Diario
Literatura

Un tiro en el corazón
Por Sérgio Sant'Anna

Aunque vivían en Río de Janeiro, en 1954, mis padres me mantenían interno en el Colegio San José, de los hermanos maristas, en el barrio de Tijuca, en la misma ciudad. Brasil vivía una crisis sin precedentes, después de que mataron a un mayor de la Fuerza Aérea en un atentado contra el político Carlos Lacerda, el mayor enemigo del presidente Getulio Vargas.

Las investigaciones, coordinadas por la Fuerza Aérea, llegaron a Gregorio Fortunato, guardaespaldas de Getulio. La oposición conspiraba para derrocar al Presidente y corría por la ciudad la noticia de que Getulio sería llevado a declarar en una base militar, suprema humillación.

En la madrugada del 24 de agosto, luego de una reunión con sus principales colaboradores, en la que Getulio tuvo que oír más que hablar, se retiró a su dormitorio. Allí redactó una carta-testamento y, en seguida, se escuchó un tiro que sonó en todo el Palacio de Catete. Corrieron a su cuarto y allí estaba Getulio muerto, con un revolver junto al corazón.

En toda la ciudad se oían rumores de que habría un enfrentamiento entre los partidarios de Vargas y sus enemigos, todos militares. En el colegio marista había mucha excitación, pues los hermanos no pudieron esconderles a los alumnos, por mucho tiempo, el suicidio del Presidente. Tampoco querían estar con los alumnos, en el caso de una revuelta sangrienta. Entonces nos ordenaron llamar a nuestros padres para que nos vinieran a buscar y nos llevasen a casa.

El único teléfono estaba en la portería del colegio. Cuando me llegó el turno, a media mañana del día 24, simplemente fingí que llamaba y le dije al portero que mis padres me habían autorizado a salir por mi cuenta. Él se lo creyó.

Crucé las puertas del internado, bajé las largas escalinatas y le dije al encargado del portón de hierro que da a la calle que me habían autorizado a salir solo. Él también se lo creyó.

Salí a la calle y tomé un ómnibus a Botafogo, el barrio en que yo vivía, bien lejos de Tijuca. Durante todo el trayecto vi tanques en la calle y soldados atrincherados. No sentí nada de miedo pero sí una gran excitación, euforia en realidad, por estar presenciando esos acontecimientos. Pero ni un tiro fue disparado.

Al llegar a casa, mis padres me retaron en grande, pero no escondí mi alegría, sabiendo que tendríamos algunos días de vacaciones hasta que se calmaran las cosas. Mi madre era lacerdista y fanáticamente anti-getulista, mi padre se mantenía en una actitud de cautela. ¿Y yo? Yo no era nada, apenas un muchachito que acababa de vivir una aventura.

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En 2015 Sérgio Sant'Anna participó con este texto de la antología de relatos Me lo llevaré a la sepultura, publicada por Malba Literatura, en la que los autores eran invitados a evocar un acontecimiento histórico del que fueron protagonistas. Publicamos este texto afectuosamente in memoriam debido al fallecimiento del autor