Un grupo de jóvenes va a parar a la casa del título, que es una rarísima combinación de tren fantasma y psiquiátrico, habitada por varios personajes extravagantes.
Un escritor hereda la siniestra casa de una tía, donde tiempo antes ha perdido a su hijo, y acepta el legado con la intención de ajustar cuentas con lo desconocido. En una década que incorporó alegremente el humor a diversos tópicos clásicos del cine fantástico, era inevitable que llegara el turno de las casas embrujadas. El éxito del film inspiró varias secuelas e imitaciones.
Un empresario ofrece un millón de dólares a quien sea capaz de pasar una noche en una propiedad que tiene una historia siniestra. Esa premisa clásica es apenas la excusa para esta libérrima y muy divertida remake de un clásico de William Castle, coproducida por su hija Terry y por Robert Zemeckis.
Este es el film más abstracto Berneri y también el más luminoso. En su centro hay dos mundos que se encuentran: por un lado, el de una mujer madura que ha sido sex symbol, es independiente y vive sola; por otro, el de su sobrina adolescente del campo, que está por cumplir quince años.
En la única escena alegórica de ALANIS, la protagonista aparece con su hijo cómodamente instalada en un dormitorio burgués que en realidad le es muy ajeno. El resto del film describe -con todo naturalismo y un extremo rigor formal- su vida en la prostitución con ese niño al que debe alimentar.
La mujer de negro
El plan de este film es retomar las raíces góticas del terror cinematográfico, con una historia clásica de casa embrujada por fantasma vengador.
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