05.02.2019

Destiempo
sobre Victor Grippo
y Jorge Macchi

Por Florencia Malbrán
Víctor Grippo. Analogía IV, ca. 1972.

Opacidad, incógnita, suspensión. Esta tríada de términos nos acerca a la obra de algunos artistas, cuyos trabajos organizan una multitud de posibilidades que ponen en crisis a lo unívoco, la monotonía y los límites de las definiciones. [1]

Es posible pensar que artistas como Víctor Grippo y Jorge Macchi desconocen la dimensión espacio-tiempo, es decir, la ubicación en un sitio específico y el transcurrir lineal del tiempo. Ellos ignoran la métrica de nuestras vidas cronometradas. El reloj mide, fija, controla el tiempo —y controla también las personas. Pero estos artistas buscan liberarse. ¿Pueden convivir pasado, presente y futuro? ¿El tiempo es ahora? Grippo y Macchi reivindican el derecho al vacío, al cero, a repensar lo más básico. Nos conducen abajo, hacia la nada absoluta y luego arriba, hacia la expansión infinita. Big Bang. ... Seguir leyendo


Verboamérica, nueva exposición de la colección permanente de Malba, presenta un recorrido no-cronológico en el que conviven artistas y obras de diferentes períodos históricos reunidos alrededor de núcleos temáticos comunes. ... Seguir leyendo


27.09.2016

Los planos de Macchi

Por Rodrigo E. Moura
Jorge Macchi. Hotel, 2007.

Mi primer contacto con la obra de Jorge Macchi tuvo lugar a fines de 2002, durante la Bienal de Fortaleza, donde el artista presentó la instalación Fuegos de artificio (2002). Para disfrutar de esta obra, el espectador debe entrar en una sala oscurecida, en la que las únicas fuentes de luz forman parte de la obra misma, y proceden de un conjunto de lámparas simples, de las utilizadas para escritorio, con un pequeño foco luminoso. Están fijadas al piso, y lanzan su haz de luz contra las paredes, de abajo hacia arriba. Cada una de las lámparas alumbra un dibujo tridimensional, hecho con clavos colocados a cierta distancia uno de otro, tomando como módulo la propia sombra proyectada por cada uno de ellos, que avanzan en forma ascendente y progresiva sobre las paredes. La forma creada por ese diseño ascendente, por su parte, es aquello a lo que alude el título de la instalación.

Las lecturas críticas de esta obra suelen señalar algunos aspectos fundamentales del pensamiento de Jorge Macchi, que pueden sintetizarse brevemente en su habilidad para crear constructos poético-visuales, en diversos medios, lenguajes y soportes, que desafían la percepción del espectador, en una suerte de combinación de enigma y anécdota, utilizando refinados códigos visuales, pero también contando con la experiencia del mundo y de lo cotidiano que posee el observador. En esa alternancia entre el significado aparente, intencionado e inmediato y las diversas capas de sentido a posteriori, una importante clave de interpretación privilegia la paradoja que opera sobre un conjunto de fuegos de artificio que son, al contrario de aquellos que evocan, permanentes y no efímeros. Su mise en scène, en forma de objetos triviales dispuestos de modo de obtener un efecto preciso, sine qua non, es otra vertiente de lectura y una fuente de fascinación de esta obra. Por fin, existe, como apunta el artista, una paradoja que se agrega a las demás: “Aquí hay varias paradojas entrelazadas, pero hay una que me interesa ahora: ¿las lámparas iluminan los clavos o los clavos son una consecuencia directa de la iluminación?”. Como no nos deja olvidar este comentario, estamos a punto de quemarnos en los fuegos de los artificios.

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Fragmento del ensayo publicado originalmente en el catálogo de la exposición Jorge Macchi. Perspectiva (2016). Versión completa en formato PDF aquí


El artista Jorge Macchi responde tres preguntas sobre el ciclo Carta blanca, que programó durante el mes de mayo para MALBA Cine, en paralelo a su muestra Perspectiva.

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Se trata de una instalación que convoca uno de los temas principales de la poética de este artista: la sorprendente irrupción de lo impensable en la realidad. En esta obra, que ocupará toda la Sala de Exposiciones de la UTDT, la fantasmagoría se pone de manifiesto de una forma a la vez científica y siniestra, simple y monumental. La condición misteriosa de ciertos fenómenos es una de las cuestiones que preocupan a Macchi desde sus inicios en el arte, en la década del ochenta. Así como en otras obras de este artista, la luz se solidifica y se vuelve escultórica; en Refracción, la materialidad y la textura de una serie de caños de metal se ve trastocada por un efecto óptico. 

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El cuarto de las cantantes es una instalación basada en el poema “Adiós”, de Idea Vilariño. El texto va apareciendo y desapareciendo letra por letra, proyectado sobre cuatro vidrios alineados con el proyector. Cada letra aparece junto con su sonido, que se escucha hasta que la letra desaparece, superponiéndose con los sonidos correspondientes a las otras letras. Cada vidrio corresponde a una cantante diferente que grabó fragmentos con todas las letras presentes en el poema. Cada uno está provisto de un artefacto electrónico que lo transforma en parlante, de tal manera que el sonido surge literalmente del vidrio que recibe la proyección.

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Perspectiva pretende, como su nombre indica, desplegar (def. 1) un punto de vista desde el cual se considera o se analiza un asunto; en este caso, los más de veinticinco años de trayectoria del renombrado artista argentino Jorge Macchi (Buenos Aires, 1964). Tras sus retrospectivas en Brasil, Bélgica y Francia, esta primera exhibición antológica en Argentina se realizó ex profeso para MALBA, y comprende sus trabajos de principios de los años 90, su paso por residencias en Europa, sus participaciones en bienales como las de San Pablo, Estambul, Porto Alegre o Venecia, y el trabajo que ha realizado luego de elegir Buenos Aires como base de operaciones en 1998.

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