En medio de una de las cinematografías más vacuas y torpes que existen, surge de vez en cuando un film singular que, por negar todo lo que tiene a su alrededor, consigue casi el status de obra maestra. En el cine inglés de posguerra eso sucedió contadas veces. Terence Fisher y antes este film colectivo a quattro, rodado en 1945, fueron las excepciones. Historias de terror y de fantasmas que se intercambia los invitados en una suerte de tertulia a la Lewis Carrol y que desembocan en un final digamos que “redondo”. El cuento del ventrílocuo -cien veces imitado- es de Angus Mac Phail y no de Wells, que escribió el de los golfistas.
“El cuadro del film es, ante todo, rígidamente objetivo; plantea el relato de diversos sueños, no mide la sorpresa, el horror o la risa que ellos provocan en quien los relata o en quienes los oyen. La exposición se dirige siempre al espectador y le requiere la identificación de sus sueños reales con aquellos sueños ficticios. En ese sentido el film es, antes que una rara curiosidad, un espectáculo cinematográfico de primer orden. Es, también, una versión verídica de los sueños; apunta su naturaleza cíclica, su constante retorno, su carácter de prisión; como si fueran reales, los narra sin explicar su fantasía, sin resolver sus contradicciones”. Texto de HAT extraído de sus Obras incompletas (INCAA, Buenos Aires, 2009-2013), edición de Álvaro Buela, Elvio E. Gandolfo y Fernando Martín Peña. 18 de julio 1947.
sábado 06 de agosto de 2022 a las 24:00
Al morir la noche (Dead of Night, Gran Bretaña-1945) de Alberto Cavalcanti, Robert Hamer, Charles Crichton y Basil Dearden, c/Mervyn Johns, Roland Culver, Googie Withers, Sally Ann Howes, Anthony Baird, Miles Malleson. 102’.