Diario
Exposiciones

Para provocar sueños eróticos
Por Remedios Varo

Ingredientes

Un kilo de raíz fuerte
Tres gallinas blancas
Una cabeza de ajos
Cuatro kilos de miel
Un espejo
Dos hígados de ternera
Un ladrillo
Dos pinzas para ropa
Un corsé con ballenas
Dos bigotes postizos
Sombreros al gusto

 

Preparación

Se despluman las gallinas conservando cuidadosamente las plumas.

Se ponen a hervir en dos litros de agua destilada o de lluvia, sin sal y con la cabeza de ajos pelados y molidos

Se dejan hervir a fuego lento.

Mientras hierven las aves, colóquese la cama orientada de noroeste a sudeste y déjese reposar con la ventana abierta.

Cierrese la ventana media hora después y colóquese el ladrillo bajo la pata izquierda de la cabecera de la cama que debe estar al noroeste.

Déjese reposar.

 

Mientras reposa la cama rállese directamente sobre el caldo, la raíz fuerte teniendo cuidado de que las manos estén constantemente impregnadas por el vapor.

Revuélvase y déjese hervir.

Se toman los cuatro kilos de miel y se extienden con una espátula sobre las sábanas de la cama.

Tomense las plumas de las gallinas y espárzanse sobre las sábanas embadurnadas de miel.

Tiéndase la cama con cuidado.

No es indispensable que las plumas sean blancas, pueden también usarse de color, pero hay que evitar las llamadas de gallina de Guinea pues estas producen a veces un estado ninfomaníaco de larga duración o graves casos de priapismo.

Póngase el corsé bastante apretado.

Siéntese ante el espejo.

Afloje su tensión nerviosa, sonriase, pruebese los bigotes y los sombreros según sus gustos (Tricornio, napoleónico, capelo cardenalicio, cofia con encajes, boina vasca, etc).

Ponga en un platito las dos pinzas para ropa y déjelo junto a la cama.

Entíbiense al baño de María los hígados de ternera teniendo mucho cuidado de que no lleguen a hervir, coloquense los hígados tibios en lugar de la almohada (en casos de masoquismo) o en ambos lados de la cama al alcance de las manos (en casos de sadismo).

A partir de este momento todo debe terminar de hacerse a gran velocidad para impedir que los hígados se enfríen.
Corra y vierta velozmente el caldo (que debe estar muy reducido) en una taza. Regrese con ella apresuradamente ante el espejo, sonría, beba un sorbo del caldo, pruébese un bigote, beba otro sorbo, pruébese un sombrero, beba, pruébese todo, tome sorbitos entre prueba y prueba y hágalo todo tan velozmente como sea capaz.

El caldo ya ingerido, corra a la cama, acuéstese entre las sábanas preparadas, tome rápidamente las pinzas para ropa e introduzca en cada una de ellas el dedo pulgar del pie. Estas pinzas deben conservarse en un angulo de 45° en relación con el dedo oprimiendo firmemente la uña.

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