Él es chofer de colectivo. Vive con su mujer y su pequeña hija en un barrio pobre de los suburbios. Su trabajo entra en contacto con una serie de exóticos personajes en los márgenes de la ley. Con cada exceso que él cometa, el vínculo con su hogar será puesto a prueba, hasta la elección final.
Cinco empleados sumergidos en el sótano de una gran tienda marplatense se vinculan de manera grotesca entre sí, tratando cada uno de sentirse mejor que el otro gracias a ventajas miserables.
En una tierra sin nombre, soldados inescrupulosos reclutan a campesinos pobres con promesas de una vida simple y feliz. Dos de ellos, Michelangelo y Ulysses, parten a la guerra por su rey. Al regresar de sus batallas les muestran a sus esposas unas fotos que, supuestamente, documentan sus viajes.
Maruschka Detmers tal vez sea la “culpable” de uno de los títulos más poéticos, carnales e inspirados, menos intelectuales y declarativos del Godard tardío. Con tres líneas argumentales cruzadas y con Godard haciendo de Godard como Buster Keaton hacía de Buster Keaton, hay momentos que golpean el núcleo mismo con que recibimos las imágenes.
Ángela es una bailarina de cabaret que vive con Emile, un librero ciclista. A ella se le antoja tener un hijo, pero su compañero no quiere. Ángela está decidida entonces a quedar embarazada con el mejor amigo de ambos: Alfred.
Hay una pareja protagónica y su perro. Él y ella suelen conversar, pero aun cuando algunas actividades remitan a la cotidianidad, los tópicos discutidos son temas filosóficos y políticos. La expresión discursiva es menos argumentativa que aforística, pero la película no se define ni por lo que dicen los personajes, ni por lo que sucede entre ellos.
Jean-Luc Godard contó que tuvo la idea de hacer este film cuando Jean-Pierre Gorin le dijo que existían “los cuadernos de estudios marxistas-leninistas”, y que funcionaban como una sociedad académica. A Godard le parecía que ahí había una película sobre un grupo de jóvenes ridículos, todos de buena familia, que juegan al marxismo-leninismo durante las vacaciones escolares.
El protagonista del film es un joven anarquista que se va de Francia para no hacer el servicio militar, y por consiguiente, para no ser enviado a Argelia –no actúa exactamente por convicción política sino, simplemente, porque no desea pelear-.
Este film nos devuelve a un Godard menos entusiasta y despreocupado que el de sus primeras películas, más serenado y flexible, más abierto y menos radicalizado también, pero no menos libre ni menos empeñado en la estimulante empresa de hacer lo que de verdad le interesa y apetece, a despecho de las modas y las convenciones, las consignas y los reproches.
Aparentemente, el punto de partida fueron dos relatos de Maupassant, pero en el film terminado esa referencia quedó sólo como una anécdota. Está compuesto por quince secuencias, algunas filmadas en planos únicos, alrededor de un joven marxista (Léaud, a esa altura un ícono de la nouvelle vague) que busca trabajo y se relaciona con una muchacha (Goya).
La hora de María y el pájaro de oro
Una historia donde la magia es realidad y la realidad es magia, acerca del sometimiento y la represión, ubicada en un contexto similar al de muchos de América Latina, particularmente en la provincia argentina de Corrientes, donde sobreviven los viejos ritos y temores.
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