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María Negroni en el ciclo Conversaciones

El miércoles 31 de mayo en el Auditorio tuvo lugar otra edición del ciclo Conversaciones organizado por Malba Literatura. En esta ocasión, Malena Rey entrevistó a la gran poeta y narradora María Negroni y repasaron juntas sus más de 40 años de carrera.
Compartimos algunas ideas de la autora de Islandia sobre la lectura, la escritura y más.

"Los libros son parte de un continuo. Es difícil hablar de un solo libro para mí. Los libros no empiezan ni terminan. Creo que fue a Lucrecia Martel a quien le preguntaron por el desenlace en una película y dijo: ¿usted vio alguna vez un desenlace en la vida?
Es como si uno tuviera un registro que va desarrollando en la vida. Quizás en una lectura retrospectiva se podría encontrar una serie de ideas, motivos, tonalidades comunes en todos los libros".

"Sobre El corazón del daño en particular es muy difícil hablar. Fue muy crudo, hubo mucha desnudez, exposición. Pero intenté todo el tiempo que nunca se fuera de la literatura. No quería contar la anécdota de la muerte de la madre sino exponer a través de saltos y de crisis algunos aspectos de la vida. Y también preguntarme cómo llegué a ser la escritora que soy.
Tampoco puedo contestar cómo lo hice. Cuando empezás a escribir tenés algo que te va guiando, como un hilo de Ariadna. En este caso, el puntapié inicial fue la primera frase:
-En la casa de la infancia no hay libros.
Esa primera idea: la identificación de la madre con los libros.
Por un lado, la lengua materna. Los ruidos, los latidos del corazón. La cora semiótica, como lo llama Kristeva. Ese es un elemento fundamental que los escritores y las escritoras, a veces sin saberlo, ponemos en funcionamiento. Y por otro lado la relación de la madre con la biblioteca. Lo primero que una lee. No hay escritura sin los otros libros".

"La vida de alguien que escribe está hecha de muchas cosas. Primero de la experiencia de vivir, que eso es común a todos. Las preguntas: ¿Por qué nos vamos a vivir? ¿Qué es el tiempo?
Eso, en alguien que escribe, está completamente imbuido por la lectura.
Uno va a buscar en la lectura una calidad particular de silencio que le permita acercarse a esa pregunta. O como decían los griegos: descender".

Sobre la cuestión femenina:
"Los desafíos que implica escribir para una mujer. La mujer por ser mujer todavía hoy tiene ciertas cuestiones... por ejemplo: yo estaba en Nueva York caminando, pensaba en ser un escritor flaneur y aparecían las preocupaciones por los hijos, el cuerpo, la vida sexual.
Me decía: ¿cómo hago para ser Baudelaire? que parecía no tener más preocupaciones que salir a la noche. Cuando vas a ver la cuestión de las mujeres es un poco más complicado.
Clarice Lispector, Sylvia Plath, Virginia Woolf, las escritoras que más admiro tuvieron vidas complicadas.
La vida es difícil para todos, pero creo que es más para las mujeres".

Sobre el gótico:
"Me parece que mi acercamiento al gótico no tiene nada que ver con lo que está de moda ahora. La idea que tuve, que fue como todas las ideas: arbitraria, fue que el gótico no estaba opuesto al romanticismo sino al iluminismo: la razón.
Ahí aparece como una fisura negra, que queda como un recordatorio en esa confianza en el orden. Y esa fisura es básicamente el deseo. Que es por definición algo que no se puede controlar, que no puede entrar en lo políticamente correcto.
A mí se me ocurrió que ese lugar era la poesía".

Sobre la fascinación a propósito de sus libros Objeto Satie, Archivo Dickinson y Elegía Joseph Cornell:
"La fascinación está también en la lectura de la biblia, en el gótico. Además soy muy obsesiva. Cuando hice Film noir pasé dos años yendo a la cinemateca. La fascinación es clave para la literatura.
El personaje de mi madre me fascinó siempre. Fue problemático también, claro.
La fascinación tiene que ver con un tipo de atención exacerbada. En general tiene que ver con una suerte de identificación propia con el personaje. Si uno mira con atención esos personajes se parecen entre sí: Satie, Dickinson y Cornell. Los tres vivieron solos, son misántropos. Fueron coleccionistas y a los tres les interesaba lo minúsculo".

Sobre la primera Maestría en Escritura Creativa en el país (Untref) que fundó y dirige:
"En la maestría no les enseñamos a escribir porque no se puede enseñar a escribir.
Un escritor se forma en décadas de escribir. Pero sí se puede enseñar a leer, que es fundamental. Si vos podés leer a otros y leerte a vos misma ahí tenés 50% del trabajo ganado.
Podés aprender a transmitir una idea de lo que para vos es la escritura. A mí me parece que los grandes escritores tienen eso que está detrás de la obra y eso se puede enseñar.
Los chicos de la maestría me mandan sus libros y cuando leo algo que me emociona, digo: misión cumplida. Eso me da mucha felicidad.
Y, por otro lado, otra cosa que pasa es que me gusta mucho estar en contacto con las nuevas generaciones. Que traen sus dudas, sus problemas, sus disensos, sus aciertos".

Para finalizar, mencionó algunos autores contemporáneos que sigue y de quienes espera las novedades:
"De afuera me gustan muchísimo Pascal Quignard, Pierre Michon, Fleur Jaeggy, Agota Kristof, Anne Carson y Ocean Vuong, entre muchos otros.
De Argentina me encantan Mariana Travacio y Marina Closs".

En los próximos días estará disponible la entrevista completa en el canal de Youtube del museo.

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