Tras la muerte de su esposa, un hombre encuentra a una mujer idéntica y se obsesiona con recrear el amor perdido. Con la inestimable ayuda del fotógrafo Alberto Etchebehere, el realizador exploró a fondo las posibilidades visuales de este relato sobre “un alma torturada”.
El film es una fantasía biográfica alrededor de la figura del legendario cantor José Betinotti, autor de la canción “Pobre mi madre querida”, lo que permite recreaciones detalladas del circo criollo, de los tempranos estudios de grabación fonográfica, de los mítines políticos, de las primeras luchas obreras y de los orígenes del tango-canción.
Como indica su título, el film es un retrato descarnado de Santos Pérez (Federico Luppi), presentado sin ambigüedades como instrumento del poder en virtud de la astucia ajena pero sobre todo de su propio servilismo, cimentado en un entorno de ignorancia y embrutecimiento.
Diversas circunstancias impiden el amor entre dos jóvenes, a lo largo de varios años, en este elaborado melodrama rural, que Del Carril compuso a partir de una obra de Hermann Sudermann (el mismo autor del tema original del film Amanecer, de F. W. Murnau).
La historia de un joven de familia acomodada que busca vengar la muerte de su hermano es el punto de partida para una descripción de contrastes entre el ambiente de los malevos, el tango y las apuestas en los reñideros, con el de la aristocracia porteña, sus niños bien y sus muchachas educadas en París.
El primer film que Fregonese realizó tras su regreso definitivo a la Argentina se inscribió en una línea histórico-policial que el cine local revisitó con frecuencia durante la década del ’70.
El film reitera un argumento bastante habitual en el cine de esos años: el hijo de un empresario se distancia de su padre y se mezcla entre sus empleados, en parte para enfrentarlo pero en parte también para “hacerse de abajo” y comprender así mejor los problemas de la clase obrera.
A más de cuarenta años de su estreno, este film sigue siendo sorprendente, en parte porque procede de un estudio major que hoy no se atrevería a hacer nada parecido, en parte por la complejidad esencialmente visual de su narrativa, y en parte porque aborda su tema sin pretender aclararlo.
La vida en las postas de la pampa durante la segunda mitad del siglo XIX (según novela de Guillermo House) fue representada aquí por Lucas Demare con el mismo aliento épico de sus anteriores La guerra gaucha (1942) y Pampa bárbara (1945).
La película es una adaptación de la novela “Calles de Tango”, de Bernardo Verbitzky, y su tema guarda semejanzas con la obra “Los de la mesa 10” de Dragún, así como con la versión cinematográfica que realizó después Simón Feldman: una pareja de jóvenes se enamora pero las diferencias sociales de sus respectivas familias complican esa relación.
Gente bien
Romero dedicó una fuerte zona de su filmografía a las comedias sobre los prejuicios y pretensiones de clase, consciente de que su público era mayormente popular y miraba a la aristocracia desde afuera.
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