Joaquín Torres-García
Aladdin. Juguetes transformables

31.08— 05.11.2007
Curadores: Jimena Perera y Alejandro Díaz

Producida por el Museo Torres García de Montevideo, Uruguay, la muestra reúne un conjunto de juguetes en madera pintada, bocetos, documentos de época, y un pequeño teatro, con escenografías, que el artista creó para narrar historias a sus propios hijos.

La creación de juguetes constituye uno de los capítulos más interesantes en la vida de Torres-García (Montevideo, 1874-1949), un artista clave de la vanguardia latinoamericana e internacional que, además, se desempeñó como teórico y pedagogo, buscando establecer un diálogo entre el arte y la infancia a través de formas, líneas, colores y movimiento.

A partir de 1907, Torres-García dicta clases de plástica en Mont d’Or, un centro de educación progresista en Barcelona. Esta experiencia, sumada a la observación de sus propios hijos, lo lleva a la invención de juguetes que estimularan la creatividad de los chicos. “Voy a meter toda mi pintura en los juguetes; lo que hacen los niños me interesa más que nada; voy a jugar con ellos”, afirmaba.

En 1917 conoce al pintor uruguayo Rafael Barradas, personaje clave en su vida, pues será el catalizador de su evolución artística hacia la abstracción. En ese momento, Torres-García expone composiciones vibracionistas junto a Barradas y comienza a crear sus primeros juguetes de madera pintada, como un modo de ganarse la vida con algo artístico y, a la vez, comercial. En oposición al juguete típico, frágil e antihigiénico, crea objetos de un material noble y natural, la madera; juguetes desarmables y adaptables que sirvieran a la necesidad didáctica de investigación psicológica y motriz del niño.

“Lo importante es mantener el espíritu despierto, vibrante. Y esto hay que conseguirlo ocupándose en divinas cosas inútiles. Imita a los niños: juega. Jugar es realizar algo de acuerdo con nuestra  personal tendencia. Obrar de dentro afuera, con libertad, que es manifestar el orden”, relata Torres-García en Historia de mi vida, autobiografía escrita en tercera persona (1934, Editorial Paidós, Barcelona, 1990).

Formalmente, emprende su producción en Barcelona en 1918, donde constituye la Sociedad del Juguete Desmontable junto a Francisco Ramblà, fabricante e industrial catalán. Allí realiza varias exposiciones de juguetes y presenta la patente de su “invención para un sistema de balancines para movimientos oscilantes y de traslación”, que genera el avance de los caballitos de balancines.

En julio de 1922, Torres-García se traslada a Italia con la idea de continuar la realización de juguetes y exportarlos bajo la marca “Aladdin Toys”. Y firma contrato en 1924 con Aladdin Toys Co. de Nueva York, para crear una fábrica. Mientras tanto, en Europa -asociado al artista holandés Bueno de Mesquita, residente en Florencia- trabaja en la exportación de juguetes a la casa holandesa Metz Co. y a otras filiales del continente.

Frecuenta entonces, los encuentros conducidos por Piet Mondrian, en el cual se forja el principal núcleo del futuro grupo Cercle et Carré (Cículo y Cuadrado), promotor de la primera exposición de arte constructivista y abstracto en 1930, y de una revista del grupo -que más adelante, en 1936, tendrá su homónima en el Uruguay.

Luego de más de dos años de trabajo en Italia, decide mudarse al sur de Francia donde al poco tiempo se entera que un incendio había destruido los almacenes de la compañía Aladdin Toys Co., en Estados Unidos, con toda la producción de juguetes.

En 1926 viaja a París, donde la prioridad vuelve a ser la pintura. Éstos fueron años fundamentales en su evolución como artista; allí se vincula con los principales exponentes de las vanguardias; promueve agrupaciones de artistas, realiza publicaciones y formula su Universalismo Constructivo. Sin embargo, los juguetes -realizados artesanalmente- siguen presentes como una forma de sostén económico; incluso, en muchos casos, precedieron a la creación de obras de mayor formato, apreciados como piezas de arte por su originalidad y lenguaje estético.

En 1932, Torres-García abandona París por la crisis económica y se instala en Madrid, creando en 1933 el Grupo Constructivo. Un año y medio después, con 60 años de edad, decide regresar a su Montevideo natal junto a su familia, impulsado por la idea de fundar una Escuela de Arte Constructivo. Los juguetes ya están lejos del centro de su atención. Sin embargo, este capítulo de su vida termina en Montevideo, con una exposición en el Museo de San José del Carmen.

 

 

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