Cuenta la leyenda que cuando el cineasta Hugo Santiago vio por primera vez los grafismos de Mirtha Dermisache, dijo: “Acá nadie va a entender lo que estás haciendo. El único que lo puede entender es Borges, pero está ciego y no tenés ninguna posibilidad”.[1] Tiempo después, le mostró la maraña de hilos negros a Roland Barthes, que el 28 de marzo de 1971 escribió una carta entusiasta a la joven artista argentina, donde decía: “[…] quedé impresionado, no solamente por la gran calidad plástica de sus trazados (y esto no es indiferente) sino también, y sobre todo, por la extrema comprensión de problemas teóricos en relación con la escritura que supone su trabajo. Usted ha sabido producir un cierto número de formas, ni figurativas ni abstractas, pero que se podrían nombrar bajo el término de “escrituras ilegibles” –lo que significa proponer a sus lectores, no mensajes y ni siquiera formas contingentes de la expresión, sino la idea, la esencia de la escritura”.[2] ... Seguir leyendo