La rubia del título es Jean Harlow, bomba sexy de los primeros años del sonoro. Aquí interpreta a una joven aristocrática que se encapricha con un periodista y se casa con él, convencida de que puede rescatarlo para su clase.
Dueño de una de las filmografías más notables de la historia de nuestro cine, Fernando “Pino” Solanas cierra su trayectoria con un documental en el que explora los misterios de la creación junto a otros dos grandes artistas en la recta final de sus vidas: el actor y dramaturgo Eduardo “Tato” Pavlovsky y el artista plástico Luis Felipe Noé.
El film tiene un doble interés literario ya que no sólo está escrito por Eric Ambler sino que se basa en una novela de H. G. Wells, opacada por su fama como autor de ciencia-ficción.
Esta mezcla especialmente cruel entre los films de psicópatas y los de científicos locos ha dado productos notables, empezando ya por el antológico Las manos de Orlac, en el que Peter Lorre era un alucinado cirujano experto en horribles transplantes.
El mensajero del título es un adolescente que a lo largo de la trama no sólo descubre un triángulo furtivo sino también, al mismo tiempo, las rígidas normas de clase.
Amerika Square gira en torno a tres protagonistas que viven en el mismo edificio, cerca de una de las plazas principales del centro de Atenas.
Todo es anticonvencional en este film, empezando por la configuración del triángulo y siguiendo por sus estrategias narrativas, que incluyen fantasías, apelaciones al espectador y monólogos interiores de cada uno de los protagonistas.
El triángulo heterosexual tradicional fue puesto patas para arriba en esta película pionera, la única que llegó a dirigir el santafecino Américo Ortiz de Zárate (1948-1989) tras una larga carrera en la industria como ayudante y asistente.
La primera parte del film describe el nacimiento de un joven y luminoso amor entre Libertad y Florén. En la segunda parte sobreviene una enfermedad, se constituye el triángulo, hay un accidente, Florén vaga sin rumbo por las calles porteñas y Libertad pierde la ídem por un crimen que no cometió.
Anna Karenina
Las versiones cinematográficas del clásico triángulo de Tolstoy se pueden contar por docenas, pero curiosamente muy pocas se hicieron en Rusia y menos aún durante los años soviéticos.
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