La acción transcurre en Hungría hacia 1919, entre la brevísima República de los Consejos y el inicio de la extensa regencia anticomunista de Miklós Horthy. La acción se inicia con el enfrentamiento entre un grupo de soldados y otro de sacerdotes.
La joven Marjorie Morgenstern (radiante Natalie Wood) desdeña todo lo que la vida tiene previsto para una muchacha judía de clase alta y se enamora de un cantante, bailarín y coreógrafo que es encantador (porque lo interpreta Gene Kelly) pero no muy próspero.
Esta es la historia de un amor infantil, casi adolescente, y es tan sencilla que es difícil transmitir su encanto. Lo cierto es que lo tuvo hasta volverse inolvidable para la generación que lo vio en el momento de su estreno y lo tuvo también para quienes llegaron a verlo en sus exhibiciones televisivas.
Si hay un equivalente norteamericano de esa rara mezcla de romanticismo y expresionismo que se dio en el cine alemán de la década del 20, ese es El retrato de Jennie.
En El castillo de la pureza, el cerrado universo ripsteiniano se materializa por primera vez gracias a una sobria dirección de actores y a la magnífica construcción escenográfica de Manuel Fontanals.
Los amantes es moderna en su desencanto y clásica en su modo de construir esa escena llena de seducción, que incluye besos junto al río y un paseo en bote que revitaliza y llena de erotismo los lugares comunes en la geografía de lo romántico.
Con el aporte esencial del gran director de fotografía Gabriel Figueroa, Fernández filmó Tierra del Fuego como ningún otro cineasta en la historia, transformándola en una especie de purgatorio suspendido en el tiempo, a donde se llega porque no puede evitarse y de donde es imposible salir.
El comienzo de la película nos advierte que no se trata estricta y rigurosamente del Quijote cervantino, sino de su tema ‘visto y sentido por Pabst’. Esta declaración explica con claridad indudable el sentido de lo que vamos a ver.
El detective-espía Lemmy Caution llega a Alphaville en busca de un hombre y encuentra una sociedad dominada por un extraño fascismo tecnológico. Ese punto de partida resulta en una de las películas más representativas de la filmografía de Godard.
El propio Truffaut ideó el tema y seleccionó a los otros realizadores, porque quería volver al universo de su opera prima, Los 400 golpes, pero no se atrevía a hacerlo en formato largo.
Café Flesh
En un futuro postnuclear, el ejercicio del sexo provoca enfermedades mortales. Sólo unos pocos inmunes pueden practicarlo y son forzados por el gobierno a hacerlo en un circuito de clubes nocturnos, para que puedan ser contemplados por la mayoría inactiva.
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