31.08.2020

FU! o la seducción por la anomia

Por Rafael Cippolini

Liliana Maresca. Ella y yo, 1994
Liliana Maresca. Ella y yo, 1994.

Una de las características más atractivas de los equívocos, es que pueden ser peligrosos. Más si sospechamos que son intencionales (no necesitamos definirnos como nietzscheanos, celosos o paranoicos para declararnos en un ininterrumpido estado de suspicacia; al revés, quizá sea el más divertido de los deportes). No por otra razón, cuando perdida en alguna tradición creemos advertir ese tipo de singularidades que suelen darse por naturalizadas y no entendemos muy bien por qué, empiezan a presentársenos pistas sucesivamente más deliciosas que no sabemos adónde nos pueden llevar. La tercera o cuarta vez que me encontré –créanme que por casualidad– con el término Folklore urbano, en todos los casos atribuido a fenómenos culturales o artísticos engañosamente emparentados, mi pesquisa se agudizó instantáneamente. Fue hace tanto tiempo que ni siquiera tenía idea de la existencia de Pierre Restany, quién en su momento inyectó a la (llamémosla) expresión, una artimaña impostergable. ¿También indomesticable? Prescindamos del quizás. Confieso que la epistemología que más me interesa por alguna causa termina por resultar furtiva a plena luz del día, bien delante de nuestros ojos. En definitiva, la mejor epistemología luce habitualmente como ficción, aunque de ninguna manera lo sea. Enuncio el desafío: nos debemos ese indispensable Tratado de Folklore Urbano, con seguridad no tan lejano a nuestro amado Manual de Zoología Fantástica de Borges, que además tiene otro título.

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El miércoles 2 de septiembre, en el marco del curso Latinoamérica al sur de Sur, Rafael Cippolini brindará una clase sobre El folklore urbano en imágenes.

 

 

  


La web es también un baile de máscaras (la imagen no es mía y tampoco reciente: lo sugirió Tomás Maldonado hace muchos años, refiriéndose a los chats). Y esas máscaras parecen no ser más que un tsunami de desbocadas malas escrituras que funcionan como un afrodisíaco diabólico: por eso creo que los tan sobreextendidos trolls no son más que una unidad de medida, y si se exagera apenas un poco, un paradigma de los modos de escribir de esta época. 

Hace más de treinta años Godard afirmaba que el diagnóstico de una “civilización de la imagen” era falso o al menos relativo y tramposo: “se escribe más que nunca”, decía. Para despejar cualquier duda, no hay más que observar a los pasajeros de un subte o un colectivo, incluso a los peatones, con la mirada cautiva en sus pequeñas pantallas de mano, absorbidos por esos collages instantáneos conocidos como whatsapps. ... Seguir leyendo


La primera tentación fue llamar “taller” a estos encuentros titulados Ficciones Alteradas. Taller, porque pensé siempre en el montaje y desmontaje de estrategias de escritura, en algo más práctico que teórico. Mi objetivo es poner a disposición de los asistentes recursos para la lectura y la escritura, una suerte de obrador minucioso. Si terminé inclinándome por la figura del “seminario”, es para disipar ciertas confusiones, ya que no habrá consignas de trabajo, y su materia no será analizar y elaborar los textos de los participantes. Hecha la aclaración, confieso que sigo concibiendo este seminario como un taller, como un gabinete de vivisección de las formas y de las decisiones que pusieron en marcha estrategias literarias recientes, astucias y tácticas que se me antojan indispensables.

¿Por qué Ficciones Alteradas? Hasta no hace mucho era muy claro saber qué queríamos decir cuando nos referíamos a ficción. Tan claro que hasta se bautizó como “non-fiction” a ese género que utiliza elementos de la narrativa literaria (cuento, novela) para volver a poner en escena, de modo crítico, relatos que están lejos de ser pura imaginación, habitualmente circunscriptos a la crónica periodística o al discurso historiográfico. La creciente impresión es que, con el inevitable y agresivo avance de los medios digitales de información, la ficción se encuentra re-distribuida, ocupando nuevos espacios y redefiniendo los límites.

¿Qué hacer, cómo actuar en este escenario? ¿Cómo sobrevivir literariamente en estos nuevos mapas? ¿Cómo reutilizar las posibilidades de las formas ya tradicionales (novela, cuento, ensayo) en una época en la que, frenéticamente, se escriben mails, mensajes de texto, tweets, entradas en blogs y en redes sociales?

Hace poco más de un año publiqué un artículo sobre lo real en tiempos de internet. Ya por entonces tenía en mente la necesidad de un análisis práctico de los horizontes y los desafíos literarios que la actual coyuntura descubre, minuto a minuto.

Hoy, no sólo vuelvo a citar una vez más a William Gibson (“el futuro ya está aquí, lo que ocurre es que no ha sido equitativamente distribuido”) sino que, además, estoy convencido de que es hora de mirar esos nuevos mapas más de cerca.

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El seminario Ficciones alteradas. El campo de pruebas de los relatos expandidos, a cargo de Rafael Cippolini, tendrá lugar los jueves 19, 26 de febrero, 5 y 12 de marzo de 18:30 a 20:30.

 


En octubre, coinciden en MALBA dos actividades cuya premisa es el cuestionamiento de los límites del concepto de ficción en la literatura y el cine contemporáneos.

El seminario Ficciones alteradas. El campo de pruebas de los relatos expandidos, a cargo de Rafael Cippolini, recorrerá los límites y pliegues de géneros contaminados como las memorias reconstruidas y recobradas, la subjetividad extrema en el ensayo, la creciente taxonomía de relatos de no-ficción, la novela teórica y las mutaciones de la crónica, entre otros.

La Segunda semana de cine portugués, por su parte, presenta una serie de films que funden y confunden recursos del documental con otros aparentemente exclusivos del universo de la ficción. Las producciones elegidas comparten un mismo espíritu subversivo y reimaginan las posibilidades del cine futuro en ese borramiento de fronteras.