juan Schnitman

Jefe de Producción

Ezequiel Pierri

Argentina, 2011 – 110

 

CONTINÚA

Tierra adentro

(Argentina, 2011), de Ulises de la Orden.

Domingos a las 18:00

 

Estructurada de forma coral, Tierra Adentro cuenta la historia de la lucha por extender la frontera sur de los estados argentino y chileno, y sus repercusiones y continuidades hasta el presente, a través de la mirada de cuatro protagonistas. Un adolescente mapuche de Bariloche, el descendiente de uno de los generales de Roca, un historiador demostrando su hipótesis y un periodista recorriendo a lo largo el territorio ancestral mapuche, el Wallmapu.

 

Ficha técnica

Productor

KatoLajos

Director

Ulises de la Orden

Guión

Juan Pablo Young y Ulises de la Orden

Director de Fotografía

Alejandro Reynoso

Sonido Directo

Rufino Basavilbaso

Montaje y estructura

German Cantore

Montaje en locación

Ernesto Felder

Jefa de producción

Mariana Abalo

Asistente de dirección

AylenSpera

Asistente de cámara

AnalíaRané

Archivo

Cecilia Félix

Protagonistas

Anahí Mariluán

Marcos O´Farrell

Alfredo Seguel

Mariano Nagy

Pablo Humaña Yankakeo

Argentina, 2011.

 

CONTINÚA

Metrópolis, de Fritz Lang + Música en vivo

Entrada especial: $30. Estudiantes y jubilados: $15

Domingo 6 y 27 a las 22:15.

 

En la larga lista de restauraciones importantes encaradas en los últimos treinta años, la de Metrópolis es un caso extraordinario. Pero eso no es sorprendente, porque se trata de una obra excepcional desde su misma concepción y es lógico que siga siéndolo en sus sucesivas reencarnaciones. Fue el film más caro de la historia del cine alemán y con el tiempo resultó también ser uno de los más influyentes, pero pocos pudieron verlo tal y como lo concibió su director Fritz Lang: pocos meses después de su estreno, la misma empresa que lo produjo decidió cortarlo y, con el tiempo, el material faltante se dio por perdido. Sólo sobrevivieron diferentes versiones, sustancialmente alteradas.

Pero resultó ser que un distribuidor argentino (Adolfo Z. Wilson) lo adquirió e importó antes de que se hicieran los cortes, y luego un coleccionista (Manuel Peña Rodríguez) conservó una copia local completa hasta su muerte, en 1971. Ese material fue primero reducido de 35 a 16mm. y luego conservado en el Fondo Nacional de las Artes y en el Museo del Cine “Pablo Ducrós Hicken” sucesivamente, hasta su descubrimiento en 2008. Mientras tanto, en Europa, Metrópolis había pasado a ser el film más “restaurado” de la historia. Una nómina probablemente incompleta debería mencionar los siguientes intentos:

 

1961

El Archivo Cinematográfico Nacional de Praga (entonces Checoslovaquia) realiza un primer intento por mejorar las copias conocidas, en colaboración con otros archivos soviéticos que poseían material alemán confiscado al terminar la guerra mundial.

 

1972

El Archivo Cinematográfico Nacional de Alemania Oriental, trabajando a partir de la versión checo-soviética, presenta un nuevo intento de reconstrucción con una asesoría indirecta del propio Fritz Lang, que por entonces vivía en Los Angeles.

 

1981

El historiador Enno Patalas comienza a trabajar en una restauración del film desde el Museo del Cine de Munich, a partir de los elementos reunidos en los intentos previos.

 

1984

El compositor Giorgio Moroder produce una versión del film con música propia, subtítulos en lugar de intertítulos y agregados de color, que sin embargo se elabora a partir del trabajo de restauración que paralelamente realiza Enno Patalas. A favor de Moroder debe decirse que Metrópolis fue entonces conocida por un público mucho más numeroso que el de museos, cineclubes y cinematecas.

 

1987

Patalas presenta su reconstrucción del film, que incorpora por primera vez los intertítulos originales (encontrados en Suecia), la estructura narrativa correcta y ciertas imágenes fijas de las escenas perdidas.

 

2001

La fundación F. W. Murnau produce una nueva restauración que supervisa el especialista Martin Koerber basándose en el trabajo previo de Patalas y acentuando la calidad de la imagen mediante la compilación de los mejores elementos aún existentes y de herramientas digitales.

 

2004

Patalas produce una “versión de estudio”, que determina con gran exactitud las tomas aún faltantes y su extensión, a partir de la detallada información aportada por la partitura completa de la música original, compuesta por Gottfried Huppertz para el estreno del film.

 

Tal euforia restauradora se explica porque Metrópolis es uno de los poquísimos films mudos que ingresaron a la iconografía universal y que aún son rentables, por lo que el dinero necesario ha resultado siempre una inversión segura. Eso quedó demostrado por la versión musical de Giorgio Moroder, que en su momento llegó a los cines con un éxito considerable, y luego por la restauración de 2001 dirigida por Koerber, que fue pionera en la aplicación de herramientas digitales sobre un film mudo. En su momento, Koerber transcribió a digital el material con la más alta calidad posible, hizo realizar una “limpieza” cuadro por cuadro que permitió eliminar toda impureza de la imagen y, finalmente, volcó el resultado a 35mm. Cuando se compara esa versión de Koerber con la restauración anterior realizada por Enno Patalas, que ya había recuperado buena parte de la compleja estructura narrativa del film, se advierte que la principal diferencia es precisamente esa “limpieza”, que en términos de textura resulta tan electrónica como la música de la versión de Moroder. Eso no es necesariamente malo, sino “otra cosa”, un probable indicio de lo que vendrá, lo que resulta muy adecuado a una alegoría futurista.

El hallazgo de la versión argentina en 2008, que resulta ser lo más próximo que existe a la intención original de Lang, generó rápidamente la demanda de una nueva restauración, pero al mismo tiempo planteó un problema nuevo: la imposibilidad práctica de unir de manera homogénea las primorosas imágenes de 2001 con lo que Koerber denominó “el material en peor estado que he visto en mi vida”. El nuevo metraje porteño no podía repararse digitalmente porque los daños que provocan sus defectos visibles no se hicieron sobre el material encontrado sino sobre un original en 35mm. del cual aquél se copió (hacia 1971) y que hoy ya no existe. Esos defectos son ahora parte de la imagen y ya no es posible eliminarlos, sino sólo aliviarlos hasta cierto punto. Además, el material porteño es en 16mm., por lo que hay una diferencia de proporción con respecto al fotograma de 35mm. La suma de estas dificultades hubiese hecho abandonar todo intento de reconstrucción si se hubiese tratado de cualquier otro film, pero como se trata de Metrópolis, la fundación Murnau decidió avanzar, y Koerber se lo tomó con filosofía: “Los daños del material nuevo son rastros de todo lo que al film le pasó a lo largo del tiempo. Desde ese punto de vista, es adecuado que el público lo vea”. Como escribió luego el crítico Roger Ebert, “los defectos son insignificantes comparados con el material redescubierto que representan”. La nueva restauración se estrenó en la edición 2010 del Festival de Berlín, y poco después inició una circulación internacional en salas comerciales.

Ahora, finalmente, Metrópolis ha vuelto a ser un film de Fritz Lang: posee la complejidad narrativa que caracteriza sus otras obras mudas, su sentido arquitectónico del montaje, su ritmo. Y vuelve a verse completa en Buenos Aires, ciudad que hizo posible esa resurrección.

 

Metrópolis se proyectará con música en vivo compuesta e interpretada por la National Film Chamber Orchestra, que coordina y dirige Fernando Kabusacki.

 

Ficha técnica

Metrópolis (Alemania, 1926)

Dirección: Fritz Lang. Argumento: Thea von Harbou.

Fotografía: Karl Freund, Günther Rittau, Walter Ruttmann.

Dirección artística: Otto Hunte, Erich Kettelhut, Carl Vollbrecht.

Productor: Erich Pommer para UFA. Duración: 145’. 35mm.

Restauración producida por F. W. Murnau Stiftung en sociedad con el Museo del cine “Pablo Ducrós Hicken” de Buenos Aires.

MALBA Cine | diciembre 2011

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