15.06.2022

Yanak Uywaña, la crianza mutua de las artes

Por Elvira Espejo Ayca

La razón separada de la sensibilidad

Voy a abordar el tema que he preparado para que podamos viajar juntos. Yo lo llamé yanak uywaña, o crianza mutua de las artes. Viene de una reflexión de trabajo con comunidades textileras del departamento de Oruro, en los Andes bolivianos. Yo me he preparado como artista en la comunidad, y luego en las universidades ha sido muy complejo, porque nos meten estos conceptos de constante separación: razón y sensibilidad, arte y ciencia, sujeto y objeto, sociedad y naturaleza. Como amerindios, hacemos toda una absorción de la teoría del arte que viajó a lo largo del tiempo de Grecia a Latinoamérica, pasando por lo europeo y norteamericano, y que generó una estructura de conocimientos piramidal.

La pregunta bien grande en las comunidades cuando comenzamos a trabajar fue: ¿cómo entendemos las artes nosotros? Pues mucha gente decía, desde su noción, que el arte existe en todos lados. Mis docentes en la academia decían que nosotros no tenemos arte, que producimos artesanías y objetos arqueológicos. Y eso me molestó mucho, porque en realidad en las comunidades decían: toda comunidad tiene su forma de expresión artística. Así que no es que no tenemos: tenemos. El problema es que no es en los mismos términos. Eso me hizo pensar y repensar, y me hizo indagar. Y lo que me ha impresionado es que para nosotros la razón y la sensibilidad no se separan.

Están muy conectadas y existen términos para eso: uywaña, en aymara, y uyway, en quechua, que significan “crianza mutua”. La crianza mutua genera una conectividad bien grande. Por ejemplo, con las materias primas. Sin las materias primas, el arte no existe. Para las tejedoras, los tejedores, las ceramistas y los escultores es bien importante la materia prima. La uywaña no es, como dicen los arqueólogos y los historiadores, la domesticación, el dominio del hombre sobre la tierra y la naturaleza. Ese es un dominio machista, que no tenemos en las comunidades. El término que tenemos es esta crianza mutua de los cuidados máximos. Y la uywaña se despliega, en otros términos, como:

Uywa uywaña, o crianza mutua de los animales. Por ejemplo, los camélidos (llama, alpaca, vicuña) y sus fibras. Las ovejas entran luego, con la colonia. Los animales nos dan la lana o el charque y por eso tenemos que tener los máximos cuidados. No es domesticar, no es el dominio del ser humano. Es: yo te cuido como un ser vivo más de este territorio y tú me vas a cuidar a mí también porque yo voy a vestir tu lana. Yo voy a dar la mejor parte de mí y respeto me vas a dar a mí. Yo te doy y tú me das, por eso son cuidados mutuos.

Ali uywaña, o crianza mutua de las plantas. Por ejemplo, la del algodón, que es una crianza mutua muy importante. Hoy en día solo conocemos el algodón de color blanco muy fuerte, producto de la monocultura blanqueada, pero en el pasado los algodones eran de varios colores en flor: rojo, azul, verde, que luego fueron genéticamente manipulados. Las flores coloridas se encontraron en los sitios arqueológicos del norte de la costa de Perú, lo que nos da a entender los cuidados máximos que se tenían con la tierra, en el manejo del agua, en la selección de las semillas, en los tiempos para cosechar, en los almacenamientos, todas cadenas operatorias que son parte de esa crianza mutua.

Se dice que la cochinilla viajó de América a Europa porque en Europa no tenían rojo. Acá la epistemología, la filosofía, la ciencia y la tecnología ya estaban muy desarrolladas. El problema es que no hubo una comunicación adecuada y nuestras filosofías y epistemologías, el aprendizaje milenario en textiles, cerámica, arte plumario, cestería, todas estas especialidades que pasaban de una generación a otra, fueron sometidas al olvido. Hubo una ruptura de pensamientos cuando llegó la educación formal, que domina hasta hoy.

Yanak uywaña, o crianza mutua de los bienes. Puede ser de las artes y también de los objetos, que son sujetos. Se suele decir: “mi prima aguayo me ha cuidado”, “mi señora aguayo me ha cuidado”, “mi señora manta me ha protegido del viento, del sol, del frío”. No es tener por tener, sino cuidar a un ser viviente que necesita de ciertas cosas, como la alimentación, y que tiene que prolongar la vida. Y el objeto, que en la terminología aymara y quechua se dice sujeto, sufre y necesita cuidados: que no le dé mucho el sol, por ejemplo, y si le da, tengo que hacer refuerzos. Cuando se habla de una prenda, se piensa en sus acabados, que la protegen, porque la miramos como algo vivo. Es muy bonito, porque tienes que hacer sus acabados específicos. Si yo tengo una cerámica, puedo decir: gracias a ti yo tengo donde poner la comida, tengo la posibilidad de comer bien, de tomar bien. Lo mismo pasa con los textiles y con muchas otras cosas. Y esas crianzas mutuas pueden desplegarse en diferentes dimensiones: un paisaje, un territorio, utensilios, accesorios. No decimos que esa cosa es mía, como un objeto muerto, sino que es un sujeto que nos cuida y al que cuidamos.


Elvira Espejo Ayca. Jiwasan amayusa / El pensar de nuestras filosofías, 2020.

Crianza mutua de los pensamientos y los sentimientos

Desde el siglo XVII se ha separado la razón y la sensibilidad. Después, en las teorías de Kant y la Ilustración, la razón sigue siendo lo más importante. Se enfoca en la planificación racional y se la separa de la sensibilidad, ignorando el poder pensar con otros medios. De esa manera jerarquizan y crean una elite. Es como velar a cierta clase social, protegerla, y que los demás no puedan pertenecer al arte.

En las comunidades no hay esa racionalidad jerarquizada, sino estas palabras y conceptos que usamos: leer con tus dedos, leer con tu cuerpo o razonar con la sensibilidad de tu cuerpo, de tus pies. Es la interconectividad de sentir y pensar. No se pueden separar. El sentir y el pensar están juntos, es el sentipensante. En aymara decimos:

Amta yarachh uywaña, que es la crianza mutua de los pensamientos y los sentimientos. Yo cultivo los pensamientos, y los pensamientos están dentro de mi cuerpo, dentro del paisaje, dentro de los instrumentos que van a intervenir. Esta sinergia de ideas puede ser de un niño a una persona mayor o de una persona mayor a una niña, o de una idea del instrumento a una persona. Tú no eres el racionalizador, sino que más bien has requerido de esas conectividades, experiencias y sensibilidades para poder generar esta amta yaracch uywaña, el pensamiento compartido, que te lleva a nuevas creatividades. Este sentipensar compartido es lo que da la creatividad para hacer una obra de arte. Es un cultivar constante de sentipensares para poder crear y recrear.

Amuy’tanakax uywaña, o crianza mutua de los pensamientos y las sensibilidades en constante autorreflexión. Eso quiere decir que, al pensar, no estás generando una razón dominante que juzga para poder aplicar. Más bien es como que, al aplicar este pensamiento y este sentimiento en el hacer, el sentipensante hace una reflexión que puede ser superada en el futuro. Entonces tiene siempre la posibilidad de mejorar.

Por eso decimos, por ejemplo, “pensar con la yema de los dedos”. Como cuando hacemos una preselección de las fibras. Lo mismo pasa en la cerámica, con las arcillas. Es una educación que va por la yema de los dedos, donde los dedos son más aptos que los ojos o que la cabeza. La sensibilidad de la yema de los dedos capta la textura de la fibra y se almacena en la cabeza y en otras partes del cuerpo.

Esa capacidad se instruye visualmente, pero se experimenta personalmente. Hay que abrir los ojos de tus dedos y hacer tu propia experiencia de viaje por la sensibilidad. Para la cerámica, hay que pedir el permiso y respeto de las minas de arcilla. Y hacemos una ceremonia para que las arcillas puedan fluir de la mejor manera en nuestros pies. ¿Por qué en nuestros pies? Porque nosotros amasamos con los pies. Los pies tienen que tener la sensibilidad de los ojos al pisar la textura de las arcillas. Las arcillas se alimentan a través de tus pies y luego a través de tus dedos al moldear. En las comunidades se dice: “gracias a mis pies pude casar las diferentes materias primas para la cerámica”. Casar, juntar, unir. También se dice: chakirayku, gracias a mis pies. Quiere decir que mis pies han sido los primeros en hacer que la arcilla se una con el agua para luego obtener una buena pasta. Recién después pasa a las manos. Entonces los pies están sintiendo y contribuyendo, y luego tus manos y al final tus ojos. Ahí se puede ver que toda esa sensibilidad siempre crea conectividad.

Lo mismo pasa con el textil, porque las fibras alimentan la sensorialidad de tus dedos, que la van a almacenar para el futuro de tu vida. Se dice que hay que despertar ese aprendizaje desde niños, para que luego, si tus ojos, a cierta edad, ya no pueden ver el hilo, tus dedos puedan distinguirlo sin dificultad. Por eso se suele decir: “Yo nací hilando y terminaré hilando”.

Piensas con tus pies esa unión de las acciones, y las traduces al cargar la materia prima en tu espalda. Al llevarla en la espalda, la sensibilidad de tu cuerpo está interactuando con la materia prima. Y es tu cuerpo el que la mueve. La materia prima no va a llegar a la mesa sola. Lo racional es lo que conecta todos estos detalles, pero no es el que juzga, no es el que estructura todo, sino el que estructura las intervenciones que se hacen. Es un comprender y hacer de abajo para arriba, algo muy distinto de jerarquizar la mente.

Hay un campo magnético entre la materia prima, los pies y las manos, una complementación de fuerzas mayores para hacer esa construcción. Esto a Kant y a la Ilustración no les interesa, porque no piensan cómo estos procedimientos producen efecto en la sensibilidad a medida que se van desarrollando. No aterrizan en los procesos y procedimientos de construcción de una obra de arte. Se quedan con la idea:

Amuy’tanakax uywaña: el sentipensar nos permite criar en diferentes tiempos y en diferentes espacios. Eso hace un despliegue en términos horizontales. En estos lenguajes, se siente que tú no eres superior a todos, sino parte de la diversidad de acciones de un campo magnético. Todo es horizontal, todo tiene importancia. Esto nos lleva a otro término:

Jaqichaña, o crianza de la obra de arte, que no solo se planifica en la cabeza, sino también al complementarse las materias primas. Por ejemplo: mediante una serie de acciones, procesas la lana, haces la crianza mutua del ajayu (el espíritu) de la materia prima, que va a juntarse con la persona. Jaqichaña significa convertir algo (una figura, una escultura, un tejido, etc.) poco a poco en persona o en personaje. Es convertir en persona o en personaje el esfuerzo del humano, de los instrumentos o los medios que lo rodean, del espacio, del aire que respiras, de la temperatura. Todo lo que nos rodea. El respeto siempre es mutuo. O sea que no estoy dominando yo con mis pensamientos, sino complementando los pensamientos con la lana, que es un sujeto. Ambos sujetos unirán fuerzas para poder lograr el hilo de la vida, que son los ovillos.

Es por la yema de los dedos que tú distingues las texturas, y a través de eso el cuerpo se alimenta. Al hilar con la rueca, hay varios campos de fuerza que se unen. El primer campo está en las manos, es la fuerza de las manos. El segundo es la fuerza de la rueca, que es un instrumento y es un personaje. Y el tercero es la lana. Estos tres campos unidos van a convertir la lana en hilo y el hilo va a ser el inicio de la obra de arte. Otro término es:

Yanak jaqichaña, o crianza mutua de las cosas, que también serán intervenidas por instrumentos específicos, que son también sujetos. Los instrumentos te ayudarán a producir, a reproducir, a crear o gestar, a mejorar y superar, en una complementariedad de acciones. Luego:

Ali uywiri, el especialista en la crianza mutua de las plantas. Este especialista conoce la tierra, las semillas, la alimentación, el agua, sabe qué momento es bueno para obtener las fibras, en un despliegue muy especializado en todos sus procesos y procedimientos. Luego:

Uywa qamani, en aymara, y uywa qamayux, en quechua, que es el especialista en la crianza mutua de los animales. Para los animales, uno va a pensar en el territorio, los pastos, el agua, el ciclo de la vida del animal: cuándo tiene la cría, cuándo crece, cuándo requiere vitaminización, cuándo se puede faenar. Y luego:

Qapu qamani, en aymara, y pushkax qamayux, en quechua, que es el especialista en la crianza mutua de la hilandería. La materia prima pasa por una crianza mutua de los animales y las plantas, y luego pasa por la crianza mutua de la hilandería. ¿Por qué esta especialidad? Porque el hilo no llega por sí solo, sino cuando unimos los campos de fuerza de la rueca, de la lana, de la fibra y de las manos. Luego:

Sami qamani, en aymara, y llimphi qamayux, en quechua, que es el especialista en la crianza mutua de los tintes naturales, el que hace las bandejas de color por emersión de agua, que históricamente se practica a la par de la teoría de Newton del vapor, la luz y la sombra. El sami qamani o llimphi qamayux se complementa con la reacción química de las plantas y con la de los minerales, que generan otro tipo de molécula, que se va a fijar en la estructura de la fibra. La planta es una persona, un ser viviente que tiene la sensibilidad de donar el color, que al mismo tiempo es medicina. Y luego viene:

Sawu qamani, en aymara, o away qamayux, en quechua, que es el especialista en la crianza mutua del textil. Es muy especializado, porque es el que teje. En esta crianza se habla de gestar el telar, de gestar una iconografía por medio de una técnica, y se habla de la persona especializada en los intercambios o en la comercialización. Luego:

Luraña, que es cuando ejecutas las obras de arte con los pies, las manos, la cabeza, el corazón, el cuerpo, en acciones que se van complementando. Y luriri, que es el o la creadora. Yanak luriri es el o la creadora de las cosas, el que une los campos de acción y tiene la lectura especializada de los instrumentos. Las sensibilidades pasan por tu cuerpo y logran una finura. Luraña tiene que ver con el equilibrio y la complementariedad, con poder integrar las manos y los instrumentos requeridos para procesos y procedimientos exactos de creación de una obra de arte.

¿Qué movimiento de tu cuerpo va a complementar esa sensibilidad? En ese aprendizaje están todos los sentidos que te rodean: de los pies, de las manos, del cuerpo, del ojo, de la cabeza, del corazón. Y también, como se dice en aymara, chuymamantiw lup’ita, piensas con tus pulmones. ¿Por qué son tan importantes los pulmones? Porque si no respiramos, no existimos. En aymara no se dice: “te quiero de todo corazón”, sino “te quiero a todo pulmón”. Se dice “pensar con el pulmón”. Incluso se dice: “mi gran fuente de inspiración de pensamientos es la nube”.


Foto: Archivo Museo Nacional de Etnografía y Folklore de Bolivia.

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Elvira Espejo Ayca es artista plástica, tejedora y narradora de la tradición oral de su lugar de origen (ayllu Qaqachaka, provincia de Avaroa, Oruro). Hablante de aymara y quechua, es directora del Museo Nacional de Etnografía y Folklore en La Paz, Bolivia. Autora de las publicaciones Sawutuq parla (2006) y el libro de poemas Phaqar kirki-t’ikha takiy takiy – Canto a las Flores (2006), por el cual recibió el premio para la poetisa internacional en el cuarto festival mundial de la poesía venezolana (2007) y Kaypi Jaqhaypi Por aquí, por allá (2018). Co-autora de Hilos sueltos: Los Andes desde el textil (2007), Ciencia de las mujeres (2010), Ciencia de tejer en los Andes: Estructuras y técnicas de faz de urdimbre (2012), El textil tridimensional: el tejido como objeto y como sujeto (2013) y Tejiendo la vida: La Colección Textil del Museo Nacional de Etnografía y Folklore, según la cadena de producción (2013). Ganó el primer premio Eduardo Avaroa en Artes, Especialidad Textiles Originarios, La Paz, Bolivia (2013), y el primer premio Fomento a la Creación Nativa en Literatura, Especialidad Poesía, en el marco del V Festival de Arte Sur Andino Arica Barroca, Chile (2018).

Este texto fue publicado originalmente por PCP – Programa Cultura Política, La Paz, Bolivia, 2022. Más información en https://laplurinacional.com.bo. Editado por Claudia Pacheco Aráoz y Max Jorge Hinderer Cruz. Cuidado de la edición: Santiago García Navarro.

La serie El tejido del pensamiento recopila una selección de ensayos que abordan desde diferentes perspectivas muchos de los asuntos presentes en las exposiciones Tejer las piedras y Aó. Episodios textiles de las artes visuales en el Paraguay. Una manera de seguir pensando en conjunto, de compartir referencias y de poblar nuestro imaginario de preguntas e imágenes para enriquecer y desafiar nuestra mirada del mundo.