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Premisa pompeyana: una interpretación arqueológica de VI Sesión en el Parlamento
Por Marcos Cabobianco

"Aquí, decía yo, aquí floreció en otro tiempo una opulenta ciudad: este fue el solar de un pujante imperio. Sí, estos lugares tan yermos ahora, un tiempo vivificaba su recinto una activa muchedumbre (...) para las respetables obligaciones de su religión, o para los interesantes negocios de su subsistencia se congregaba; aquí una industria generadora de placeres convocaba las riquezas de todos los climas (...) ¿quién sabe -pensaba para mí- si no será otro día igual el abandono de nuestra patria?"

Conde de Volney. Las ruinas de Palmira.

Cuando me pidieron que hable en la presentación del libro que acompaña la obra de Osías Yanov, enseguida quise refugiarme en lo que constituye mi área de estudios académicos. Soy Historiador, especializado en Historia Antigua. Además soy docente de una materia que se llama Elementos de Prehistoria y Arqueología. Me impuse conectar de forma espúrea lo que aquí acontecía con mi terreno de experiencia académica. Mi idea era que algo de la forma en que se abordan las evidencias de un pasado remoto podía servir para pensar un presente del arte. Pero me pareció debía recurrir a un artificio, construir una parábola arqueológica. Para ello me sirvió recordar una premisa calificada de "errónea" por arqueólogos de la talla de Lewis Binford. Como la llama él, la "pompeii premise". Consiste en pensar que lo que los arqueólogos recuperan en una excavación son los restos de una comunidad una vez viva súbitamente paralizada en sus actividades y conservada casi intacta en un punto determinado del devenir temporal. Por supuesto eso ni siquiera es del todo cierto para la situación que otorga su nombre a la premisa. De todos modos, además de que tiene la virtud de haber dado que discutir a los pocos arqueólogos que no desdeñan la teoría, me serviría para plantear cómo la Historia Antigua puede aportar una perspectiva a una obra de arte contemporáneo que supo inquietar al MALBA. Por lo menos a mí también me inspiró pensar cómo sería percibida la obra activada si fuera una situación histórica antigua. Pero antes de seguir, me surgió un problema de escenificación: ¿Cómo hacer que el MALBA se vuelva Historia Antigua?

Una posibilidad es usar la imaginación. Tendemos a pensar que la imaginación, en tanto capacidad para crear imágenes de cosas que se hallan ausentes de nuestros sentidos, a lo sumo sirve para inventarnos historias que son meramente fantasía. Sin embargo, puede argumentarse que la principal facultad del historiador de la antigüedad no es algún sentido o capacidad de percepción (no se "ve" directamente el pasado, no se "escuchan" las piedras que no hablan) sino la imaginación. Aunque no en este ejercicio discursivo en particular, esa imaginación histórica debe estar sujeta a las reglas disciplinares que piden articular las evidencias de un modo mínimamente aceptable por el conjunto de los historiadores...

Hasta aquí me he escudado en cierta seriedad académica. Aviso que lo que sigue es un ensayo volátil. Comencemos por volver a la obra de Yanov y adoptemos la premisa errónea como un futuro posible para ella; será la imaginación ficcional (no la histórica de la que hablaba recién) la que proyecte una situación del todo improbable.

Hago lo siguiente: arrojo una imagen delante y luego entro en ella. La imagen es la explosión del Vesubio, que enterró Pompeya en el 79 d.C. y la dejó en buena medida intacta bajo toneladas de ceniza volcánica. Transpuesta a un futuro impostor y postapocalíptico (el 2079 d.C. podría ser), a coordenadas negablemente volcánicas (las nuestras del Río de la Plata), me sirve para aplicar unas condiciones de conservación óptimas a la zona del museo. En esta ficción geológica absurdamente devastadora, Buenos Aires es arrasada por un flujo piroclástico en algún momento después de que se activa la obra de Yanov del sábado a las 19:30. Con la libertad que el delirio autoimpuesto que la premisa errónea permite, determino que el MALBA sobrevive sepultado y protegido, casi intacto. Entonces, en un momento indeterminado, es relevado por arqueólogos del futuro. Aunque, claro está, no han sobrevivido ni la presente audiencia ni los performers, todos aquellos que necesité matar para hacer efectivo este mito ígneo son recuperados en sus expectantes y danzantes poses (unas que, por piedad y necesidad del argumento, no tienen relación con la muerte producida por las emisiones del ocultísimo volcán). Los que excavan y vierten fibra de vidrio o yeso en los huecos como moldes dejados por los cuerpos (cuerpos que se han descompuesto y apenas han dejado rastros materiales más que el vacío de su silueta tridimensional) son seres de un futuro que ha sufrido una discontinuidad no especificada con nuestro presente (pueden haber estado viviendo milenios en la Antártida, bajo una esfera que los protege del frío en el seno de una ciudad oculta). Para ellos el actual territorio argentino es un lugar donde obtener evidencia que sirve para establecer una Historia Antigua de sus lejanos predecesores del sur. La conexión y continuidad cultural a propósito la planteo difícil: para los registros escritos y los edificios requiere respectivamente desciframiento y especulación arquitectónica-funcional. Síganme en el juego del extrañamiento, por favor. ¿Qué interpretaciones podrían suscitarse desde ese futuro hipotético?

Los remito a unas notas, esbozos dispersos más bien, que tratan las cuestiones casi prescindiendo de la afligida coherencia:

Cuando los arqueólogos no saben para qué servía un edificio y qué se hacía dentro del mismo, suelen hablar de "un uso ritual". Si un académico del futuro no sabe lo que era un museo, si se rompe la tradición cultural (que incluye la consideración de lo que es "arte"), puede pensar un lugar como el MALBA donde se "congeló" la obra de Yanov como un espacio dedicado al ritual, pero también puede sugerirse el uso político o a la performance "teatral". Otras confusiones y soluciones pueden sumarse si se leen los textos que aparecen en las paredes y en el propio libro que acompaña la obra y es excusa para esta charla.

Entonces, decíamos que tal vez primero se piensa el edificio como un templo de adoración a algunos dioses de un panteón (entonces) posmoderno. No todos los hierros son sostén del edificio (nosotros sabemos que Yanov es responsable de ello, ellos no). Habría estructuras duras que hacen las veces de altares permanentes. Son centros de atracción para una porción de la población que participa de ritos efímeros. Los trajes especiales son para los principales oficiantes del culto; esas figuras que parecen sacerdotes danzantes. Pueden compararse a los bailarines de marciales cultos orientales o a los extáticos eunucos de Atargatis. Vamos nuevamente al detalle, que puede cotejarse en el libro:

Una figura yace cuan larga es sobre la escalera. Aparece retratada en la página 35, tiene un paralelo en uno de los cuerpos caídos de Pompeya. En la página 33, se observa un monstruo de fuera del Cosmos. Podría ser una criatura del caos, no está en el orden de la danza, tiene la lengua fuera y puede tener que ver con un numen del sexo y las drogas. En la página 36, la posesión de un espíritu del dios lleva a un danzante al paroxismo. Tal vez hay un presagio de la devastación producida por el volcán en el primer escrito del libro: "MALBA is burning".

Es posible considerar que la interpretación en clave ritual del edificio y sus ocupantes, así como la lectura "literal" del libro que acompaña la obra, lleva a pensar el espacio y el texto como eminentemente sagrados.

Más adelante, ya excavada y cotejable la evidencia arqueológica, me imagino a los eruditos del futuro tratando MALBA-Pompeya en congresos de una Historia Antigua que abarca nuestro presente. El sesgo (y el tedio) de sus interpretaciones depende de la especialidad de cada uno, pero bien pueden haberse corrido de las interpretaciones en clave religiosa y ritual. Cuestiones como las siguientes son discutidas:

Un especialista en los aspectos políticos se fijará en que la pared y el libro rezan "VI sesión en el Parlamento" (se buscan rastros inencontrables de las anteriores, tampoco se encuentra transcripción de la sesión o fijación de una ley).

En un lugar destacado hay un nombre y un apellido escritos con enormes caracteres: "Osías Yanov", tal vez un faraón.

Algunas poses remiten a unas comunidades de la distante América del Norte: culturas urbanas relacionadas con la disidencia sexual, y a algo llamado "voguing". Algunas de los términos con los que se categorizan sus despliegues (del vogue fem) se han recuperado: "hands", "catwalk", "dipspins", "floor performance", "duck walk".

Habría dos categorías de inquisidores que despliegan en la "pieza" sus instrumentos de tortura con sus nombres: "mimesis" y "repetición". La "pieza" puede ser una sesión de tortura. Leemos en la página 21 del libro que "Los performers (eufemismo para referirse a las víctimas) son sometidos a ejercicios que involucran técnicas de agotamiento, repetición y precisión extrema".

Un psicólogo del futuro podría sostener que el deseo de cada académico encuentra una satisfacción parcial en sus hipótesis.

Para finalizar, veamos unas últimas interpretaciones trasnochadas que, por lo menos tienen el mérito de combinar en lecturas de corte antropológico lo dicho hasta ahora:

Lo calendárico y ritual puede tener que ver con el origen de la actividad en el museo, pero ya no es sólo eso: ha devenido en teatralidad. Se baila sobre arquitectura. La arquitectura es música congelada. En vez de duelos de astucias como en un parlamento "normal", aquí había combates simulados basados en el movimiento de los cuerpos.

Patronazgo en el voguing: se forman "houses" que actúan como una de las dinámicas enlazadoras y protectoras de parte de la comunidad gay. Las "House" tenían cada una una "Mother" (ejemplos: House Ninja de W. Ninja, Crystal La Beija, una gran "mother" de sus "children").

Puede ser una performance y un ritual, imposible distinguirlos, tenía una duración limitada, pero se repite determinados días.

Conclusiones tentativas o tentadoras

Ante la duda, se ve todo espacio controlado como ritual. El museo es un espacio controlado, que aceptó una representación acerca de los límites del control, acerca de cómo estos aparecen sin palabras, sólo en movimientos. Uno no sabe qué quedará. Para los que danzan está lo efímero, que también expresa verdades tales como de qué está hecho el cosmos. De lo que queda habrá múltiples interpretaciones, nunca la verdad. La antigüedad, hecha historia, proveerá de representaciones míticas al presente. Y también de la posibilidad de pensar otros mundos posibles.

La verdadera poesía sobreviene al hombre de genio capaz de ver las imágenes y modelos que subyacen a cada persona, sociedad y momento histórico y determinan su existencia. Gracias Yanov, tal vez darás que pensar a la Historia Antigua de un futuro que alguna vez fue tan improbable como nuestro presente. Aunque así no fuera, MALBA is pompeiing.

Texto leído durante la presentación del libro VI Sesión en el Parlamento. MALBA, 30 de mayo de 2015.

Marcos Cabobianco

Licenciado en Historia y doctorando en Historia de la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como docente de las materias Historia Antigua I (Oriente) y Elementos de Prehistoria y Arqueología americana para historiadores en la misma Universidad. Es miembro del Programa de Estudios sobre las Formas de Sociedad y las Configuraciones Estatales de la Antigüedad (PEFSCEA). Actualmente se encuentra finalizando su tesis de doctorado con el tema "Representaciones de la violencia en los relatos míticos egipcios".

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