Son las últimas dos semanas para visitar C-32 Sucursal. La Ene en Malba, exposición dedicada al Nuevo Museo Energía de Arte Contemporáneo, un proyecto de crítica insti-tucional fundado en 2010 en Buenos Aires. La muestra se plantea como un traslado temporal de las actividades de La Ene al espacio de Malba, ocupando la sala del programa Contemporáneo, la fachada y la explanada del museo. Se exhibe la colección de La Ene y su archivo. La exposición incluye también una serie de talleres, intervenciones y residencias realizados en conjunto entre ambas instituciones.

En el marco de la muestra, el artista puertorriqueño Radamés “Juni” Figueroa presentó la obra La isleña, que además donó a la colección de MALBA. Figueroa (Puerto Rico, 1982) es uno de los artistas jóvenes más importantes de su país y ha realizado recien-temente proyectos en la Bienal del Whitney Museum y en el Sculpture Center, ambos en la ciudad de Nueva York. La pieza donada a la colección de MALBA supone un gran aporte, que contribuye a ampliar la presencia de arte latinoamericano contemporáneo en el acervo.

La isleña es un muelle que invita a la participación del público; una escultura que funciona tanto para el ocio como para la reflexión. A través de la ambientación con diseños propios del artista, iluminación estratégica y otras esculturas, la obra deviene una plataforma, tanto figurativa como metafórica, para otras actividades paralelas de la exposición Sucursal: conferencias, música y arte sonoro.

En el contexto de un museo de arte latinoamericano, esta escultura establece un diálogo con el arte de la región y una relación con una comunidad más amplia de creadores que podrán tener un punto de encuentro y actividad en esta “plataforma”. La escultura crea un vínculo entre los recursos de diseño de la arquitectura vernácula tropical-puertorriqueña y la del delta del Paraná, y forma parte de una investigación de largo plazo que el artista viene desarrollando a través de su trabajo respecto de lo tropical y la vida en el Caribe.

Ficha técnica
Radamés “Juni” Figueroa. La isleña, 2014
Madera, plantas, tierra, baldes de plástico, lona impresa, vinilo, chapa de zinc, plástico transparente, pintura, luces de colores y parlantes
5,80 x 2,50 x 6 m


La memoria puede ser una isla. O un mar desbordado. Literatura remixada. Cuadros sobre cuadros. Instrucciones para escapar es una intervención oral sobre la obra de Radames Juni Figeroa, "La isleña" que plantea un escenario de planos superpuestos, capas de texto y de recuerdos que se imprimen unas sobre otras formando imágenes efímeras como chispazos de luciérnagas verdes.

Instrucciones para escapar es también un site specific narrativo que construye una voz posible para la obra de la que emerge, una voz atrapada en un cuerpo-espacio y en el artificio de la propia historia, finalmente: ¿es posible escapar de la historia? Materiales residuales, chats, mensajes de texto, videos de youtube, fragmentos de canciones; la historia parece escribirse sola interminablemente. Internet como libro. El humano como curador. El escritor como procesador de texto.

Texto de Tálata Rodríguez. El sábado 20 de septiembre a las 17:00, la poeta colombiana-argentina presenta su performance Instrucciones para escapar en Malba. 

 

 


El trópico es un estado mental. Una percepción diferente del espacio, del tiempo y de la geografía que se resiste a la eficiencia, a la superproducción, al exceso de consumo y a la sobreacumulación del neoliberalismo. / Hacer exposiciones en cualquier parte, en cubos blancos, en cubos negros, en cubos de madera y en cubos verdes, en la selva y flotando en el río, en espacios abandonados y en espacios a construir, en Internet y en páginas de libros o revistas o dentro de una película, en la calle o en terrenos baldíos, o exposiciones invisibles... / Aprender de museos no artísticos; ir a museos de la comunidad, museos inactivos, museos etnográficos, museos folclóricos, museos minerales, jardines botánicos... / Pensar la exposición como un proceso, no como un resultado acabado, perfecto, estático. / Crear exposiciones flexibles donde las cosas siempre puedan cambiar. / Pensar la exposición no como una acumulación de objetos, sino como un modo de investigar historias, ideas y contextos. Pensar la exposición como un ensayo escrito con obras en lugar de palabras. / Exhibir “obras de arte”, tanto como cosas que no sean obras de arte; incluir investigación y documentos y fotocopias. / Integrar nuevas obras durante la exposición. Desaparecer otras. / Yo aprendí de dos curadores pioneros que trabajaban en los 50 y los 70 (antes de que la profesión existiera como tal) que hacer una exposición es como armar un pesebre: hay que poner las distintas figuras a dialogar entre sí. / Permitir que ocurran errores, sorpresas y colaboraciones dentro de la exposición. / Permitir que los espectadores se vuelvan parte de la exposición, que la activen y se conviertan en participantes, o incluso en expositores. / Pensar la exposición como un lugar donde pueden pasar cosas; un lugar para experimentos y experiencias. / Permitir que la exposición se vuelva un lugar (o un no lugar), un escenario, un paisaje, un parque, una biblioteca, un foro de debate, una fiesta, un club social. / Las plantas y las hamacas y los ventiladores y las sillas de plástico y las telas mosquiteras siempre hacen de la exposición un lugar mejor. / Construir estructuras y cajoneras y mesas y paredes móviles para exhibir cosas. / Diseñar la exposición sin especificar todos los detalles; en cambio, des-diseñar: sugerir lo que podría pasar. / Buscar inspiración en las soluciones de diseño cotidianas de la gente. Aprender de cómo la gente exhibe información y productos en la vida real, aprender de los anuncios callejeros y de los vendedores ambulantes. / Usar copias, reproducciones, jpg impresos y fotocopias pegadas a la pared si no se puede tener acceso a la obra ‘original’. / Hacer afiches, folletos, pdfs, fotocopiar catálogos o blogs o sitios de Internet. Favorecer la circulación de ideas e imágenes generadas por la exposición. / No tener miedo de las cédulas de exposición, el público agradecerá que se le expliquen ideas, incluso si no está de acuerdo con ellas. / Cuando no haya presupuesto, confiar en la economía de la amistad. / Usar lo que se tenga a mano. / Dejar que ocurra lo inesperado.

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Texto de Pablo León de la Barra publicado en el catálogo de la muestra Sucursal. La Ene en Malba. Una versión anterior fue incluida en COOOOOOP FANZINE 01, un fanzine de fanzines, editado por Dominique González-Foerster y publicado por Kunsthalle Zürich en 2011. A pedido de La Ene, el autor ha ampliado el manifiesto que, si bien parte de la idea de la realización concreta de exhibiciones en el trópico, es también metafórico y acorde con la forma de actuar del Nuevo Museo.


En el marco de la muestra C-32 Sucursal. La Ene en Malba Luis Camnitzer presenta El museo es una escuela (2009-2014), una instalación site-specific que se modifica según su emplazamiento en las fachadas de diferentes instituciones artísticas. El texto completo de la obra permite leer: “El museo es una escuela: el artista aprende a comunicarse, el público aprende a hacer conexiones”. Exhibida por primera vez en Buenos Aires en el espacio de La Ene en 2013, la instalación de Camnitzer pasó a ser un comodato de Malba durante la exposición. A cambio, Malba produjo una postal con la foto de la fachada intervenida. El museo es una escuela está inscripta en el interés de Camnitzer por la pedagogía y la crítica a las instituciones del arte. Aquí el artista explica la historia y el alcance del proyecto:

-¿Cómo surgió la idea de El museo es una escuela?

El proyecto surgió de un intercambio que tuve con un director de museo con el que estaba trabajando, quien cuando sugerí proyectos educativos para incorporar en una muestra me dijo: "Esto es un museo, no una escuela". En broma, pero como venganza, agarre una foto de la fachada del museo y le planté las frases de "el museo es una escuela" a gran escala con Photoshop, y se la envié. En el proceso me di cuenta de que era una obra que me interesaba más seriamente.

-¿En qué instituciones se presentó?

En ese momento, tenía una muestra organizada por Daros en el Museo del Barrio en Nueva York y ofrecí hacerla allí; Deborah Cullen, la curadora, aceptó entusiasmada. Todavía está instalada. Después acompañó la muestra en ocho de sus paradas. En total ya estuvo instalada en una quincena de museos. Está instalada permanentemente en el Museo de la Memoria y Derechos Humanos en Santiago de Chile, y en la colección permanente de otros tres museos. Entre ellos está el Museo Guggenheim de Nueva York, que no la instaló porque el proyecto sería muy caro para ellos, pero hizo una postal oficial que se vende en la tienda.

-¿Cómo funciona la dinámica entre el proyecto y la institución que lo aloja?

El proyecto trata de forzar al museo que acepta a hacerlo a que establezca un contrato de servicios con el público sobre cómo se va a comportar de allí en adelante. Implica que se dedicará a hacer muestras dentro de un espíritu educativo y no funcionar meramente como un depósito de obras coleccionadas en honor de los dueños y los consejos de directores. Se trata justamente de minimizar la huella del ego y acentuar la función pedagógica. Es por eso que insisto en que la obra pase a ser institucional y no como expresión de mi arte, para que el público pueda exigir una rendición de cuentas si percibe que la institución está traicionando el espíritu de la frase. Es por eso que la tipografía es la que normalmente utiliza el museo, el diseño está hecho por el equipo de diseño de la institución y existe un compromiso de publicar una postal "oficial". Es obligar a las instituciones a que dejen de funcionar como mausoleos erigidos en honor de algún individuo o individuos, o de una clase social, y entrar en un contrato social que redistribuya el poder. Ya sé que no va a pasar nada, pero si uno no trata de afectar cambios es peor. Así, por lo menos el público sabe qué derechos tiene y con suerte presiona a las instituciones para que cambien, o para que si no cambian por lo menos queden expuestas en su hipocresía.

Luis Camnitzer. El museo es una escuela, 2009-2014

Luis Camnitzer. El museo es una escuela, 2009-2014

Ediciones de la postal publicadas por diferentes museos y fotografiadas por el propio Luis Camnitzer


Cada exhibición es una proposición. Cada museo es un proyecto.

La Ene, Nuevo Museo Energía de Arte Contemporáneo, surgió a modo de crítica al sistema institucional y a los modos de circulación, legitimación y producción del arte. Nacido en agosto de 2010, es el primer museo de arte contemporáneo de la ciudad de Buenos Aires. El Nuevo Museo es una intervención crítica sobre su entorno, una manera de construir formatos que renueven las maneras de pensar el museo y de cuestionar la supuesta oposición entre lo alternativo y lo institucional. Es un espacio para la promoción de la experimentación y el desarrollo del pensamiento crítico sobre el arte; un museo abierto, flexible, dinámico, cambiante, expansivo y chévere.

La Ene es la posibilidad de crear un museo que responda a las necesidades de un medio específico. Es una institución que surge porque hay una comunidad que la reclama, no porque haya una colección preexistente que necesite guarida o quien la administre. Una herramienta contra la instrumentalización del arte en función del mainstream, la banalización y la globalización corporativa del museo como marca. La Ene se afirma sobre la filosofía del “hágalo usted mismo” y la nueva museología; es un organismo dinámico y amorfo, inclusivo y agitador. Es un espacio para la cooperación y la comunicación, un espacio de encuentro, receptor de prácticas alternativas de investigación y producción cultural.

Habría que pensar dos genealogías para un proyecto como La Ene: las reacciones que lo relacionan con lo local, y la historia más amplia de la crítica institucional. Las instituciones críticas tienen una historia que data de fines de los años 60, y se materializaron en otras latitudes (como el Moderna Museet en Estocolmo o el Museo del Barrio en Nueva York). En Buenos Aires, durante demasiado tiempo el discurso del arte y el desarrollo de la producción de muchos artistas jóvenes necesariamente han tenido que transitar por galerías comerciales. Dentro de la inmensa cantidad de proyectos autogestionados que existen en la Argentina, la galería sigue prevaleciendo como modelo aspiracional. A falta de instituciones o estructuras gubernamentales que respondan a políticas actualizadas o con fondos apropiados para adelantar el arte contemporáneo y las condiciones de los trabajadores culturales, tiene que existir La Ene.

El museo produce exhibiciones de artistas y curadores locales e internacionales pensadas específicamente para su espacio, genera actividades educativas que promueven lecturas renovadas de la historia del arte y las prácticas artísticas, jornadas, talleres, conferencias y charlas íntimas e informales. Establece una red de diálogo entre proyectos independientes de América latina y el resto del mundo, que incentiva la promoción de artistas y el intercambio de exhibiciones, material e ideas.

Primero existió la institución y luego la colección. Para La Ene, la creación de una colección no constituye una instancia de legitimación, sino un statement sobre lo que se puede considerar una colección y cómo se la puede conformar. Si La Ene señala un vacío institucional, su acervo tiene un mismo sentido crítico sobre cómo se adquieren, conservan y circulan –o no– los patrimonios de nuestros museos. Nuestra colección se almacena en una memoria digital. Las piezas son parte de la colección no como objetos, sino que se producen cada vez que se exhiben gracias a la cesión de los derechos de su reproducción, otorgados por los artistas. Es un conjunto híbrido, que conjuga elementos tradicionales de las nociones de colección y archivo con tecnologías de la información.

Esta colección surge del análisis de las problemáticas que supone para un museo tener un acervo propio, las dificultades vinculadas a la conservación de las piezas que lo conforman y su reserva. Este nuevo formato permite su traslado e instalación en cualquier parte del mundo. Sus obras se pueden reproducir adaptándose al espacio a ocupar: hay algunas que existen en la memoria; otras que se imprimen, se rehacen o se proyectan. Un píxel es lo mismo en todos lados. Una memoria se expande más allá de un edificio.

La exposición Sucursal se plantea como una sede temporal de La Ene en Malba. El núcleo principal está conformado por la exhibición de la colección del museo junto a material de archivo que da cuenta de las actividades realizadas durante los cuatro años de vida de La Ene. A su vez, Radamés “Juni” Figueroa de Puerto Rico y Sofía Olascoaga de México llevarán a cabo proyectos específicos como parte de sus residencias en el marco de la exposición. Por último, la obra de Luis Camnitzer El museo es una escuela, donde se imprime la ideología de La Ene en relación con su concepción del rol social del museo, se presenta en la fachada de Malba. La Ene no es una respuesta, sino muchas preguntas: ¿Cómo tener una colección sin depósito? ¿Cómo ser político sin ser proselitista? ¿Cómo ser una institución crítica y autorreflexiva? ¿Cómo se conforma una colección desde las limitaciones físicas pero con las posibilidades de la memoria?

Este Nuevo Museo promueve actuar por fuera de las instituciones establecidas para crear las propias y proponer ideas cuando todos los oídos son sordos. La Ene será un proyecto exitoso si sobrevive a todos nosotros, si ya no es necesario o si finalmente deja de ser ad honórem. No necesariamente en ese orden.

Texto de Gala Berger, Sofía Dourron, Marina Reyes Franco y Santiago Villanueva, que sirvió como presentación de la exposición C-32 Sucursal. La Ene en Malba