En menos de ochenta minutos este film noir no sólo desarrolla una implacable historia de suspenso sino también una historia de amor difícil y muy inusual en el cine de género.
Casi toda la acción transcurre en una posada regenteada por una pareja de mujeres y describe las consecuencias de un vínculo doblemente tabú (extramarital e interracial) y para hacerlo procura introducirse en la psicología de sus protagonistas.
Hay algo de BLOW UP y mucho de Hitchcock en la trama: una fotógrafa de modas, un falso culpable, una mujer duplicada, una clínica, la ciudad de San Francisco y hasta un nombre, Dumurrier, que evoca a la Du Maurier de REBECA y LOS PÁJAROS.
La herencia en cuestión es la que deja una tía a un eventual hijo de su sobrina. El testamento otorga un plazo para que la muchacha sea madre, lo que no sólo altera la vida de ella sino también de su padre y, sobre todo, de su marido.
No todos los hombres respetados merecen respeto y no todos los villanos lo son realmente, dice la narración al comienzo y al final de este film tremendo, que describe sin piedad la caída en desgracia del joven samurai Heisaburo Kuritomi.
La original Texas Chainsaw Massacre se había caracterizado por una profunda y claustrofóbica impresión de angustia que el realizador lograba sostener sin pausas a lo largo de todo su metraje. En esta segunda oportunidad, con más presupuesto, Hopper concibió una intensa sucesión de disparates varios y agregó varias ideas de un insano humor negro.
Parece inverosímil, pero la historia ocurrió de veras. En las primeras escenas Henry Fonda es detenido por un asalto que no cometió, y a partir de allí tres testigos lo identifican erróneamente y todo el procedimiento policial y judicial opera en su contra.
Cita en las estrellas
Un hombre y una mujer son separados por la muerte y en el intento de su relación entre el más allá y el más acá, provocan situaciones del más terrible humor negro
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