Diario
Exposiciones

La figura humana en Berni y Spilimbergo
Por Adriana Lauría

Antonio Berni. La mujer del sweater rojo, 1935. Colección Malba.

La amistad entre Antonio Berni y Lino Enea Spilimbergo se inició en Europa, cuando ambos formaron parte de ese entusiasta grupo de artistas argentinos conocidos como “los muchachos de París”. Los unió la formación en el taller de Lhote, la admiración por las pinturas murales del primer renacimiento italiano, las ideas de izquierda y su respectivas parejas francesas, Paule y Germaine, que muchas veces fueron modelos de retratos y composiciones de entorno doméstico. De vuelta en el país, su amistad prosiguió a través de una comunidad de intereses ideológicos, gremiales y estéticos.

Berni y Spilimbergo junto a otros colegas en París, 1928.

El realismo de tema social que Berni enarbolaba como bandera artística, fue para Spilimbergo una opción temática privilegiada, incluso antes de ir a Europa a perfeccionarse. En sus figuras desamparadas, habitantes de regiones paupérrimas del país, puede apreciarse ya su extraordinaria habilidad y dominio de los medios técnicos, entonces deudores del naturalismo académico.

En Europa ambos dominaron la síntesis formal, la claridad de la geometría y el análisis de las formas que facilita la depuración y la concentración expresiva. También abrevaron en el insomnio metafísico de de Chirico, en sus atmósferas sugerentes, que les proporcionaron un acercamiento nuevo al mundo de los objetos y la facultad de estructurar un espacio grávido de significados.

Lino Enea Spilimbergo. Retrato, 1936. Colección Palais de Glace, Buenos Aires.   Antonio Berni. Retrato, 1939. Colección Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, Santa Fe.

Estas características sumergen a sus personajes en un silencio ensimismado. Cierta pasividad en las posturas, la expresión melancólica de los rostros, acentuada por profundas miradas de grandes ojos, detienen a estas potentes figuras, por un instante, en la constatación de su propia existencia. Aún aquellas que están en actividad, como la costurera de Primeros pasos y La planchadora, parecen suspender su monótono trajín, para asumir ese momento introspectivo. Incluso la niña que ensaya su danza en Primeros pasos congela su gesto, en una actitud que tiene algo de asombrada invocación.

Los espacios acotados en que se desenvuelven los retratos acentúan la monumentalidad de las figuras, de por sí elaboradas con vigorosas soluciones volumétricas. Las vestimentas, así como otras zonas de estos trabajos, pueden estar tratadas con minuciosa atención y revelar la riqueza de las texturas –La mujer del sweater rojo de Berni– o, por el contrario, ser manejadas sintéticamente como en Figura o Retrato de Spilimbergo. Esta circunstancia no impide encontrar entre ellos una comunidad perceptible de soluciones pictóricas y de impalpables sugerencias.

Lino Enea Spilimbergo. La planchadora, 1936. Colección particular, Buenos Aires. Antonio Berni. Primeros pasos, 1937. Colección Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires.

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Este texto es un fragmento del ensayo "Correlatos entre Berni y sus contemporáneos. Diálogos argentinos", publicado en el catálogo que acompañó a la exposición: Berni y sus contemporáneos. Correlatos (Malba, 2005). 

Sobre la serie Circulación: en estas semanas de aislamiento y retracción, buscamos propiciar la circulación de ideas a través de la recuperación de una serie de textos y materiales que acompañaron a las exposiciones de Malba a lo largo de sus 18 años de vida.

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