27.07.2017

Un sueño de 1959 

Por Diane Arbus

Me encuentro en un enorme hotel de hermosos ornamentos blancos que está incendiándose, condenado, pero el fuego avanza muy lentamente y la gente todavía puede entrar y salir libremente. Yo no puedo ver el fuego, pero el débil humo flota en todas partes, especialmente alrededor de las luces. Es extremadamente lindo. Yo estoy apurada y siento un deseo tremendo de fotografiar. Subo hasta nuestros cuartos para agarrar lo que tengo que salvar y, sea lo que sea, no lo puedo encontrar. Mi abuela está por ahí, quizás en la habitación de al lado. No sé qué es lo que estoy buscando, qué es lo que debo salvar, cuán rápido el edificio se derrumbará, qué debo hacer, por cuánto tiempo puedo tomar fotografías. Quizás ni siquiera tengo película o no puedo encontrar mi cámara. Constantemente soy interrumpida. Todo el mundo está ocupado, yendo de un lado para el otro, pero el ambiente es calmo y algo enlentecido. Los ascensores son dorados. Es como el Titánic hundiéndose… Me siento llena de placer pero ansiosa y confundida y no alcanzo a tomar las fotografías. Mi vida entera está allí. Es una especie de éxtasis calmo pero dolorosamente reprimido, como cuando un bebé está llegando y los auxiliares te piden que aguantes porque ellos no están listos. Estoy casi abrumada por el placer pero fastidiada por las interrupciones. Hay cupidos tallados en los techos. Si salvo lo necesario, incluida la cámara y a mí misma, quizás no seré capaz de tomar las fotografías. Me siento extrañamente sola a pesar de estar rodeada de personas, que no dejan de desaparecer. Nadie me dice lo que tengo que hacer pero me preocupa abandonarlos o no hacer algo que se supone que debería. Es como una emergencia en cámara lenta. Yo estoy en el ojo de la tormenta.

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Documento extraído de una de las libretas de notas de Diane Arbus, alojadas en el Archivo Arbus de The Metropolitan Museum (Nueva York).

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