Con motivo de la presentación de la autora en las jornadas Estados de ánimo de la noche –organizadas en el marco de la muestra Las metamorfosis. Madalena Schwartz– reproducimos este texto publicado originalmente en la revista digital Moléculas malucas


Les Girls: Teo, Claudia, Akiko, Carla, Ira, Susy y Yeda en los pasillos de la redacción de Crónica, julio de 1971. Fuente: Biblioteca Nacional Mariano Moreno (Argentina). Departamento de Archivos. Fondo Editorial Sarmiento.

Una noche de diciembre de 1964, en la Galería Alaska de Copacabana, Río de Janeiro, una troupe de performers travestis [1] improvisó un espectáculo para salvar el Stop, un club nocturno que estaba a punto de ser declarado en quiebra. Marquesa, Rogéria, Brigitte de Búzios, Bijou Blanche, Gigi Saint Cyr, Manon Lascault, Jerry di Marco, Nádia Kendall y Mamália Rodrigues montaron el escandaloso International Set sin grandes expectativas, según recuerda Marquesa en una entrevista concedida a Thiago Barcelos Soliva en 2015 [2]. Pero el show fue un éxito. La fila de entrada al boliche “salía de la Galería Alaska y seguía por la Avenida Atlántica” e incluía no solo a la clientela regular de la boite sino a “fulanos y fulanas” que se agolpaban en la puerta para ver a las vedettes. En una semana, las deudas del Stop estaban saldadas. El espectáculo siguió montado durante todo el año. Un tiempo después, y con el empuje de Rogéria (que se convertiría en una vedette estrella en Brasil y en esa época trabajaba en el canal Río TV), el elenco sumó a Divina Valéria, Carmem, Jean Jacques, Vanda y Carlos Gil. Era el nacimiento de Les Girls.

Aunque el contexto represivo en Brasil se había recrudecido tras el derrocamiento de João Goulart el 31 de marzo de 1964 por la dictadura de Humberto Branco, Les Girls fue todo un acontecimiento. Siguiendo la tradición del burlesque, el teatro de revista y la estética musical de Broadway, el argumento de la obra (dirigida por Luiz Haroldo y escrita por Meira Guimarães y João Roberto Kelly, famosos directores de revistas de la época) mostraba a las chicas visitando una detrás de otra el consultorio de un psiquiatra, interpretado por Jerry di Marco, que debía resolver sus "problemas de incongruencia de género” [3]. Se trataba de una suerte de parodia trans de Caperucita Roja que terminaba, recuerda Divina Valéria, con una canción que decía algo así como “Oh Les Girls, ¡Les Girls tienen encanto, touché!...” El show fue un éxito rotundo en Río de Janeiro, viajó a São Paulo y a Montevideo y recorrió los clubes clandestinos más candentes de la época durante casi cuatro años seguidos.

Cerca de 1970, Les Girls se presentaba con un elenco diferente al grupo original. Carlos Gil, que además de ser unx de lxs performers trabajaba como vestuarista de Les Girls, murió en Montevideo víctima de una intoxicación por excesivo consumo de hormonas, según se lee en el número del 31 de agosto de 1971 de Así. Una de las chicas volvió a instalarse en su ciudad de origen, otra se mudó a Europa, alguna de ellas se casó y se alejó de las tablas. Carmem, registra Así, se retiró luego de un intento de suicidio en 1967 [4]. Según el testimonio de Divina Valéria, cuando Brigitte de Búzios y Rogéria, las dos estrellas más destacadas, abandonaron el show, la compañía decidió incorporar a Suzy Parker, Yeda Brown (que pocos años después sería famosísima en España y amiga íntima de Salvador Dalí) y Akiko. Ira Velázquez, Carla, Teo, Claudia y Sarita Santiel terminarían de cerrar el elenco de Les Girls, que continuó bajo la dirección de Jerry di Marco [5].

 

Les Girls en Buenos Aires

Las primeras fotografías de Les Girls en el Archivo de Redacción de Crónica datan de abril de 1967. Se trata de una presentación de Les girls en Montevideo: los epígrafes registran allí a Marquesa, Gigi, Carlos Gil y Valeria. Las fotografías, que no llevan firma, muestran el escenario en el momento del show, a las chicas en sus camarines e incluyen, también, escenas más íntimas, como una foto de lxs performers fumando un cigarrillo antes de montarse. La nota periodística en la que deben haber sido publicadas algunas de estas imágenes no se encuentra dentro del sobre y fue imposible de rastrear, pero al dorso se pueden leer algunos fragmentos: “Estas insólitas vedettes, son hombres [sic]. Integran una compañía brasileña de revistas musicales, que anuncia su próximo debut en un teatro de Buenos Aires”. En julio de 1971, con nueva formación y el nombre de “Les Girls 71” –el número fue agregado, posiblemente, por el cambio en la formación y como referencia al año en cuestión– la compañía viajó a Argentina.

El debut tuvo lugar en Rugantino, un boliche del centro de Buenos Aires en la calle Marcelo T. de Alvear al 600. Según la “Guía para pasar una noche fuera de casa”, de la revista Panorama de junio de 1970, se trataba de un psicodélico subsuelo diseñado por un equipo de arquitectos italianos, un “cálido e íntimo refugio con capacidad para mil devotos del jolgorio” [6]. Como recuerda en el sitio de Facebook del Archivo de la Memoria Trans otra célebre vedette travesti de la época, Evelyn, Les Girls “llegaron un día a Buenos Aires, eran 7, y se presentaron casi a escondidas en un famoso night club que se llamaba Rugantino. Fueron un suceso pero por supuesto muy criticados” [7].

Era la noche del 13 de julio, y el periodista Enrique “Quique” Monzón tuvo la idea de celebrar una fiesta de la superstición. En un clima secretista y semiclandestino, lxs espectadorxs ingresaron al lugar sorteando los obstáculos de la mala suerte: luego de la osadía de pasar por debajo de una escalera, atravesaron la sala hacia sus asientos acompañados bajo paraguas abiertos y, antes de acomodarse, tiraron sal y trozos de espejos rotos al suelo. “El show sorpresa”, tal como había sido vendido a lxs entendidxs pero no advertidxs espectadorxs, bien valió los $1500 de la entrada. El espectáculo, por supuesto, fue de escándalo: strip-tease, batallas de lip sync (“competencias de fonomímica”, reza un epígrafe) y sensuales números musicales. El show travesti, que por entonces ya se llamaba drag en Estados Unidos, era toda una novedad en Buenos Aires y así lo documenta lx cronista de Así en la nota del 17 de julio de 1971 –las notas y las fotos, desafortunada aunque comprensiblemente, no llevan firma–: la obra, “si bien no puede causar asombro en otros lares, constituye algo nuevo entre nosotros” [8].

Algo similar señalaba cinco años antes el periódico Correio da manhã, en su cobertura por el primer show de Les Girls:

El travesti [sic] es un hecho aceptado internacionalmente como una de las atracciones nocturnas de las grandes ciudades, con clubes y teatros especializados en la explotación y cultivo del género. El travesti es el arte de transformar hombres en mujeres [sic] y viceversa. Mucho más versa que vice es el arte transformista por excelencia. En París, Nueva York, Londres, Berlin y Hamburgo hay espectáculos deslumbrantes en este sentido, donde un mundo plural de celebridades se reúne y entretiene con estos equívocos naturales, provocados o artísticos [9].

En las capitales del Norte el arte del travestismo, transformismo o drag –términos utilizados, en esa época, casi como sinónimos– tenía, para mediados de 1960, cierta tradición. Según la publicación de Así, el de Les Girls 71 era el primer show de estas características en la capital argentina. Podríamos objetar la afirmación recordando a Coccinelle, la diva francesa que llegó a Buenos Aires en 1962 y sobre quien Ana Álvarez escribió una bellísima nota en Moléculas malucas[10], pero la particularidad de Les Girls sigue siendo obvia: enmarcada en, pero también diferenciada de, la tradición de divas, el grupo tenía más de espectáculo burlesque o bataclan que de culto a la personalidad individual, más de casa dragque de teatro de revistas. De todos modos, lx cronistx no deja de mencionar algunos antecedentes del teatro local: la mismísima Divina Valeria, ex-Les Girls que llegó a Buenos Aires camuflada en una comparsa del carnaval uruguayo “dispuesto a correr el riesgo de los precursores” –el riesgo, que no aclara, puede referir a la censura, la contravención, la cárcel o el crimen de odio– y “hoy es cotizada estrella en El Cairo” [11], y Vanessa Nell, que al momento de publicación de la nota se encontraba en plena pulseada legal junto al gremio de Variedades por las amenazas policiales de suspender su show en la boite Can Can [12].

Novedoso o no, lo cierto es que “travesti” era el nombre de un equívoco. Otro tanto ocurre –a menos que una conozca de antemano la existencia de esta fabulosa comitiva drag o del musical homónimo con Gene Kelly (Les girls, de 1957), del que seguramente tomaron el nombre–, con el nombre de Les Girls: su intriga lingüística, que confunde dos lenguas pero no deja de ser perfectamente traducible, es un anticipo de la dificultad para definir su origen. El equívoco idiomático es un adelanto del equívoco sexual. Una de las primeras fotografías de Así (1967) lleva el siguiente epígrafe: “Bajo las rutilantes luces del escenario vemos bellas muchachas. No lo son. Con atuendos femeninos, pelucas y ‘maquillaje’, esconden su sexo masculino.” La nota de 1971, un poco más desprejuiciada, tiene un sugerente título: “Con el tercer sexo se divierten”. “Hombres vedettes” [sic] es el elocuente sello que lxs archivistas de Crónica eligieron para reunir todo este material.


“Con el tercer sexo se divierten”, Revista Así, 17 de julio de 1971. Fuente: Biblioteca Nacional Mariano Moreno (Argentina). Departamento de Archivos. Fondo Editorial Sarmiento.

El artículo entero es casi una celebración de este equívoco, por el que lx cronista siente (así parece), el mayor de los respetos y una enorme curiosidad. Distinto de lo que ocurría con las notas sobre transiciones sexogenéricas o cirugías de “reasignación sexual”, en las que, como explica Lucas Disalvo en “Desfondar ‘el caso’. Transiciones masculinas en el ojo de la prensa sensacionalista argentina”, el discurso sensacionalista se veía mediado por los discursos biomédico y criminal y las personas trans eran capturadas como “mercancía informativa”, en el caso de Les Girls el tono de la pluma no tiende a la patologización sino que hace pie, antes bien, en el desparpajo del espectáculo. “El show es de calidad”, dice uno de los epígrafes, “pero lo atractivo es lo otro…” Los puntos suspensivos, claro, hacen las veces de un guiño al escandalizado e intrigado lector. A lo largo de la nota, donde se reseña la perfomance del grupo y de cada una de las chicas, una pregunta insiste: “¿Qué es esto?”. ¿Es este show comparable a los del reconocido comediante y actor Jorge Luz, cuyas imitaciones de Tita Merello o Berta Singerman y su personaje “Yuyeta” recorrían con descaro los canales de televisión? ¿Se aplicará el mismo criterio de censura para unos que para otro? ¿Qué diferencia a estos espectáculos?

Lx cronista, que se hace todas estas preguntas, deja el veredicto en suspenso aunque permite adivinar una respuesta. Y es que el interés de esta nota se desplaza del escenario a las calles, del mundo del espectáculo a la existencia cotidiana de las chicas: en efecto, no es lo mismo la parodia del disfraz de mujer en el contexto de humor heterosexual de la TV que la performance (y la vida) travesti. Uno de los temas en los que hace hincapié es el de la hormonación que, según dice, “constituye un tema controvertido entre los travestis” [sic]:

Mientras algunos –diríamos tradicionalistas– las desestiman totalmente, alegando que la autenticidad consiste en saber vestirse y maquillarse, contemplando únicamente cintas convenientemente apretadas, que ayudan a dar alguna forma; otros, los modernos, aceptan lo que califican como método científico, aunque con la salvedad de que no debe abusarse, para evitar complicaciones para la salud, además de un desarrollo poco propicio a su condición masculina fuera de los escenarios [sic] [13].

No es posible, dice después, “estructurar leyes en torno a la vida ‘no artística’ de los ‘travesti’” [sic]. Están las que usan peluca y las que dejan crecer su propio cabello al natural; están las que se tiñen de rubias y usan lentes de contacto de colores fantasía y las que se delinean los ojos para resaltar sus cualidades “de nacimiento”; están las que cantan con sus voces graves y las que “afinan forzadamente” el tono. Están, finalmente, las que son mujeres afuera de las tablas y las que “pasan a ser hombres [sic] nuevamente con los últimos aplausos del público”, quienes “se sienten plenamente mujer” y quienes “simplemente, trabajan como travesti porque esa es su vocación artística” [14] [15]. Y, contrariando toda expectativa prejuiciosa que una podría tener sobre una nota escrita en 1971, lx cronista declara:

Pero hay otro tema por discutirse, que escapa a las limitaciones de esta crónica. Y es decidir si no estaremos, realmente, ante mujeres a las que la cirugía debe brindar su respaldo para que superen los problemas que hasta ahora vienen entorpeciendo su normal desenvolvimiento dentro de la sociedad [16].

Aunque enmarcado en un paradigma biomédico, es atendible el hecho de que el pasaje anterior habla de las cirugías como procedimientos que vendrían a respaldar, pero no a autentificar, la identidad de género. Lx cronistx parece expresar aquí, antes que una mirada espectacularizante, una postura sobre el derecho de las personas trans a vivir una vida libre de violencias. Fragmentos como éste permiten observar cierta diferencia en los criterios comunicacionales del medio cuando se trata de cubrir espectáculos, respecto a aquello que se lee en noticias sobre transiciones sexogenéricas o crímenes que involucran a personas trans.

 

“¿Qué es esto?” El espectáculo de la intriga sexual

El selecto público de Rugantino había dado el visto bueno con aplausos de pie. El guionista y famoso director de teatro Carlos A. Petit, que estaba entre los convidados, vio allí la oportunidad de negocios de la novedad: “para que el público argentino viera cómo del travesti se puede hacer un arte”, pero sobre todo porque “todo es muy festivo y convincente, a tal punto que uno se pregunta si verdaderamente los que están actuando no son mujeres” [17]. El 3 de agosto, Les Girls 71 se volvió a presentar, esta vez en el teatro El Nacional y como parte del elenco de la revista Nerón vuelve, de Francisco Raimundo y el propio Petit (en 1957, la misma compañía había estrenado la elocuente “Nerón cumple”). La incógnita sexual, por supuesto, fue el anzuelo publicitario para la función y el acto de la revista en el que actuó el conjunto brasileño llevó por título “Ellas son ellos” [sic]. En la cartelera, se leía la insinuante pregunta “Ellas son ellos...o no?” [sic] [18].

Así estuvo presente para cubrir esta obra (aunque creo, por el tono de la pluma, que se trata de otrx cronista) y aprovechó la oportunidad para entrevistar a algunas de las integrantes de la compañía en la redacción de la revista. El título de la nota vuelve sobre el equívoco, el gran encanto de la troupe: “Los señores bataclanas” [sic]. Los pronombres masculinos acompañando nombres femeninos son una constante en cada uno de los artículos; la referencia al grupo es indistintamente “los travesti”, “las chicas”, “las artistas”, “el travesti” seguido del nombre femenino, etc. La inconcordancia sintáctica interesa, obviamente, por lo que advierte: la gran incógnita, el “tercer sexo”, algo para lo que no existe un nombre y que, por lo mismo, ejerce una demoledora fuerza de atracción.

Durante los ensayos, para perplejidad de lx cronista, lxs artistas vestían ropas masculinas mientras se movían, caminaban, hablaban y seducían como “consumadas vedettes”. Más intrigante aún era el hecho de que fuesen tratadxs indistintamente con pronombres masculinos o femeninos. Por ejemplo Akiko, la “japonesa fatal” de ojos verdes y protagonista infartante del streap-tease, se niega en su entrevista a definirse por “él” o por “ella” y le da lo mismo uno u otro pronombre: “llega un momento en que no tenemos noción de nuestro verdadero sexo en el trato diario” [19]. Di Marco, por su parte, aclara que no va a decir los nombres masculinos de las performers, “porque no interesa”.


Teo en Lo de Hansen, 31 de agosto de 1971. Fuente: Biblioteca Nacional Mariano Moreno (Argentina). Departamento de Archivos. Fondo Editorial Sarmiento.

Las primeras preguntas de la entrevista apuntan a lo mismo: desentrañar el misterio de la identidad de las chicas. Si se ven como auténticas, verdaderas y “despampanantes mujeres”, el espectador hasta podría confundirse, ¡“¿cómo podemos saber que los integrantes del elenco son varones?”! [sic] [20] No importa. Todo en este segundo espectáculo, a cargo de productores exitosísimos del teatro de revista argentino y con estrellas como Norma y Mimí Pons, parece buscar el objetivo que a todas luces cumple: que las señoras porteñas se muevan como locas en sus asientos mientras intentan adivinar cuál de todas las reinas del escenario es una mujer en serio. Como declara Teo, la “morena rumbera” del grupo y Miss Brasil de las travestis, el espectáculo podría merecer la censura de los ignorantes, de quienes (mal) piensan que el arte travesti es un “fantoche de la femineidad”; pero para las entendidas, para quienes saben apreciar el arte, el show es fabuloso, delicado y de un buen gusto “capaces de hacer aplaudir al más moralista.”

Finalmente, lx cronista les pregunta a las chicas por sus “preferencias a la hora de enamorarse”. Claudia responde por todas y nos regala, de paso, una perfecta definición de sensibilidad camp: “Mientras no actuamos, estamos enamorados de la mujer que encarnamos en las tablas y cuando actuamos como mujeres estamos enamorados del muchacho que encarnamos en la vida real” [21].

El 31 de agosto, las chicas, a esta altura unas leyendas de la noche porteña, se volvieron a presentar en una boite más íntima de público selecto que contaba entre los contertulios a destacadas figuras del periodismo y del espectáculo, entre ellxs la mismísima Tania. La cita fue en el boliche “Lo de Hansen”, en Ramos Mejía. Acompañadas con la música en vivo del cantante Hugo Carregal, el conjunto Quinto de Cantares y el entonces exitoso músico Heleno, las chicas posaron como maniquíes y luego desfilaron unos outfits de escándalo que Crónica se ocupó de describir con lujo de detalles bajo el título de “Trapitos para ellas pasados por ‘ellos’...” [sic] Cito algunas entradas, a modo de obsequio:

Carla: Mostró un deshabillé realizado en organza de nylon, tipo capa, en línea muy “souple”. Las mangas con detalles de plumas en el mismo material. Debajo un dos piezas en tela brillante. Luego, en la línea “bahiana”, una falda de lamé con detalles de volados en tul fruncido. En el estilo “acuario”, bikini laminada en verde brillante con detalles de flecos bordados, aplicación de perlas y canutillos al tono, soutien del mismo material y bordados en pedrería.

Ira: Cuerpo de lamé verde y volados en tul degradée. Sombrero al estilo Carmen Miranda. Luego original túnica en toulotes de gasa color arena y fleco de lamé dorado. Sostén de lamé dorado con aplicaciones de flecos en pedrería y bikini en lamé dorado, con vincha en piedras y lamé. En otra línea, malla plateada, capa de lamé labrada y tocado en hojas de lamé plateado. Finalmente, vestido de línea infantil en color rosa.

Yeda: En línea “acuario”, traje en lamé oro verde. Luego bikini en lamé dorado con bordado en piedras y canutillo [22].


Suzy, Teo y Yeda en Rugantino, martes 13 de julio de 1971. Fuente: Biblioteca Nacional Mariano Moreno (Argentina). Departamento de Archivos. Fondo Editorial Sarmiento.

Poco después, la cantina “La Cueva de Zingarella”, en el barrio de La Boca, fue sede de la despedida de Les Girls antes de su gira por el interior del país. Según registra Crónica, que también estuvo para cubrir la última noche de las chicas en territorio porteño, la gira abarcaría Rosario, Tucumán, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, San Luis, San Juan, Mendoza, Córdoba, Corrientes y Mar del Plata. Después, Les Girls partirían hacia Paraguay. La despedida, dice lx cronista, no estuvo exenta de lágrimas, risas y perfos. Y, aunque no hay nombres propios, la nota asegura que entre lxs invitadxs había grandes figuras del mundo del espectáculo. Crónica, por su parte, se despide también: “Vayan desde estas líneas nuestros fervientes deseos para que estos artistas cosechen en el interior el mismo éxito que los consagró en nuestra ciudad” [23].

Pero dos años después, en 1973, algunas de las chicas volverían a deambular por la noche de Buenos Aires: en un sobre del mismo fondo documental, bajo el nombre “Travesti. Cabaret Can-Can”, una nota titulada “El cabaret de los travestis” [sic] registra el paso de las Les Girls Yeda Brown, Susy Parker y Carla Bengton por la boite Can Can. Junto con otrxs performers (Safo, una chilena; Roxana, de Paraguay; Gabriela Crematt y Zaima, dos argentinas), actuaron, durante esa temporada, en una adaptación del celebrado musical Cabaret.

En mayor o menor medida, las notas de Así y Crónica se corren del objetivo sensacionalista del tabloide y adoptan, de a ratos, un tono sensible y crítico, que se permite hablar de violencia policial, desdeñar el clima dictatorial y moralista de la época y visibilizar las existencias disidentes de las chicas. Queda por fuera de este trabajo analizar el curioso criterio censor a cuyo ojo escaparon notas como estas pero que merecieron la clausura de las publicaciones de la Editorial Sarmiento en otras tantas ocasiones. Recordemos que Así había sido, desde su fundación en 1955, un semanario barato y muy popular, y uno de los pocos que se ocupó de comunicar la vida de Perón en el exilio. Sin ir más lejos, en 1970 había sido clausurada por el régimen de Juan Carlos Onganía por publicar fotos “morbosas” y “sanguinarias” de las movilizaciones obreras y estudiantiles del Cordobazo [24]. Es posible que los aparatos de censura de prensa no estuviesen aún lo suficientemente aceitados como para reparar en este tipo de crónicas; pero más probable es que algunos espectáculos de revista y sus correspondientes reseñas y coberturas escaparan a la consideración de “lo político” y fuesen, pues, del todo indiferentes. En cualquier caso, los aparatos de represión moral que patrullaban las calles y vigilaban los periódicos no consiguieron, por fortuna, privarnos de Les Girls.

 

Notas

[1] “Travesti” es el término con el que se nombran las performers en los archivos que aquí presento.

[2] Barcelos Soliva, Thiago. “Sobre o talento de ser fabulosa: os “shows de travesti” e a invenção da “travesti profissional”, Cadernos Pagu, Número: 53, 2018. En: https://www.scielo.br/j/cpa/a/wz4FCMgj8ZTDPwpkJn5H9Xg/?lang=pt

[3] “Les Girls”, Correio da manha, 20 de diciembre de 1964. En: http://memoria.bn.br/DocReader/Hotpage/HotpageBN.aspx?bib=089842_07&pagfis=58806&url=http://memoria.bn.br/docreader#

[4] “Los señores bataclanas”, Revista Así, 31 de agosto de 1971.

[5] La historia de Jerry di Marco merecería una investigación aparte. Antes de convertirse en la marica de look sesentoso que dirigía y hacía las veces de anchorman en los shows Les Girls, di Marco fue, según su propio testimonio, un funcionario de la presidencia de João Goulart (asesor del presidente, nada menos) hasta la dictadura militar de 1964. Su destino natural era ser político de carrera, pero su sueño estaba en los escenarios, de modo que abandonó la militancia y comenzó a trabajar como cantante en la boite Stop, donde conoció a las estrellas de Les Girls. (“Los señores bataclanas”, Revista Así, 31 de agosto de 1971.)

[6] “Guía para pasar una noche fuera de casa”, en http://www.magicasruinas.com.ar/revistero/nacion/boliches-1970.html#top

[7]“Mi nombre Evelyn: mi historia para el Archivo de la Memoria Trans…”, en https://www.facebook.com/665994070190218/posts/mi-nombre-evelyn-mi-historia-para-el-archivo-de-la-memoria-transrealmente-es-un-/1499249086864708/

[8] “Con el tercer sexo se divierten”, Revista Así, 17 de julio de 1971.

[9] “Les Girls”, Correio da manha, 20 de diciembre de 1964. En: http://memoria.bn.br/DocReader/Hotpage/HotpageBN.aspx?bib=089842_07&pagfis=58806&url=http://memoria.bn.br/docreader#

[10] Álvarez, Ana. “Coccinelle: entre el cabaret y la pantalla grande”, Moléculas Malucas, junio de 2021. https://www.moleculasmalucas.com/post/coccinelle-entre-el-cabaret-y-la-pantalla

[11] La llegada de Divina Valeria a Buenos Aires tuvo lugar algunos años antes de lo que Así recoge. Según indicaron Alberto Camarero y Alberto de Oliveira, los autores de su biografía recientemente publicada en Brasil, Valeria llegó a la capital porteña con la comparsa Bafo da Onça, una comparsa de brasileños formada en Uruguay. Para 1971, ya se encontraba viviendo en Europa. El dato sobre la boite “El Cairo” también es erróneo; en Buenos Aires, Valeria actuó con la comparsa en algunos estadios de fútbol y luego con otros elencos (entre las cuales se cuenta a la mismísima Rafaella Carrá) en el boliche Palladium y en el Teatro Florida. (Camarero, Alberto y De Oliveira, Alberto. Divina Valeria. Brasil: Desacato, 2021).

[12] “Con el tercer sexo se divierten”, Revista Así, 17 de julio de 1971.

[13] Ibídem.

[14] Como se ve, “travesti” no tiene, en este contexto, el sentido político e identitario que tiene hoy: si de identidades hablamos, lx cronista podría estar refiriéndose no solo a personas trans, sino también a varones cis gays, locas o maricas.

[15] “Buenos Aires frente a un mágico espectáculo”, Crónica, 4 de agosto de 1971.

[16]Ibidem.

[17] “Los señores bataclanas”, Revista Así, 31 de agosto de 1971.

[18] http://www.alternativateatral.com/obra63425-neron-vuelve

[19] “Los señores bataclanas”, Revista Así, 31 de agosto de 1971.

[20] Ibídem.

[21] “Los señores bataclanas”, Revista Así, 31 de agosto de 1971.

[22] “Nueva moda con insólitos ‘modelos’”, Crónica, 31 agosto 1971.

[23] “Los travesti van de gira”, Crónica, septiembre 1971.

[24] Revista Periscopio, 5 de mayo de 1970. En: http://www.magicasruinas.com.ar/revistero/argentina/clausura-revista-asi.htm