Tras separarse amistosamente de su recurrente socio profesional, Emeric Pressburger, el director Powell lo arriesgó todo con este film sobre un asesino compulsivo, que sólo alcanza la satisfacción plena cuando observa la filmación de sus crímenes.
El grupo de conquistadores españoles que navega a la deriva en el film, es en realidad una verdadera expedición de villanos que, movidos por el afán de oro y poder, penetran en la selva amazónica en busca de la ciudad de El Dorado.
Un film único que mezcla el falso documental con la investigación a través de cinco países, y que el punto de vista en la mirada perversa del gran negocio que significa la esclavitud sexual.
A partir de la muerte de su padre, Eduardo Crespo se embarca en un viaje para filmar la película que harían juntos. Una película sobre Crespo, el pueblo de donde vienen, la avicultura y la relación de padre e hijo que los unía.
El misterio de Lisboa nos arrastra en un auténtico torbellino de aventuras y desventuras, de coincidencias y revelaciones, de sentimientos y pasiones violentas, de venganzas y de historias de amor, para vivir un accidentado viaje a través de Portugal, Francia, Italia y Brasil.
Los ingredientes son: un científico con delirios de demiurgo, una chica hermosa, un repertorio de criaturas dolorosamente atrapadas entre lo humano y lo animal, y un Michael York estupefacto y un poco fuera de lugar en la isla del Pacífico a la que llega como náufrago.
Este es un film atípico en la filmografía de Hitchcock y sus devotos están lejos de considerarlo entre sus preferidos. Contiene, sin embargo, algunas de las imágenes más sugestivas de toda su obra y fue pionero en varios sentidos.
Los primeros minutos son extraordinarios: en una cancha de fútbol en el campo, una niña rodeada de animales camina mientras está a punto de desatarse una tormenta. No es necesariamente una postal de terror, pero la soledad de la niña tiene acaso una dimensión de indefensión cósmica.
“No es sobre la guerra de Vietman. ES la guerra de Vietnam”, dijo Coppola sobre este film descomunal y arrasador que casi le cuesta la vida.
Única y maravillosa obra del gran actor que fue Charles Laughton, su relativo fracaso inicial (comprensible por su profunda originalidad expresiva), no hizo más que aumentar el impacto para las generaciones anteriores.
Un tiro en la noche
Ford sugiere dos problemas, que resuelve con magistral sutileza: ¿puede la civilización por sí sola derrotar a la barbarie, sin apelar a ninguno de los métodos de la barbarie? Y si hay grises en la historia, ¿qué hacer con ellos una vez establecida la civilización?
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