Grete Stern. Sueño Nº2, 1949.

La serie de fotomontajes que Grete Stern realizó para la revista Idilio entre los años 1948 y 1951 conjuga sentido crítico con fuerte conocimiento técnico. La fotógrafa es alumna de Walter Peterhans unos años antes de que éste ingresara como profesor a la escuela Bauhaus. En 1927, Stern viaja desde su Stuttgart natal a Berlín para estudiar fotografía, un medio relativamente nuevo y, quizás por ese motivo, menos estigmatizado por los estereotipos de género que excluyen a las mujeres de las disciplinas artísticas más tradicionales. Por otro lado, la fotografía le permite poder autosustentarse, situación fundamental para una Neue Frau o Nueva Mujer, fenómeno sociológico con el que se denomina a todo un grupo de mujeres, en su mayoría procedentes de una burguesía ilustrada, que tras la Primera Guerra Mundial comienzan a cobrar presencia dentro del mundo laboral y artístico. Grete Stern es una Neue Frau sin lugar a dudas y eso fue lo que sustenta el carácter crítico de los fotomontajes que realiza años más tarde para Idilio. ... Seguir leyendo


22.06.2018

La vida reta al arte
Mónica Mayer
y Lorena Wolffer

Por María Laura Rosa [1]

“Hemos pensado demasiado que el arte puede cambiar la vida, al menos efímeramente; pero creo en la corriente inversa: la vida reta al arte y, en consecuencia, al pensamiento sobre el arte”. 

—Ileana Diéguez [2]

Históricamente el espacio público fue un lugar prohibido, lleno de prejuicios para las mujeres. El lugar natural adjudicado al colectivo femenino fue el privado, el mismo se planificó a través de todo un sistema educativo, proyectado por los filósofos contractualistas desde el siglo XVII en adelante, especialmente por Jean-Jacques Rousseau. Aquellas que osaban salir de la esfera doméstica eran justificadas por sus necesidades económicas –ya que no se pensaba que las mujeres pudieran desear otros destinos para sus vidas–, y sobre ellas recaían toda una serie de prejuicios y recelos contra los que se siguen luchando aún hoy. En ese sentido, el espacio público aún continúa configurado a través de las variables de clase y etnia, interceptadas por la transversal de lxs génerxs. ... Seguir leyendo


14.07.2016

Yoko Ono,
artista feminista

Por Agustín Pérez Rubio

Dado que la agenda política de Yoko Ono siempre ha pasado por el pacifismo y la defensa de una sociedad antibelicista, no es sorprendente que, como buena representante de la generación de los años 60, sea también una mujer interesada de manera fundamental en el trabajo de las artistas mujeres y en las relaciones de poder de las mujeres en el trabajo, en sus hogares, o con relación a sus propios cuerpos. En definitiva, Yoko Ono es, antes que nada, una mujer feminista que ha luchado y sigue luchando por el papel y el espacio que les corresponde a las mujeres, espacio que siempre ha defendido. ... Seguir leyendo


07.03.2016

Circunstancias, por Claudia Andujar

1944 A los trece años tuve el primer encuentro con los “marcados para morir”. Fue en Transilvania, Hungría, a fines de la Segunda Guerra. Mi padre, mi familia paterna, mis amigos de la escuela, todos iban con la estrella de David visible, amarilla, cosida a la ropa a la altura del pecho para identificarlos como “marcados”, para agredirlos, intimidarlos y luego deportarlos a los campos de exterminio. Algo terrible estaba por ocurrir, y se sentía en el aire. En medio de aquel clima de perplejidad, Gyuri me invitó a dar un paseo por el parque. Fue una confesión de amor; sólo así puedo referirme a su deseo de que estuviéramos juntos. Lo hacíamos guiados por la intuición. Se trataba de un paseo sólo para poder decirme: “Vamos a la misma escuela. Me fijé en ti. Eres especial y bonita.” Yo también lo buscaba por la calle, día tras día, siempre a la misma hora. Sabía que lo iba a ver pasar caminando. Siento la emoción apretándome la garganta. Aquel día de junio de 1944 decidimos encontrarnos y confesarnos lo que sentíamos. El chico judío estaba marcado con la estrella amarilla, el mogendovid. Tenía quince años, y yo, trece. Caminamos emocionados, sin hablar, mirándonos furtivamente. Sabía que estaba ocurriendo algo importante. Era el nacimiento del amor. Sentía un hormigueo en la piel. Al final del paseo recibí un beso tímido y silencioso, que apenas tocó mi boca. Recuerdo que los labios me quedaron ardiendo durante horas. Uno nunca se olvida de un amor en circunstancias tan especiales. Al mostrarme con Gyuri públicamente, sabía que estaba desafiando mi época. Nunca más lo volví a ver. Durante años, guardé un retrato de él en el medallón que usaba colgado al cuello. 1980 Casi cuarenta años después, cuando ya vivía en el Brasil como fotógrafa comprometida con la cuestión indígena, acompañé a algunos médicos en expediciones de asistencia sanitaria. A partir de 1973, durante los años del “milagro brasilero”, el territorio Yanomami en la Amazonia brasilera fue invadido a causa de la apertura de una ruta. Junto con la minería y la búsqueda de oro, diamantes y estaño, florecieron los sitios de explotación clandestinos y no tan clandestinos. Muchos indios se convirtieron en víctimas y quedaron marcados por aquellos tiempos oscuros. Nuestro modesto grupo de salvación –apenas dos médicos y yo– se internó en la selva amazónica para comenzar a organizar el trabajo necesario en el área de salud. Una de mis actividades consistía en llevar el registro de las comunidades yanomami en unas fichas. Para eso, colgábamos al cuello de cada indio una placa con un número. Era un intento de salvarlos. Sin duda creamos una nueva identidad para ellos, desde un sistema ajeno a su cultura. Mediante estas imágenes, hechas en aquella época, pretendo mostrar las circunstancias que rodearon aquel trabajo. No se trata de justificar la marca que colocamos en sus pechos, sino de explicitar que ese signo se refiere a un terreno sensible, ambiguo, que puede provocar consternación y dolor. El mismo dolor que sentí, por amor, al pisar el pasto del parque. El amor imposible con Gyuri. Él murió en Auschwitz, en aquel mismo año de 1944. 2008 Es este sentimiento ambiguo lo que me lleva, sesenta años más tarde, a transformar el mero registro de los yanomami como “personas” –marcadas para vivir – en obra que cuestiona el método de rotular seres con cualquier fin. Hoy veo este esfuerzo objetivo por ordenar e identificar a una población en riesgo de extinción como un trabajo en la frontera de una obra conceptual. Claudia Andujar [nacida Claudine Hass], 2009.

Entre 1981 y 1984, Claudia Andujar pasó largas temporadas en el territorio indígena de la tribu de los Yanomami, en la cuenca del río Catrimani, parte del territorio brasileño. Junto con dos médicos, realizó numerosas fotografías del medio y de las expediciones, y registró uno por uno a cada individuo. Esas imágenes eran utilizadas en las cartillas de vacunación sanitaria, que contribuyeron a salvar la vida de muchos de los miembros de la tribu. 

Este texto autobiográfico acompaña la muestra Claudia Andujar. Marcados, que reúne más de ochenta fotografías blanco y negro de esa serie.